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lunes, 13 de septiembre de 2010
Hoy voy a dirigirme a un buen amigo al que hace largos años que no veía y que me manifestó hallarse muy invadido por el colesterol, el azúcar, los triglicéridos, las transaminasas y no se cuántas venialidades más que lo tenían muy descolocado.
Como mal de muchos… le comenté que, dado que soy mayor que él, ya había pasado por esos purgatorios y con un poco de contención se llegaba a superar tales minucias.
Hubo lugar a determinados comentarios sobre los respectivos conceptos de la belleza femenina y unas jocosas opiniones acerca de si la misma o no había sido, juvenilmente, causa o motivo de confesión de malos pensamientos, a lo que opuse mi discrepancia con los principios morales de la época en la que todos los pecados aceptaban la “parvedad de materia” excepto el sexto donde la mínima expresión o impresión “era materia grave”. Entonces aún no se hablaba de pederastia, de pornografía infantil, etc...
Pero esto no pretende ser un alegato antidogmático y no voy a seguir en esa senda, vía o ruta.

Nos despedimos afectuosamente como correspondía y, a los pocos minutos un amigo común con el que compartí mesa y manteles, me espetó: Oye, me ha sorprendido que nuestro común amigo me ha comentado, que al leer tus escritos, observa que te estás inclinando hacia la ultraderecha. Te aseguro que yo también debo de hacerlo porque estoy muy de acuerdo con algunas cosas que escribes.

Afortunadamente, no me produjo ninguna desazón la noticia porque estoy curado de espanto en cuanto a “lecturas” e “interpretaciones” de las modestas y, posiblemente erróneas -algunas veces- opiniones que he ido vertiendo por ahí.

Yo no voy a abrir ningún debate público con mi amigo -por otra parte persona de gran formación intelectual- pero sólo le presentaré, a modo de reflexión personal, unas alternativas con ánimo de oír sus sabias consideraciones.

¿Qué es la ultraderecha?
Porque lo que estamos viviendo es una insoportable izquierda.
Pero, ¿qué es, repito, la ultraderecha?
Porque si tomamos la libertad como santo y seña de la persona humana y, por derivación, de la sociedad, la única situación teórica que defiende, ampara y protege tal situación y concepto, es la democracia. Y todo lo que no sea democracia -Gobierno del pueblo, con el pueblo y para el pueblo- es liberticida. Es dictadura. De derechas, ¿podrían valer como ejemplo las teocráticas islámicas? De izquierdas, ¿podrían valer como ejemplo los seguidores del inefable Lenin: “Libertad, ¿para qué?
Pero lo que creo que hoy provoca estos vocablos, no va por ahí porque todos los productos derivados del genérico leninismo y son… propenden la manipulada, torticera y mordaz teoría de que ellos representan la verdadera y única democracia y libertad. Y, por el contrario, el Fasccio, el Nazismo y el Franquismo son el paradigma de las dictaduras y DE DERECHAS.

¿Por qué no se alude a las verdaderas denominaciones de estas dictaduras? ¿Qué vergüenza puede dar llamar al nazismo, Nacional Socialismo? ¿O es que los nazis no se proclamaron socialistas nacionalistas? ¿Por qué no se define al Franquismo como nacional sindicalismo que era como se denominaba el régimen? Conviene echar una leidita al llamado por Agapito Maestre “panfleto” escrito por D. Pedro Lain Entralgo “Los valores morales del Nacionalsindicalismo”, fruto de una conferencia en el Congreso Sindical de 1941. No habla del Franquismo sino del Nacionalsindicalismo.

¿Cómo y por qué se produce el trasiego de antecesores falangistas a sucesores socialistas? Pues, simplemente porque, si no clones, son mucho más homogéneos que las churras y las merinas. ¿Son tan heterogéneos los sindicatos verticales a los sindicatos de clase? Por cierto, ¿qué ocurría con los sindicatos en los paraísos socialistas? ¿Qué se hizo de ellos, dó fueron? Probablemente se temía por su adscripción a la derecha como ocurre hoy, al parecer, con un candidato socialista, es decir, del PSOE por Madrid.

Libertad. Libertad de creencias, de opinión, de reunión, de asociación, de conciencia, etc., yo no sé si la ultraderecha la propugna, la defiende o la aplasta como lo ha hecho y, de modo flagrante, lo sigue haciendo manipulada y/o soterradamente en las pseudodemocracias y abominables cantos a un inexistente “Estado de Derecho”.
De lo único que se me podía imputar es que soy inflexible defensor de la libertad individual, humana y, por derivación, social. Eso es, como la honra, patrimonio del alma. Y, ojo, no olvidemos que para que haya libertad son imprescindibles el orden y la educación. Y ni una cosa ni otra se atisban en el actual régimen. En otro caso, si ha lugar, y procede, no nos recataremos de decir lo mismo que ahora. Por tanto, la imputación que se me hace y que reputo errónea entra dentro de la “parvedad de la materia” y no precisa absolución como las venialidades eróticas de juventud de nuestro buen amigo.
Goás Chao, Domingo
Goás Chao, Domingo


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