¿Una muralla verde?

Si el verde de la muralla fuese por ecológica estaríamos contentos, pero ni lo es ni desbordamos alegría.

Hace pocos meses cerramos un año mágico para nuestro monumento Patrimonio de la Humanidad, diría que un año mágico para Lugo por lo que significó la efemérides del décimo aniversario para la ciudad, el turismo, la proyección nacional e internacional y el imán cultural que afortunadamente atrajo hacia el polo positivo lucense todo lo que el Xacobeo nos negó en Año Santo.

No recuerdo el día de mes pero era jueves, paseaba por la acera exterior frente a A Mosqueira, y me cruzo con un grupo de personas, luego me comentaron que eran de Bilbao. Una señora, no me atrevo a aventurar su edad pero ya peinaba canas, comentaba: “Fijaos, qué flores más bonitas han plantado entre las piedras” Si hubiese visto algún reflejo de mi propia cara en un espejo, tendría que estar pálido por la sorpresa o ruborizado por la vergüenza. Mis sensaciones fueron entonces una mezcla de ambas, sorpresa por el comentario y vergüenza por ser conocedor de lo que evidentemente una visitante vizcaína no tiene por qué conocer.

Afirmaba Plutarco que los que atesoran paciencia alcanzan más poder que los fuertes, suerte para el griego de Queronea que no se vio en la que los lucenses con su muralla, porque hasta a él se le hubiese agotado la paciencia. Cuando escuchas comentarios como el que yo escuché a pie de monumento, la sangre hierve y la mente se nubla por unos segundos, pero entonces piensas. Piensas y recuerdas.

Recuerdas quien es el responsable de que la muralla, orgullo de cada lucense, se asemeje a una plantación de sabe Dios qué, o a una postal de jardín botánico; recuerdas quien es culpable, lo de responsable ya se queda inapropiado, de que “pasen de nosotros” y de nuestras demandas. ¿Quién les parece a ustedes? Sigamos las huellas y verán como el cien por cien de los lectores de hoy acierta. ¿El alcalde? Como lo vemos a diario por la calle y no a un conselleiro o presidente autonómico, seguro que el culpable es el alcalde. Sorpresa, pero si no es él, la limpieza de la muralla corresponde a la Consellería de Cultura y a la Xunta de Galicia. Si todos coincidimos en que Xunta y Cultura han de limpiarla para que no afloren las preciosas florecillas malva, ¿por qué no se hace? ¿Cuál es la razón para que el actual y vergonzoso estado de abandono se revalide año tras año? Mi respuesta, ni idea, no lo entiendo.

Me parece tremendo que las farolas y los bancos de la Ciudad de la Cultura, cuesten más que un lavado de cara del monumento que fue ciudad y fue cultura antes que ninguna otra urbe gallega.

Indignante que los millones de bloques de piedra del bien gallego Patrimonio de la Humanidad más antiguo, no merezcan más, o al menos el mismo trato, que la piedra importada de Brasil del Gaiás. Al menos nadie podrá decir que la nuestra no es autóctona, aunque esté cubierta por una “matogueira”.

Señor presidente de la Xunta, presidente de todos los gallegos, señor conselleiro de Cultura, responsable del área ante todos los gallegos; los lucenses, como gallegos, solicitamos que asuman sus responsabilidades para con esta ciudad, su historia y su cultura. Solicitamos que de una vez por todas posen su mirada, su decisión y su esfuerzo valiente y solidario sobre este verdadero emblema de la historia de Galicia, solicitamos y exigimos que en éste, como en tantos otros ámbitos se impulse de verdad a Lugo, pero no un impulso hacia el Miño o hacia el mar, sino hacia el futuro que hemos labrado entre todos. La historia no nos reservaba semejante destino, no lo consientan, empecemos por la “matogueira”