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Pelotas de fraile (II)

miércoles, 28 de abril de 2010
¿Qué, les han gustado las pelotas de fraile? Boccato di cardinale, ¿a que sí? Buen gusto, sí señor. Ahora les voy a poner unos pocos pastelitos más, y luego ya se sirven ustedes mismos y por su cuenta. Que ya sabemos saborear y saber lo más y mejor.

En esta ocasión tenemos narrador omnisciente y protagonista a la vez. “En la Sudáfrica del apartheid fue difícil el período desde 1984 hasta el final del ostracismo de los movimientos de liberación y las primeras elecciones democráticas. Fue un tiempo de desconfianza, de odio, de enfrentamientos violentos y de masacres brutales, instrumentos que rigieron el gobierno opresor del Presidente O.W. Both

Este Gobierno, antes de caer por las presiones de la comunidad internacional, de las iglesias y de las masas de pobres, llevó a cabo una propaganda masiva contra sus adversarios políticos. Esta campaña, coordinada por las fuerzas de seguridad, incluía el uso de la violencia de negros contra negros, justificada como una especie de autodeterminación étnica. Era el tiempo de numerosas protestas masivas, gran derramamiento de sangre, muchos muertos y masacres violentas. Se hizo todo para desanimar cualquier idea de un gobierno negro y para demostrar que los negros son enemigos incluso de los negros. Por miedo a las fuerzas de seguridad, “ni los perros ladraban en la ciudad”. Y junto al odio y la exasperación fue creciendo el espíritu de martirio y de patriotismo.

Con el cambio de la situación y la perspectiva de un gobierno de unidad nacional bajo la guía de Nelson Mandela fueron necesarios un paradigma y un vocabulario político nuevos. ¿Cómo podían el opresor y la víctima sentarse en torno a la misma mesa y gobernar? Para esto nació la comisión “Verdad y Reconciliación”

Así se inició un proceso muy lento y doloroso; para algunos una pérdida inútil de tiempo, para otros un ejercicio terapéutico esencial, creó un terreno común donde la víctima pudiera confrontarse con el verdugo; para más de uno fue la oportunidad de cerrar las experiencias dolorosas del pasado, llegando a conocer la suerte de sus familiares desaparecidos y dónde estaban sepultados; para otros una tomadura de pelo y una vergüenza: para los que habían ordenado las masacres. Las iglesias animaron a las personas a participar en el proceso de curación propuesto por “Verdad y Reconciliación”. Muchas Iglesias se convirtieron en baluartes de esperanza y en iconos de compasión, de comprensión, de perdón y reconciliación para todos los grupos raciales de Sudáfrica y los frailes de diversas regiones estaban implicados en la promoción de la paz, de la justicia y de la reconciliación. Es más, nosotros mismos nos dimos cuenta de que para hacer posible el proceso teníamos que insertarnos fuerte y personalmente un proceso interno de Verdad y Reconciliación.

Sabíamos de antemano que esta confrontación creativa y positiva, este narrarse la verdad para la reconciliación sería difícil para los frailes, como lo fue para los demás... Todo era un primer capítulo del proceso terapéutico único, de un camino largo y doloroso, pero indispensable.”

O sea, los debates de corte antónimo en la formación, existencia y en la historia del ser humano, sean interpersonales, sean colectivos, sólo se resuelven y concluyen en la verdad de ambos polos. Confrontándose ambas partes interesadas en su verdad, en la verdad de cada una, afirmándola, reconociéndola, aceptándola y perdonándose unos y otros en la sabiduría y fuerza única de quien tiene unas pelotas, mayores que las de la mismísima progenie del Toro de Zeus, y en el secretísimo y silencioso peristilo donde las Bacantes y Ménades de Dionisos sacrifican y castran a todos los impotentes para engendrar una sola idea desinteresada. Benditas pelotas de fraile, de los frailes estos, de hoy y de ayer. Y gracias por su exhibición -bendito contrapunto anterior- ante el obsceno y absoleto espectáculo del pico y la pala para allanar las fisuras del corazón humano único, sea republicano, monárquico o apolítico total, que es lo que nos queda. El corazón humano de las diecisiete autonomías de la España de sor Patrocinio Rodríguez de las Divinas Palabras, de sus corifeos y de su altoparlante e “increíble” cofradía de la zeja. En el móvil, pelotas y no culos de politono.
Mourille Feijoo, Enrique
Mourille Feijoo, Enrique


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