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Escenografía obscena del Gran Poder

Mourille Feijoo, Enrique - viernes, 28 de enero de 2011
Desde siempre. Desde la corona y el anillazo que se calzaba Recesvinto. Desde las cadenas de Isabel y Fernando, tanto monta monta tanto, y montaban mucho. Desde la tiara de los tres poderes pontificios. Desde la guillotina del ciudadano, que no del súbdito. Desde la coz y el martillo redentores de uno y otro lugar. Desde el yugo y las flechas de los flechas y franquistas y aquellos dos ascendientes. Desde el báculo pastoral o el bastón de mando del alcalde. Cantos paus! Desde el rayo de Zeus o los dardos de Cupido. Desde la rosa roja y el puño bien cerrado, tanto como la mente. Y hasta la blanca gaviota, cría cuervos y te sacarán los ojos. Desde aquel prior de Gonzalo de Berceo que “ non querie vevir senon a su sabor”, o aquel su obispo que ya entonces llamaba a su cura “fijo de la gran putanna”. Desde que Perseo le rebanó la cabeza a la Gorgona y estableció así el poder macho que nos cubre, sustrayéndolo a su humilde humus natural. Desde ahí, ahora y siempre, todos los mandatarios, que fueron, son y serán, ¡ guíame, José Angel Valente!:

Caminan por los campos, arreando sus bestias
cargadas de cadáveres, hacia el atardecer…
Y si no, vosotros
Mezclaos entre la multitud y veréis
hasta qué punto sus palabras son vanas,
pues no le pertenece ni un solo corazón
…
Y comprobaréis que
… si alguien levanta su voz en la asamblea…
Para enarbolar la verdad,
ellos extienden sus manos engañosas
hasta teñir el cielo de un sangriento color.
porque tienen el viejo poder de la mentira
Y ahora, hoy como siempre
…acercaos: ( y ) ved
cómo la noche cae. ( Y ) se oye
un largo toque de silencio y redobla
el hisopo sobre el tambor
… ( y )
sólo quedan palabras como globos hinchados
ebrios de nada. ( Y ) Van
flotando lentamente sobre la carroña del día
y su implacable putrefacción.
Y todos, ¡ ay Fabio! , ante “los mercaderes del engaño”
Bajamos a la caída de los sueños
como una bandada de pájaros sedientos de verdad…
…Entonces comprendimos
que al igual que la tierra huérfana de cultivo
debíamos dar frutos en soledad

o ahorcarnos a las puertas de la Nunciatura o del Palacio de la Carrera de San Jerónimo o pegar cuatro o cinco tiros a quema ropa a la entrepierna de la Gran Mentira: el poder. Perdone, hombre.
Mourille Feijoo, Enrique
Mourille Feijoo, Enrique


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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