Quisicosas XV

En el régimen permisivo de nuestro Código Penal, según el cual la compasión con el delincuente es directamente proporcional a la minoración de la punición del delito cometido, no está prohibida ni limitada una cierta figura de bigamia.

Y esa es la que las circunstancias de la vida me van a permitir contraer: unas bodas de diamante con la vida y unas bodas de cobre con la soledad.

Esta bigamia se beneficia de una cierta experiencia y de una segura mezcla de escepticismo y de confianza o, al menos, de esperanza.

Y ¡cómo no!, de una gran dosis de humor para evitar precisamente, que al escepticismo se sumen la confianza y, en su caso, la esperanza.

Así las cosas, después de oír, leer y ver a tanto hablador como proliferan en los distintos medios de comunicación -llamamos hablador también a los que escriben aunque se autotitulen escritores, cronistas o articulistas- la mejor conclusión que hemos sacado nos lleva a decir, si es real la asintonía que entre los expresivos charlistas o escritores por el distinto enfoque que le dan a los temas así como entre los políticos, ¿merece la pena seguir prestándoles la menor atención?

La libertad individual hará que cada uno decida acerca de su conducta respecto al medio en que vive.

Y ahí estamos, ¿Acertaremos en nuestra opción?
El tiempo lo dirá.

Y, en agradecimiento a las innumerables felicitaciones que estoy recibiendo con mi nuevo estado afectivo, trataré de corresponder con unos capítulos de felicitaciones a diversos estamentos en premio a sus respectivas impagables labores.