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Día a día (V)

martes, 26 de octubre de 2010
Que en todas las profesiones hay excelentes profesionales es tan notorio como que los hay menos buenos y, quizá no son los menos, aquellos de los que antes se decía “éste fue a Salamanca pero Salamanca no lo entró”. Y no siempre la justicia, por ser del azar, reparte equitativamente sus prebendas.

Pero es rara la profesión -aunque actualmente se ven conductas vergonzantes y patéticas- en que el profesional se vende al poder constituido o al dinero que generalmente viene del poder.

Sin embargo, dentro de esta incontaminación profesional, con sus cada vez más numerosas excepciones, tengo que referirme lamentablemente hoy a la profesión periodística. Conozco incontables profesionales de esta cualificación que honorables e independientes ganan sus dineros diariamente con sus colaboraciones orales o escritas en diarios, revistas, radios, televisiones, etc... Pero es en esta profesión donde echo más a faltar mayor número de aquéllos. Por el contrario, una ingente masa de estos profesionales o pseudoprofesionales están prostituyéndose profesionalmente al perder su independencia y dedicarse al viejo arte de aceptar el adagio “dame pan e chámame can”.
Hace escasos días, la Cofradía del Capón de Villalba, ofreció a unos cuantos invitados una comida en un importante establecimiento hotelero de la Capital Herculina y a dicho ágape acudieron, entre los casi treinta asistentes, algunos políticos y otros periodistas.
Como hace años viene ocurriendo, este tipo de celebraciones tiene una única finalidad: dar a conocer, expandir, el conocimiento del Capón Villalbés a través de los más expertos cocineros a que se pueda llegar. Y para ello se invita a diversos de los llamado “notarios de la realidad”.

Pues el notario de turno, a parte de describir el menú que había degustado, larga dos afirmaciones totalmente falsas y manifiesta su presunta vocación de “pacer” de los políticos. Dice que el almuerzo fue presidido por un Concejal herculino y eso no es verdad porque esas pitanzas no las preside nadie porque nada tienen que ver ni con los políticos ni con los periodistas. Son comidas de confraternización donde ni hay colores, ni profesiones, ni, menos, preferencias políticas de ningún signo: Hay promoción del Capón.
Ya el título lo dice todo: Alcaldes y Capones de Villalba. Mire señor periodista: los Alcaldes están hoy y no mañana. Los capones eran, son y serán antes, ahora y después de los Alcaldes y sin Alcaldes.

Y otra falacia. En una foto que aparece publicada se dice” … Junto a los representantes de Villalba y ...”. No ha habido ninguna representación de Villalba ni de ningún otro sitio porque en estas reuniones no se representa a nadie. Sólo acuden invitados “intuitu personae”, no “ratio oficii”.

Procure pues el periodista de turno cuidar lo que dice porque se le nota demasiado el apego a lo oficial cuando aquí no hay cabida para eso.

Viva tranquilo que no volverá a venir.

¡Vaya ocasión que despilfarró de encomiar -si lo supo apreciar- al capón y al trabajo del cocinero!

Lo único reseñable y destacable, que no haya que preguntarle al cronista como el del cuento decía al que habría colocado a sus hijos gracias a sus amistades: ¿Cebache? Aquí los únicos cebados son los capones.
Goás Chao, Domingo
Goás Chao, Domingo


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