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Portomarín en el tiempo (V)

lunes, 14 de febrero de 2011
Portomarín en el tiempo. Vínculos con Paradela (5)

El gran puente romano de Portomarín, durante los XVI largos siglos de su existencia, soportó el paso de las tropas romanas en su último período de romanización de los pueblos del entorno, llegando a instalarse con toda probabilidad, una cohorte (cohors) en el castro das Cortes (Paradela); de ahí se deriva precisamente el nombre del citado lugar. Otra cohorte se asentaría en el pueblo de León (Portomarín), para, desde esas dos atalayas, mantener el orden y la seguridad de los pueblos conquistados. Fue también testigo del paso de milicianos suevos, visigodos, castellano-leoneses; del levantamiento de los irmandiños y de las tropas francesas en la Guerra de la Independencia, en su avanzadilla hacia A Coruña, desde Monforte de Lemos, pasando por Castro de Rei de Lemos (Paradela), en cuya iglesia pernoctaron, saquearon, desbarataron y quemaron el archivo parroquial. El puente soportó igualmente el paso de todo tipo de carruajes, acémilas de maragatos, arrieros y lugareños cargados con las mas diversas mercaderías en dirección a los pueblos de una y otra margen del río Miño y, en especial, al mercado de San Blas (Portomarín) que por su prestigio y antigüedad termina adquiriendo categoría de gran feria anual. Se celebraba los días dos, tres y cuatro de febrero. Según el testimonio de algunos vecinos, en la villa, esos días se conocían con los nombres de “víspera” (día dos), “feira” (día tres) e “refeira” (día cuatro). Como la feria era tan concurrida, por la parte de arriba de la iglesia (plaza de Santa Isabel) se situaba el ganado de cerda y el pulpo y entre el edificio de la Encomienda y la iglesia, mirando al río, el resto del ferial.

La feria de San Blas fue tan famosa que, de forma directa o indirecta, aluden a ella, entre otros, el Licenciado Molina (s. XVI) y Lucas Labrada (1804). El primero, refiriéndose al río Miño, indica que pasa por Lugo y de “allí va luego a Portomarín donde el río cría allí y ay tanta multitud de anguilas que, no pudiéndose gastar en fresco, se salan y llevan por el reyno”. Sin duda, quienes estaban más preparados para llevarlas por el reino eran los maragatos.

Lucas Labrada en su obra, al citar la villa de Portomarín, expone que “el valle que por allí corre a una y otra banda de este río (Miño) tendrá cuatro leguas de largo y media de ancho; produce vino, centeno y castañas, y el río excelentes anguilas. hay en este pueblo un excelente tráfico de jamones, tocinos y lenguas, de que no sólo despachan partidas para varios pueblos de Galicia, sino que también se proveen allí algunos maragatos, que conducen aquellos objetos a Madrid y a otros parajes de Castilla”.

Los maragatos se llevaban nuestros envidiados productos, pero también traían a la feria sus colchas, sus cobertores y otras mercaderías para redondear sus negocios y aprovechar el viaje de sus carruajes y acémilas. De su presencia por San Blas en Portomarín da testimonio la tradición oral de las gentes de la villa. Todavía hoy las personas mayores recuerdan haber oído decir a sus antepasados que una vez por San Blas llovía tanto que un maragato que allí estaba, empapado por el agua, exclamó:
“¡San Blas, San Blas, cómo llueve, no me joderás más !”.

Aparte de esta gran feria anual, tanto en Pacios (Paradela) como en Portomarín se celebraban mercados semanales. El de esta última villa, más antiguo, tenía lugar en su pequeña plaza central porticada.

Las ferias mensuales de Pacios (Paradela) y la de Portomarín son de creación más tardía. La de Paradela comenzó su andadura en el año 1934 y la de Portomarín, en 1938. Sin embargo, en el ámbito territorial de dichos municipios hubo ferias, con antelación a las fechas indicadas, en localidades que no eran capitalidad municipal. Así, sabemos que “en la frondosa y grande robleda de Santa María de Gonzar (Portomarín) se crea una feria mensual de ganados vacuno, lanar, cabrío y de cerdo, lo mismo que de todos los frutos del país, la cual tendrá lugar en los días dos de cada mes, dando principio la primera en el día dos de junio de 1874”. Del mismo modo, nos consta que a la altura del mes de abril de 1930, todavía se celebraba feria allí, y que dejó de funcionar en una fecha comprendida entre 1930 y 1937.

