¡Fecales!

Plataforma en defensa del Juez Garzón. Pues sí. Allí los había de toda catadura y pelaje, y para dar y tomar, lo que digo: culos académicos, culos sindicales, culos fiscales, culos políticos, culos artísticos y cinematográficos, culos usados y de “clavícula” invertida, culos de barrio nuevo o marginal; culos impositivos de carajo guerracivilista y de perfil siempre único y aburrido, culos confusos en las témporas y en la voz de su amo, culos al aire de la tricolor y en función tal que propia: la Defecación Total, que es lo que hay. Culos en función cerebral y encefalografía proctológica, cuando el bípedo volvió a ser cuadrúpedo por enésima vez -blasfemia darwiniana- en el día aquel de la Universidad aquella. Aquellas o aquellos.

Culos de propiedad privada o comunal, pero, eso sí, con registro civil y en la Sgae, que la “misión” del arte ese, de la intlectualidad esa y del sindicalismo ese así lo requieren y las exigencias del guión también, a ver.

De todos modos, y perdonen, ningún culo es digno de hacer de él mención, a no ser que “cague diamantes”, como requeriría G. García Márquez”. He aquí, pues, y para justificación propia (¿?), dos o tres piedras preciosas en medio del contundente estreñimiento mental de referencia: nuestros tribunales, “tribunales fascistas”, nuestros tribunales, “cómplices de torturas”, nuestros tribunales “cómplices del franquismo”, para rematarla Pepe Blanco con las rojísimas guindas garzoniles de que se hace eco la prensa de estos días. En fin.

A Hamlet algo le olía a podrido en Dinamarca y a mí casi todo me huele horrible en mi país. ¿A ustedes?

Ante perplejidades de este estilo Valle-Inclán dejó dicho aquel sublime epigrama: “La muerte es mucho más democrática que la Revolución Francesa”. Pues, venga, ante la Defecación Total, la guillotina. Muerto el órgano, se acabó su función.