Abuso sexual

¡Qué hacer frente a un abuso sexual infantil!
La atención prestada al niño que sufre abusos sexuales es importantísima en su recuperación emocional, la víctima de un abuso sexual desarrolla una visión anormal sobre el sexo, volviéndose retraído, y perdiendo la confianza en los adultos. Lo más característico son los cambios físicos donde se puede observar que se queja de: dolores (lesiones, desgarros, irritaciones o infecciones) en zonas genitales o incluso en la cara, etc. Su comportamiento es especial y significativo, habrá tocamientos excesivos en sus partes, conocimiento sexual impropio de su edad, serán seductores tanto con niños como con adultos, se aislará de sus amigos, y presentará desorden del apetito. Estará recordando lo sucedido una y otra vez, seguido de una gran agresividad, descontrol y con muchas pesadillas.

Secuelas a corto plazo y largo plazo
Las consecuencias del niño que ha sufrido abusos sexuales, depende de las características del abuso, la frecuencia, la duración de la relación con el abusador y la edad del niño. Pero las secuelas más frecuentes suelen ser:
- Físicas: pesadillas y problemas de sueño, cambios de hábitos con la comida, y no controlar sus esfínteres. En la etapa más adolescente hipocondría o trastornos psicosomáticos, pesadillas constantes, problemas gastrointestinales, y desorden alimentario.
- Conductuales: autolesiones, hiperactividad, no rendir en el colegio. Con los años también puede existir intento de suicidio, consumo de drogas y alcohol en la adolescencia
- Emocionales: miedo, agresividad, culpa y vergüenza, aislamiento, ansiedad, depresión, baja autoestima, rechazo al propio cuerpo sea al momento del suceso o con los años se agrava.
- Sexuales: conocimiento sexual precoz e impropio a su edad, masturbación compulsiva, exhibicionismo, problemas de identidad sexual. En la adolescencia desarrollara fobias, disfunciones sexuales, incapacidad para el orgasmo, o trastornos sexuales, con posibilidades de copiar y reproducir lo vivido años atrás con otros niños.
- Sociales: problemas en sus relaciones siendo más retraído socialmente. En su madurez seguirá su aislamiento, con bajas habilidades sociales.

Los niños no inventan un abuso
El pedofilo hace que el niño tenga miedo de contar lo que le ha sucedido. Saben como ganarse su confianza y suelen ser personas cercanas, con facilidad para quedarse a solas con ellos. No tiene sentimiento de culpa y aunque aparenta normalidad es inseguro, inmaduro, con dificultades de comunicación y desajustes de personalidad, sobre todo en la esfera de las relaciones sociales. Por su inseguridad personal, la relación con los menores les hace sentir poderoso, dominante y más seguros que en las relaciones con los adultos al tiempo que su falta de empatía les impide hacerse cargo del sufrimiento de la víctima. No usan violencia y no tienen sentimientos de culpa.
Los niños pequeños de 2 a 6 años, lo mejor es que expresen con dibujos o juegos, lo sucedido ya que su expresión verbal está mermada y la visión de la realidad puede estar distorsionada por chantajes emocionales que realizara su agresor para no contar nada. Es importante observar cómo dice las cosas y cómo acompaña con expresiones faciales y gestos lo vivido, es fácil ver si un niño miente o no.

¿Qué debe hacer la familia?
Si un niño presenta alguno de éstos síntomas sus padres deben explicarle que no es culpa suya y deben ayudarlo a diferenciar una experiencia sexual normal de un abuso, buscar ayuda profesional y denunciar el hecho. Las señales físicas de abuso sexual deben ser reconocidas por un médico pediatra o un ginecólogo. También es importante escuchar lo que dice, y tomarlo en serio sin hacer broma sobre el suceso. No mostrar vergüenza ni juicios ya que él se sentirá más afectado. Evitar preguntas que le hagan sentir culpable. No presionarlo y apoyarlo con afecto y protección. Darle confianza para que hable y diga lo que ha vivido con libertad. Si se busca ayuda terapéutica es conveniente preparar al niño para que sepa quién lo va ayudar y que todo será positivo para él.