La feria de Castro de Rei de Lemos (Paradela) es mucho más antigua; ya se celebraba en el año 1753, sin que sepamos la fecha de su creación.

El Catrasto de Ensenada hace alusión a ella, en estos términos:
“Feria, ay una franca que se hace en dicho coto el primero de cada mes, sin que por ella tengan utilidad alguna los vecinos, sí dicho monasterio de Santa María de Castro de Rei quien percibe al año por razón de bara y peso 60 reales de vellón”. Si tenemos en cuenta que el jornal de un trabajador del campo era de 2 reales al día en aquellos años, ya podemos hacernos una idea de la significación económica de este impuesto.
Pascual Madoz (1846), al referirse a la feligresía de Castro de Rei y su comercio afirma entre otras cosas: “Comercio: el que le proporciona la feria que celebra el día 3 de cada mes,donde se benefician los frutos agrícolas e industriales del país”. Obsérvese que la feria ya no se celebra el día primero de cada mes sino el día tres.

En el año 1881, Francisco López alcalde de Paradela, “ acordó que en la feria pública que se celebra por los días tres de cada mes, en el fragoso campo de Mosteirovello, de Santa María de Castro de Rei, en la cual se vende toda clase de ganados, así como otros géneros de necesidad, y tan solo carece de concurrir a ella la clase de ganados de mular y caballar, siendo tan preciso en el país su abundancia, que a dicha feria a lo sucesivo, y dando principio el día tres de mayo próximo, se establezca la compra y venta de aquella clase de ganados mular y caballar”.

Años más tarde, en 1902, el Ayuntamiento acordó que la feria "se haga extensiva a la compra y venta de toda clase de ganado mular, caballar y asnal, a contar desde el día 3 de enero próximo de 1903”.

Foi a de Castro de Rei de Lemos unha gran feira, ubicada no lugar de Mosteirovello, sede do mosteiro cisterciense de Santa María, corazón dunha antiga encrucillada de camiños que se dirixían a Rubián (Bóveda), a Monforte, a Saviñao, Aldosende (Paradela), Sarria, Pacios (Paradela) e Portomarín. Era ruta de arrieiros e maragatos que conducían as súas mulas cargadas de mercadorías entre a “Gran Modorra” e a “Pequena Modorra”.

Da grandeza desta feira danos testemuña a extraordinaria superficie do seu campo, que mide arredor duns quince mil metros cadrados; poboado de carballos e aderezado dunha gran ringleira de pendellos onde se expoñían para a compra-venda a mais variada gama de productos agrícolas e industriais.

Según Antonio Arias, de noventa y dos años de edad, vecino de Mosteirovello - hombre de gran memória y lucidez mental - , las mercaderías llegaban a la feria del día tres (en los primeros tiempos), a lomos de las caballerías, por medio de caminos y veredas. Más tarde en carros de bueyes desde Agra (Saviñao), Rubián (Bóveda) y Palacio de Villamayor (Sarria). En todo caso, debemos subrayar que la feria de Castro de Rei funcionó con esos primitivos medios de transporte durante más de doscientos años. Sería a partir de 1933 cuando desde el lugar de Agra (Saviñao) se le acercaría el primer coche, que ni siquiera llegaba al recinto ferial, sino que se quedaba a unos cuatrocientos metros en la denominada “casa da Cruz”, puesto que el ramal de carretera que partía de Agra terminaba en esa casa. Desde este último punto, en 1950, se prolongó la carretera hasta la aldea da Mámoa, atravesando el campo de la feria por el nordeste. Con la construcción de este último tramo de carretera, quedaba abierta la comunicación de Mosteirovello con Rubián, Monforte y Escairón. Pero no conseguiría tenerla con Pacios (capitalidad del concello de Paradela) ni con Sarria hasta los años 1970 - 1971, en que se construyeron, por fin, dichas carreteras.

El mencionado señor Antonio Arias, dice recordar que “os zapatos viñan de Sarria; os asuntos de ferretería e caldeirería, do Páramo; os fouciños da parte de Lugo; o pan, de Rubián e o pulpo do Carballiño. En Bidueiro (Castro de Rei) había um comerciante de sombreiros que sería da casa da Torre. En Ferreira fundían o ferro que viña do Incio, e no Mazo mazaban o ferro, a la e as mantas“.
Fernández López, Ángel
Fernández López, Ángel


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