Fue en Abedes donde, en nuestra niñez y en vacaciones de verano,asistimos a una de las faenas agrìcolas de mas relieve tradicional compartidas por el vecindario de forma colectiva. La "xeitura" , la trilla con "mallos" , o en la "aira" con màquinaria mecànica para separar el grano de la paja, el enfajado, el "engazo", la escoba y la aventadora siempre fueron motivo de curiosidad.
Nos situamos en los años treinta. La algarabia. El grito:"Mulleres á aira". el zumbido de los mallos, el acarreo y toda aquella liturgia agricola que, al paso de los años,esta en trance de desaparecer, y que un colectivo de Rabal, por tierras de Oimbra, revive con entusiasmo que el molinero Antonio Ferreira Dièguez, una año mas,promueve una fiesta el dia siete de agosto, a la antigua usanza.
No olvidamos aquellas cuadrillas que acudian a la siega en Castilla, portando la hoz, el atillo,comida para el viaje a base de longaniza, tocino, pan centeno y botijo de agua.
La escena esta recogida por el editorialista de "Faro de Vigo" ,el monfortino Luìs Moure Mariño en su libro:"Siegas en Castilla" (Temas gallegos en Espasa Calpe- 2000).
De la extensa bibliografìa destacamos los trabajos de Alfonso Vàzquez:"Galicia en la siega de Castilla" y "El segado" de Enrique Gil y Carasco, autor de la famosa novela històrica "El Señor de Bembibre", sin olvidar al etnògrafo Joaquin Lorenzo en :"Historia de Galicia".
Con motivo de la conferencia que el 20 de junio de 2009 ofrecimos en Barco de Valdeorras, inaugurando el Bicentenario de la Guerra de la Independencia que organizò el Instituto de Estudios Valdeorreses se nos obsequiò con el libro de Antonio Castro Voces:"Segadores en Castilla, esclavos de sol a sol" que traia a la memoria la estrofa de Rosalìa:
Castellanos de Castilla,
tratade ben os galegos,
cando van, van como rosas.
Cando veñen, veñen como negros.
Fuè la mejor mano de obra que alguien supliò el de "sol a sol", por trabajo de "estrela a estrella", alimentandose en las amanecidas,segun nos deciaa por tierras abulenses, con un mendrugo de pan y torrijas y a media mañana con tocino, si bien en ocasiones el patrono les proporcionaba "caldereta" de pastores y se nos ofrecia el dato referido a 1930 la soldada se pagaba a 6000 pesetas por fanega segada y si se hacia a destajo quedaba en 5.000.
El mayoral o jefe de cuadrilla se encargaba de cobrar los jornarles y repartirlos y si el patròn quedaba satisfecho por el trabajo el trato quedaba abierto para el año siguiente.
Tostados por el sol, el semblante cortado, con aquellos ahorros conseguidos con sudor, ya en el hogar, se saldaban deudas y se sufragaban otros "rotos" caseros.
En la literatura verinense encontramos pinceladas y anècdotas jocosas en escrritos de Josè Marìa Pereda Alvarez en "A Os Contos" y "Casos y Cosas" y asi relata el regreso de una veintena de segadores que fueron atacados en el camino por cuatro asaltantes, encañonandolos con un revolver les arrebataron el dinero, denunciando el episodio en un puesto cercano de la guardia civil y el sargento, sorprendido, preguntò al mayoral.
--¿Como siendo ustedes veinte y solo tres asaltantes,se dejaron robar?.
-- mire, siñor --respondiò el jefe de segadores-- e que nós viñamos solos.
Este relato lo recoge Alfredo Vàzquez en "Galicia na seitura en Castela" que escribe:"mi agradecimiento a mis particulares amigos Jesùs Taboada, Josè Marìa Pereda y Laureano Prieto por narrar las venturas y desventuras de segadores de Vilarello da Cota".
Meixes de Pardo escribe el fenòmeno agrario que obligaba a labriegos a buscar un jornal de temporeros cifrando en 30.000 segadores, que Lucas Labrada y Cornide rebajaba a 25.000 y el Padre Feijoò exageraba al decir "millones de braceros".
De lo que nadie duda es que fueron braceros sufridos, como escribe Lafuente:
Venga el gallego a segar,
miserable jornalero,
que los hombres de Castilla,
tienen el trabajo a menos.
O esta otra coplilla popular...
Los gallegos en Galicia,
cuando van de procesiòn,
llevan un gato por santo
y una vieja por pendòn.
Y la copla:
Gallego Maruxo,
quien te compuso.
tu madre con la rueca,
tu padre con el huso.
Han pasado tantos años, el mundo diò muchas vueltas,de ahi que lo que fuè historia de Abedes en aquellos convulsos decenios las nuevas generaciones ignoren vivencias de sus abuelos, la dura vida rural, que sacamos del arcòn de los recuerdos como justo homenaje a vecinos que forjaron con las manos encallecidas, tostados por los rigores del sor, soportando fatigas , que los herederos no pueden olvidar.
