Portomarín en el tiempo (IV)

Portomarín en el tiempo. Vínculos con Paradela (4)

La antigua villa de Portomarín, pese a los grandes atractivos y valores que encarnaba: un gran puente romano, un ancho y hermoso río, las fértiles “veigas” y sus viñas circundantes no sería lo que fue ni lo que es sin el arrimo cultural, religioso y económico que supuso desde la Edad Media hasta nuestros días, el Camino de Santiago. Sin ese “inventio” no habría caballeros de las órdenes de Santiago y San Juan, ni existiría la rica Encomienda, ni tampoco la iglesia-fortaleza de San Nicolás, los hospitales de pobres peregrinos y las casas señoriales. Porque, aunque es probable que la presencia de los romanos (testimoniada por el famoso puente) marque la fecha en que Portomarín comenzó a formarse como pueblo, no adquirió en realidad esta categoría hasta el impulso definitivo que le dieron las peregrinaciones a Compostela.

La situación de ciertos centros monásticos como, Santa Mariña, San Salvador y Santa Cruz parece que ya es un hecho, y no existe la menor duda de que a comienzos del siglo X la villa de Portomarín pertenecía al conde Gutierre y a la condesa Ilduara, padres de don Rosendo, pues en el año 922 don Gutierre hace donación de esta villa a su esposa.

El conde y su esposa fueron invitados por una asamblea, reunida en Lugo en el año 927, a salir de su retiro del Monasterio de Loio (Paradela) para que asegurasen la vida económica de sus religiosos y lo reformasen mediante generosos dones. Fernando II y otros importantes personajes gallegos animaron la nueva institución que iba a surgir en Loio, y el monasterio fue dotado con buenas rentas, entre las que se menciona el burgo de Ponteminei, es decir, Portomarín, que pertenecía entonces a don Pedro Arias, uno de los pilares de la nueva orden. Habiendo sido expulsados los caballeros de Santiago, por el mismo rey Fernando, su hijo Alfonso IX de León, confirma en 1188 -con motivo de la vuelta de la orden-, los bienes que poseían los caballeros a excepción de Portomarín, ya que en ausencia de los caballeros de Santiago, esta villa había pasado a los de San Juan.

Se ignoran las relaciones que han podido existir entre los caballeros de San Juan y los de Santiago, con respecto a Portomarín. Pero, en todo caso, los caballeros de Santiago desaparecen de Portomarín y son los de San Juan los que sostienen su plaza y atraen sobre ellos las miradas protectoras de los soberanos, así como de otros personajes privados, de manera que la Encomienda llega a poseer gran cantidad de bienes, equiparables a los de muchos grandes monasterios gallegos, de los que un gran número se encuentran situados en el mismo Camino de Santiago, como es el caso de las parroquias de Santa María de Ferreiros (Paradela) y Gondrame (Páramo).

Los miles de peregrinos que año tras año arriban a Portomarín desde los más apartados rincones del mundo, en dirección a Santiago de Compostela, constituyen una bendición para el dinamismo y la alegría de las gentes de la villa, y una especie de maná de efectos enormemente beneficiosos para la prosperidad de su vecindario.

El puente era también el medio de enlace de los caminos romanos que viñan de Lugo, de Monterroso ou das Neves (Portomarín - Taboada), en dirección a Portomarín, entrando pola corga romana de San Roque e converxendo uns e outros na gran ponte que lles daba saída cara Terras de Paradela por San Pedro, Fontedagra, San Juan de Loio, Castro de Rei de Lemos (Paradela), Pobra de Brollón, Val de Quiroga, O Barco de Valdeorras e As Médulas (León), ou Sarria pasando por Pacios (Paradela). Pues, era en ese área geográfica donde había abundantes minas de oro cuyo metal noble debía ser transportado a Roma.