Otra Navidad sin Niño Jesús
Timiraos, Ricardo - miércoles, 17 de diciembre de 2025
Mientras los pueblos y ciudades se visten de navidad y una atmósfera hipócrita de felicitaciones, villancicos y espumillón disfraza la ternura con besos y abrazos, el Niño Jesús, que está a punto de nacer, debe saber que su viaje, que siempre fue edificante, se va va a dar de bruces con el peor satán, que es el bíblico Becerro. Conviene pues prevenirlo, porque ese sempiterno eslogan de "Paz en la Tierra para los hombres de buena voluntad" va a chocar de frente, y por desgracia, con esas ingentes tropas de pésima voluntad practicando el abuso y la rapiña a base de bombas y misiles, de barbarie y desolación, de atropello y falsedades y que sólo cosechan muerte, sangre, dolor, odio, hambre y miseria. Demasiadas y excesivas calamidades que debieran servir al hombre de razones para repudiar las guerras, sabedor de que son frutos de locuras, hijas de la codicia. Estas alimañas de barro no han leído a Tagore cuando dice: "Llevo dentro de mí mismo un peso agobiante: el peso de la riqueza que no he dado a los demás". Y es que no hay peor enemigo para tu reino que el hombre y su afán desmedido por la riqueza.
Si, Jesús, somos esas figuritas de barro del belén, o si quieres del teatro de la vida, con sus consecuentes defectos, que nada tenemos en común con los humildes pastorcitos; porque si bien quedan personas maravillosas ejemplos de vida, la gran mayoría forma un engranaje de intereses que sólo adora al dios dinero y tras él pierde, si alguna vez las tuvo, las mejores virtudes humanas que son generosidad, humildad, paciencia, respeto, templanza, prudencia, lealtad, empatía, sensibilidad, bondad, gratitud, esperanza...
Tu filosofía siempre resulta vigente, sin embargo, permíteme decirte desde mi visión pesimista que tu anual visita es cada vez más descafeinada. Estos locuaces muñecos que llaman hombres aprovechan la vista para dar rienda suelta a su ego, su vanidad, su soberbia y su ostentación. Pocos son los que usan estos tiempos para la reflexión y cambiar sus roles en pos de tus enseñanzas y considerar que la vida es mucho más que negocios y deshumanización. La política, Jesús, se ha convertido, no en un loable trabajo en favor de la sociedad, sino en un cómodo medio de vida donde los mediocres legislan hasta utilizando tu nombre. ¿Por qué no les recuerdas aquello de dar posada al peregrino, por ejemplo? ¿Por qué no les dices que un enfermo no es un número ni un beneficio? ¿por qué los colegios son todavía los creadores de la marginación y el racismo? ¿Hasta cuando vamos a permitir que las residencias de ancianos sean trasteros de viejos en manos de fondos buitres? No, Jesús, no hemos progresado sino involucionado, Urge que vengas con el látigo del templo para poner freno a tanto abuso y desvergüenza y recuperar las virtudes humanas que nos robó ese becerro de oro. Te reitero, porque se supone que esto lo leerá la gente, que hemos convertido nuestras vidas en absurdas exhibiciones de ego, de presunción, de vanidades varias, de infantiles postureos y exhibiciones de imbecilidad, y, sobre todo, en un teatro del absurdo en que vivimos, sin realizar un mínimo ejercicio de auto-crítica. Asusta el futuro por la irresponsabilidad del ser humano. Siento lástima y pienso en nuestra pobreza espiritual.
Por eso ahora quiero recordar que Tú nos enseñaste a compartir, a cuidar a los necesitados, a tratar con amor a los que sufren, a vivir con sencillez y humildad...¡ Tantas cosas que nada tienen que ver con nuestro diario vivir. ¿Hasta cuando vamos a permitir que el becerro de oro compre hasta los sentimientos y el hombre se convierta en un títere de la vida en un teatro de vanidad y estupidez? Dime, Tú Jesús, ¿qué hemos hecho de nuestra inteligencia y de las virtudes del hombre? ¿Qué hemos hecho con la humildad, la generosidad, la verdad, la sinceridad, justicia, la prudencia, el respeto...?
Vienes a vernos, Jesús, y se agradece la visita, pero, donde antes encontrabas humildes pastores que cuidaban sus rebaños y se pasaban la vida compartiendo sus humildes cosechas con los demás, hoy tropezarás, al menos en nuestro entorno, con una sociedad hueca, anquilosada, inerte, pasota, exclusivamente pendiente de su comodidad, complacida de su estatus, campeona de un egoísmo atroz. Verás una sociedad soberbia, displicente, altiva y vanidosa viviendo para despilfarrar en exhibicionismo vacuo y rancio.
La avaricia y el dinero son como un herpes que todo lo invade para dañarlo y así del hombre humilde, nace el repulsivo nuevo rico, vanidoso, altivo y soberbio; al espléndido solidario, lo transforma en triste avaro y egoísta; al hombre idealista amante de la justicia, lo convierte en oportunista o lo deja sólo, cuando no acomodaticio, tramposo e injusto; del presuntuoso tolerante, sale el racista, displicente y explotador; de los que se consideran libres surgen muchos iluminados que desembocan en poderosos tiranos; de los grandes respetuosos y tolerantes tenemos demasiados nefastos ejemplos en el Parlamento; de los que usan una supuesta bondad y empatía vemos sus abusos y marginaciones para vivir su falsedad. Más lo peor de todo, querido Maestro, es la ola de agresividad y violencia desaforada con que amenazan las huestes de la barbarie de la ignorancia. El horizonte está hecho de nubarrones.
La vida, que unos empiezan y otros la vamos dejando atrás a jirones, parece caminar por mal sendero y bueno sería y muy hermoso que de una vez y para siempre "viniera a nosotros tu reino" y no esa vorágine tan absurda que patrocina satán. Decía una canción religiosa, cuando todavía iba a la iglesia, "si nos falta el amor...". Y si nos falta, nos sobra todo.
Y si, después de avisado, te presentas en este mundo, por amor, dale un meneo de cordura, valentía, limpieza y... líbranos del Becerro, amén.

Timiraos, Ricardo