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Portomarín en el tiempo (II)

viernes, 21 de enero de 2011
Portomarín en el tiempo. Vínculos con Paradela (2)

El gran puente romano de Portomarín nació con mala estrella. Era tan necesario y estratégicamente tan importante que por eso la reina doña Urraca lo mandó destruir, Pedro Peregrino lo reconstruyó. Los avatares del tiempo siguieron haciendo mella en el “gigante”. Los ineptos gobernantes de aquella época no supieron valorar su importancia económica y social; por eso lo dejaron al albur de los temporales, sin emplear un real en su conservación.

Tanto el Rey como el Comendador de Portomarín se valen todavía de este maltrecho puente para cobrar buenos impuestos, pero no invierten un solo maravedí en repararlo. Consecuencia: el puente termina convirtiéndose en intransitable y Portomarín queda aislado. La hermosa “joya” romana se va destruyendo paulatinamente, ya sea por efecto de los temporales, ya por la depredadora mano del hombre.

El desmoronamiento definitivo del gran puente romano de Portomarín ocurre a las once de la mañana del día 5 de febrero de 1895. Ese mismo día el Alcalde de la villa, Cándido López, se dirige al Gobernador Civil de la provincia para darle cuenta del trágico suceso. El comunicado del Alcalde aparece publicadoen el diario “El Regional” de Lugo, el día 8 de febrero de 1895, y reza así:

“Un puente en ruínas”
“A las once de la mañana del día de hoy, se ha desplomado el arco central del puente de esta villa, situado sobre el río Miño. Otros dos arcos, de los diez que se conservan en pie, amenazan inminente peligro de ruína, y quizá se derrumben antes de que V.S. reciba la presente. Lo ocurrido fue solo obra de la mano del tiempo, y afortunadamente no hubo desgracias personales que lamentar.

Debo hacer presente a V.S. –sigue diciendo el Alcalde- que sin este antiquísimo puente, único sobre el río Miño en una extensión de más de once leguas, son inmensos los perjuicios que va a sufrir este término municipal y los de Paradela, Páramo, Sarria, Monterroso, Taboada y Guntín, dándose el caso de no haber en la referida extensión, o sea desde esa capital a Belesar, ni barcas a propósito para alguna clase de tráfico, ni puntos convenientes para establecerlas, con los solos medios del país, sin riesgos de las personas y ganados.

La feria de Monterroso, una de las más renombradas de la Península, queda sin la vía más usada para la exportación de los ganados a los pueblos de Castilla; y esta villa se ve privada de comunicación entre si misma toda vez que la población de halla situada en ambas riberas del río, unidas hasta aquí por el citado puente”.

La exportación de ganado a Castilla se hacía siguiendo el camino real hacia Paradela, Sarria y Lemos que partiendo de Portomarín pasaba por Fontedagra, San Juan de Loio, A Reguenga, O Poste (San Martiño), Santalla, Pacios, Sarria, San Vicente de Paradela, Riocabo de Cima, A Serra (Santa Cristina), Foilebar, Mosteirovello (Castro de Rei de Lemos) y Rubián (Bóveda), en dirección al valle de Quiroga y Monforte de Lemos.
Otra posible ruta de exportación era la que actualmente coincide con el camino de Santiago por tierras de Paradela hacia Sarria.

Las autoridades municipales de Portomarín, más cercanas a las necesidades de la vida cotidiana de las gentes del entorno, comprendieron que el río sin puente, o sin un servicio público paliativo se convertía en una barrera casi infranqueable, que trunca la libre circulación de las personas, animales y mercancías e impide el desenvolvimiento general de los pueblos periféricos y de la propia villa. Esa fue, sin duda, la razón fundamental que motivó a la Corporación Municipal de Portomarín, reunida el día 3 de julio de 1895, a tomar el acuerdo de establecer “el paso gratuíto de personas y ganados a medio de barcas sobre el río Miño entre las parroquias de San Pedro y San Nicolás de Puertomarín, se saca a subasta el indicado servicio por el término de un año, cuyo importe será de 1000 pesetas”.
Fernández López, Ángel
Fernández López, Ángel


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