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Bailemos, abuelo, bailemos…

lunes, 13 de junio de 2011
— Cagoenla, Zapatero… ¿Por qué te no te vas ya? Es que…

Esta mañana hemos visto el paso del tiempo en el espejo del alma: nos brillaron de plata las sienes y al asomarnos a la ventana, todo cuanto nos rodeaba, se tornó color gris.

Apenas nos dimos cuenta; pero el invierno llegó a nosotros con prisa por abrir la senda de una nueva forma de vivir, que ya nos duele la espalda al agacharnos…

— Y vas tú y nos sales con que la jubilación a los 67… ¿No te das cuenta?

Nos marcaron la frente nuevas arrugas al mismo tiempo que las ideas se nos caían de la mente.

Por eso reflexionamos para percibir como la nueva estación se nos vuelve melancólica, aunque también vital… íntimamente vital.

— Y entonces, nos cuentan los chicos de la plaza que la Merkel y el Sarkosy se inventaron el Plan del Euro, del que tú eres cómplice, para que, de los 67, pase el retiro a los 70…. ¡Otra vez os equivocáis…!

Porque la fuerza renace en la dulce memoria cuando abrimos el cofre de los recuerdos en el que celosamente hemos escondido los días de guerra, aquellos del 68.

Por tu culpa volvemos a contar las experiencias…

— Y tú nos obligas a revivir el pasado con estos chicos jóvenes del paro que se han ido por unos días de la plaza… ¡Pero volverán, ya lo creo que volverán!

Sí, ya somos abuelos. Para muchos, la voz de la experiencia. Para ti los de las batallitas. Porque…

Hemos llegado al invierno de la vida… y tú quieres jodernos el verano del alma.

— Tal vez el Rubalcaba, -sugieren los colegas…

Pero tampoco el culto vicepresidente nos trae la esperanza que retarde la caída de la última hoja.

— ¡A ver si viene el Rajoy!, -gritó el otro día un nostálgico con mirada de gaviota; es decir, por un ojo a la derecha y por el otro a la izquierda…

Y allí, en la asamblea, nadie se creyó que el jefe de la oposición vaya a retrasar la caída de la hoja…

Porque la vida, si resurge, es para prolongar la caída definitiva de la hoja… Y esto, hoy por hoy, parece imposible.

— ¡Democracia real ya! (Aquel grito se hizo atronador hoy, especialmente hoy, en la misma plaza).

Fue cuando apareció en escena aquel anciano sonriente, ya pensionista; -en apariencia de seiscientos, mil y poco para dos, al mes-; y con ganas aún de ligar…

—- ¡Yo me voy de marcha! ¡Mientras no os organicéis mejor, me voy de marcha…!

Aunque no lo creas, hay un botellón de abuelos y una orquesta que aún nos hace mover los pies y cimbrear la cintura.

Estos ritmos… son también invernales.

Aquí, en la Galicia Única, son el legado artístico y cultural de los indianos de antes, en aquellas fiestas del ayer.

Suenan las canciones del jueves tarde y nos hacen soñar con hadas y druidas sabios, autores del milagroso resurgir de los cuerpos.

Ocurre cuando nos salimos del itinerario previsto para buscar la aventura física… para recorrer la geografía imaginaria de la vida feliz… y olvidar las noches melancólicas.

Este es el viaje que templa el espíritu y adereza el alma de verano… en el invierno de la vida.

Un trayecto final para templar el espíritu al mismo tiempo que mostramos el buen humor y la audacia de la última conquista.

— Y de eso Zapatero no se entera, porque su abuelo murió en aquella guerra… ¿Te acuerdas?

— Y el de Rubalcaba…

— Y el de Mariano…

Entonces… ¡Bailemos, abuelo, bailemos! ¡Para que nadie nos quite lo bailao cuando se nos caiga definitivamente la última hoja!

(www.galiciaunica.com)
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


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