
Y a dictador muerto, Rey puesto. Un Rey rodeado de malos asesores, o quizá con otro tipo de intereses, que se olvidó de que el Sáhara también era España porque yo a los saharuis, sus habitantes, siempre les escuché aquello de...
- ¡Antes españoles que marroquíes...!
Y los abandonó la ONU dos veces, las que iba a celebrar un referéndum para el que no hubo lugar y sobre lo que yo escribí en mi vieja Olivetti que aún conservo porque es el espejo en el que miro hacia el pasado.
¿Aún hay remedio?
Uno de los viejos lobos del PP me contestó:
Eso es cosa de las OENEGÉS y de los periodistas de causas pobres como tú...
Me cago en...
Tuve que reprimirme porque su madre no tenía la culpa, pero su suerte cambió con Feijóo y ahora no es nada... es un político sin cargo. Diría un diputado gallego del PSOE, que en estos momentos también es presunto:
- Como eres del PP, jodete, jodete...
Lo cierto es que España, sus políticos, su Rey, dejaron en la estacada a un pueblo que no es de sangre azul, pero ese es el color de sus túnicas y de sus caras, sobre todo las de los más sabios que suelen ser los más viejos...
- ¿Por qué los tuaregs sois de piel azul?
- Porque somos hijos de rey... Ja,ja,ja... Mira, en el desierto hay que aprovechar el agua y lavamos las túnicas y luego nos lavamos el cuerpo y la cara... Con el tiempo, la piel se vuelve azul... ¡Un milagro!

Esto me lo contó mi guía de un año largo por el más bello mar de arena que he conocido. Se llama Mohamed Alí y algo más, pero del algo más me he olvidado. Es -espero que aún viva- mi mejor amigo saharaui. Me gustaría que se viniera a vivir conmigo a Galicia...
Es tan generoso que me salvó la vida poniendo muy en riesgo la suya... Verás.
Aquella vez nos perdimos, cosa fácil en un desierto, en donde las señales cambian cada vez que hay siroco, es decir, cada dos días. Nuestro jeep entró en Mauritania, entonces en guerra, por un paso con fuego cruzado entre dunas...
Moha, como yo le llamaba, sacó de su morral la bandera del Sáhara Libre y comenzó a agitarla por la ventanilla del jeep. Entonces...
Los disparos cesaron y nosotros encontramos el rumbo que nos llevaría a la boca del Río de Oro y de allí a casa, a Villa Cisneros.
Moha era un soldado experto y me llevó para relajarme al lugar donde había naufragado un barco... ¡Impresionante paisaje! A tres o cuatro kilómetros del mar, el esqueleto de un buque antiguo de transporte, flotaba sobre aquella arena tostada. Increíble.
Luego, ese mismo día me hizo nadar hasta la Isla de los Cartagineses, que guarda, según contaba, numerosos tesoros arqueológicos...
El Río de Oro no era tal río, sino una lengua de mar que se extendía desde las costas de Villa Cisneros unos veinte kilómetros, más o menos. Para mí era como una de mis rías gallegas, con playas pero sin bateas...
Moha cumplía aquel 1º de Marzo 29 años, aunque aparentaba muchos más. Y nos invitó a Joe Lopinto Goodyear, redactor jefe de Life Internacional, y a mí, a tomar el té con pastas en su casa. Es un decir...
Porque su casa era una "haima", una gran tienda de campaña que a mí me pareció siempre menos cómoda que las pallozas prerromanas de Ancares. En ella me presentó a sus padres, a su esposa Zaida cuya belleza se presentía detrás del velo con el que medio cubría su rostro; y a media docena de hijos que iban desde los dos años a los diez...
La "haima" rebosaba felicidad lo que también se notaba en las sonrisas de aquella familia que vivían del sueldo de Moha como guía de las españolas Tropas Nómadas; de algunos cabritillos que criaban varias parejas de cabras; de la cría de camellos y también del arte que las mujeres demostraban en la creación de velos y fulares que vendían en el zoco de Villa Cisneros...
¿Y los niños?
Van al Colegio Español y en casa, con los abuelos, estudian el Corán y la cultura árabe saharaui...
Nunca olvidaré aquel día por la lección de hospitalidad que impartió Moha, descubriéndonos sus secretos familiares:
Estamos ahorrando para comprar una casa en Villa Cisneros, de esas de protección oficial y abandonar el poblado. Por las noches no duermes con las hienas y una "lefa" mordió al pequeño y hubo de morir...
Zaida trajo un lujoso juego de té, lo más lujoso que había en aquella "haima"...
Todos tomamos tres y Moha lo explicaba casi al mismo a tiempo.
Este es amargo, como la vida...
Ahora toca suave, como la amistad...
Y este último es dulce como la mujer...
Zaida se quitó el velo de la cara y nos dejó ver un rostro perfecto, azulado, en el que destacaban unos ojos claros y unos dientes blancos como la nieve que no dejaban de sonreír... El viejo Mohamed padre explicó el ritual:
Ahora sois como de la familia y todo lo que es nuestro será siempre vuestro...
¿Por qué el último té decís que debe ser dulce como la mujer?
Para nosotros la mujer significa la vida, porque es quien nos trae a ella... Su dulzura nos la transmite a través del ritual del tercer té... Al tomarlo con gran placer le estamos mostrando nuestro mayor afecto...
Ni Zaida ni Moha ni ninguno de sus hijos a los que imagino saharauis hechos y derechos cambiarían esta su vida por nada. Por eso jamás entenderé porqué se la cambió un Rey que presumía de demócrata y un gobierno que protagonizó una Transición.
Aún me sigo preguntando cuando el Sáhara será libre...