Tomé se guarda un as en la manga... y Lara Méndez tiene mucho que explicar
Al igual que dirá Pedro Sánchez un día de estos, yo nunca he hablado con José Tomé. En mi caso es literalmente hablando, no por conveniencia. La única vez que habíamos concertado una entrevista con él por un tema de la Asociación nos tuvo esperando 50 minutos, después de avisar en su secretaría de que era un día muy malo para las personas que me acompañaban, porque era víspera de Reyes y tenían que trabajar, y acabamos marchándonos. No es la primera ni la última persona con la que nos pasa eso, porque la gente muy importante se cree que el tiempo de los demás no lo es. No nos volvió a citar.
Sin embargo, evidentemente yo sé quién es él y coincidimos a menudo en una cafetería por las mañanas y saluda con educación, no sé si porque me conoce también de vista o porque saluda a todo el mundo.
Ayer me lo volví a encontrar en esa cafetería y estuve a punto de ir a hablar con él para decirle que, en mi modesta opinión, había cometido un error dimitiendo si realmente sólo hay una denuncia anónima y es falsa
Pero me pareció que debía estar harto de que la gente le diga cosas y más viniendo de alguien a quien no conoce de nada, así que no me atreví.
Reflexionando sobre el asunto caí de la burra más tarde: habría sido una torpeza decirle eso, porque la decisión no fue suya. Ha dejado los puestos de los que le podían echar desde sus siglas. Tanto la Secretaría General del PSOE provincial como la Presidencia de la Diputación de Lugo las deciden otras personas para las que, a día de hoy, Tomé es tan tóxico como si hubiera estado viviendo en Chernóbil desde el 86 al martes por la tarde. Le falta brillar por las noches. Si mantiene el cargo de Alcalde de Monforte es porque se ve que las nueve personas que le acompañan creen que dependen más de su voluntad que de las siglas.
Sin embargo, el partido no le puede obligar a dejar el acta de Diputado Provincial. Una vez elegido para el puesto, es suyo y no se lo pueden retirar, lo que es curioso porque no sale de una votación ciudadana directa, sino que lo eligen los concejales por partidos judiciales. Esto quiere decir que Tomé se guarda un as en la manga: lo echan de la presidencia, pero sin su voto no pueden nombrar a su sucesor.
Dudo mucho que nos encontremos ante la segunda parte de un "Martinazo" y que Antonio Ameijide acabe de presidente de la diputación (aunque mis predicciones en estos temas suelen salir rana, así que vayan haciendo la pelota a Antonio por si acaso). No veo a Tomé facilitando un gobierno del PP... pero si yo fuera mandamás del PSOE tampoco me lo tomaría a coña porque antes de permitir que aúpen a la dirección de institución a alguien que él considere relacionado con su situación es capaz de abstenerse, con lo que los populares se harían con la Diputación.
Ahí está la cuestión: Tomé está convencido, quizá con razón, de que su caída la ha provocado "fuego amigo" (él mismo lo dijo). Lo de "al suelo, que vienen los nuestros" sigue siendo una máxima de plena actualidad en política, y con el pasado reciente y su tormentosa elección como camarada Secretario General de la provincia tiene, en su imaginario particular, mucho que ver con su bajada a los infiernos.
Antes de ver de Presidente de la Diputación de Lugo a Iván Castro, José María Arias o a Rocío Seijas, que fueron los que se ausentaron del pleno para presionarle a pasar por el aro en su día, es capaz de permitir que gobierne el PP, porque para lo primero tendría que tragarse el sapo de votar activamente a favor y para lo segundo no hacer absolutamente nada.
No me resisto a cerrar el artículo de hoy sin una mención a nuestra bienamada exalcaldesa, Lara Méndez, de la que hoy se publica en ABC que no sólo era conocedora la existencia de denuncias desde hace meses, sino que intentó convencer a una presunta víctima de que no denunciase. "Hermana, yo sí te creo"... pero cierra el pico que nos hundes el chiringuito.