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El Príncipe Azul

miércoles, 21 de octubre de 2009
Nos educan a las mujeres, ya desde temprana edad a proyectar idealismos amorosos en donde debemos encontrar a ese Príncipe Azul, antes de los 20, con el que tener una boda impresionante e ir de luna de miel al Caribe, luego ir a por 1 o 2 hijos, antes de los 30 y “ser felices y comer perdices” el resto de tu vida junto a tu pareja. Con los años y las desventuras te das cuenta que si eso no es así, no cumples la norma y ¡te puedes quedar para vestir santos!. Eso es terrible para la autoestima de una mujer donde cada año que cumple empieza a convertirse como una condena hacia una segura soltería donde se dejaría de ser atractiva para cualquier hombre.
Increíble pero cierto, se sigue pensando que el hombre soltero cuanto más maduro y mayor, más encantador y una mujer todo lo contrario. Eso no deja más que hundir en la miseria más absurda a muchas mujeres que se creen fracasadas como “hembras valiosas” frente a una sociedad tremendamente exigente con el tema de la creación de un hogar y familia y cumplir una serie de patrones.
Se debe romper ese mito, que es una losa difícil de superar, nos persigue el sentimiento de frustración cuando una relación no sale a flote o no se cumplen esas expectativas de ser mujer, esposa y madre a cierta edad. “Y si se me pasa el arroz...¿qué será de mí?” Eterna cuestión que ronda en la cabeza cuando pasas la barrera de los 30 y mucho más a partir de ahí, cuando no paras de ver como se suceden relaciones en tu vida sin que se quede ninguna para darte estabilidad o cuando tienes un noviazgo tan largo y perenne que ya no quieres, pero le tienes “cariño” y temes dejar por quedarte sola el resto de tu existencia....

¿Cuántas ranas hay que besar para encontrar al Príncipe Azul?
Cuando creces y dejas de leer cuentos ves que no hay ranas que besar para convertirlas en Príncipes sino que te encuentras con sapos y no vivirás en un Palacio hasta que no pagues la hipoteca, y ni se come perdices porque prefieres “churrasco”. Además para ser madre, no se necesita ni casarse ni estar con alguien, la opción de madre soltera está al orden del día y afortunadamente, opción más que válida. Las mujeres tenemos muchos miedos, que son alimentados desde la etapa del biberón. Avanzaríamos en muchas cosas pero el machismo sigue siendo cuestión nuestra, lo fomentamos y toda la responsabilidad recae sobre nosotras. Los hombres se complican menos, no le dan tanta importancia y sufren menos. Ellos no están tan condicionados por el tiempo y pasa igual para ambos.
La publicidad tan sexista, las tendencias de la moda que hay que seguir y la competencia que hay que superar constantemente para ser “mujer y no morir en el intento”, eso supone un estrés añadido. Me encuentro a mujeres decepcionadas de su soltería, de sus noviazgos, otras decepcionadas de sus matrimonios, con grandes frustraciones, encerradas en prisiones y resignadas a cadena perpetua. Yo les digo que; hay que CAMBIAR, y si verdaderamente quieres modificar algo de tu entorno, empieza por el propio interior no esperes que lo hagan los demás por ti. No todos pasamos por el mismo tipo de experiencias amorosas, y “lo ideal” para unos puede no ser para otros.

Ley de la Atracción
Para iniciar un giro total en la vida es importante tener en cuenta esta ley. Los sabios Babilonios ya la utilizaban, la Ley de Atracción dice que lo semejante atrae a lo semejante. Cada pensamiento tiene una frecuencia si creamos energía positiva eso vendrá a nuestra vida, si nos pasamos nuestra existencia con el papel de victima, encontraremos verdugos una y otra vez. No sabemos ni pedir lo que queremos, y mucho menos recibir, así que sería importante limpiar nuestra mente del pasado, y desde el presente proyectar en nuestro momento actual el tipo de relación que nos haría feliz, y cuando se sabe lo que se da, se está preparado para recibir. Según Buddha "Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado".
Los principios que pueden ayudar en la búsqueda de la unidad interior son:
- Ir contra la evolución de las cosas, es ir contra uno mismo, es decir ACEPTAR lo bueno y lo malo que nos suceda y no resistirse contra ello ya que si fuerzas algo hacia un fin, produces el efecto contrario.
- Superar las contradicciones, así se puede aceptar los sucesos que te ocurran en el amor sin que sean un drama.
- Si persigues el placer, te encadenas al sufrimiento pero se debe saber gozar sin inhibición cuando las oportunidades se presentan.
- Harás desaparecer tus conflictos cuando los entiendas en su última raíz, en su origen, no cuando quieras resolverlos a toda costa.
- Cuando perjudicas a los demás, quedas encadenado. Pero, si tratas a los demás como quieres que te traten, te liberas.

Castro Liz, Ana
Castro Liz, Ana


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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