Influencers y streamers: la profesión soñada de la juventud española
Suárez Sandomingo, José Manuel - martes, 02 de diciembre de 2025
Cada vez más jóvenes españoles sueñan con convertirse en influencers o streamers. Y no resulta extraño: muchos de ellos logran reunir miles, incluso millones de seguidores, mostrando una vida aparentemente idílica entre sesiones de fotos con marcas, viajes internacionales, colaboraciones publicitarias o directos en Twitch con audiencias masivas.
Ahora bien, surge la pregunta: ¿de dónde procede este deseo de fama y popularidad, cuando en otros países cercanos sus adolescentes aspiran a profesiones más tradicionales? En Portugal, por ejemplo, muchos sueñan con ser bomberos; en Inglaterra, pilotos; en los países nórdicos y centroeuropeos, escritores; y en Francia, abogados.
Una posible explicación se encuentra en la teoría de Montesquieu, quien afirmaba que el clima determina las leyes. A ello habría que añadir la influencia de la cultura, que moldea actitudes y aspiraciones. En los países cálidos, la cultura tiende a ser más abierta, dinámica y orientada a compartir experiencias. Quizás por ello, los turistas del norte y centro de Europa describen a los españoles como personas amables, acogedoras y cercanas. Esa percepción inicial les atrae, aunque luego les sorprenda nuestra mayor permisividad social. Y es precisamente en esa apertura donde podría residir el deseo de los jóvenes españoles de convertirse en influencers: un estilo de vida que evita la rutina y se alimenta de la improvisación y la novedad constante.
Esta realidad, asumida tanto por los propios españoles como por quienes nos visitan, refleja una actitud vital que a menudo pasa desapercibida: la inclinación a abrirse a los demás a través de la comunicación. Sin embargo, este camino no está exento de dificultades. Para ser un buen comunicador no basta con la empatía, la imagen o el conocimiento de lo que se quiere transmitir. Se requieren también medios adecuados y objetivos claros, que eviten el desprestigio o el uso con fines poco éticos. En los jóvenes, su ausencia puede convertirse en un hándicap que derive en frustración o en decisiones poco acertadas.
Además, conviene recordar que para ser un verdadero comunicador en redes sociales no basta con la espontaneidad. Se necesitan conocimientos de publicidad digital, gestión de contenidos y capacidad para producir materiales con calidad visual que atraigan seguidores. Por ello, más que un trabajo individual, ser influencer exige un equipo multidisciplinar, constancia, adaptación a las tendencias y una estrategia sólida para sobrevivir en un entorno digital en permanente evolución. Detrás de cada publicación debe haber siempre planificación, esfuerzo y trabajo.
Muchos de quienes hoy desempeñamos trabajos tradicionales o hemos orientado nuestra vida hacia nuevas oportunidades, también probamos en su momento otras experiencias llenas de ilusión: la música, la interpretación, el arte... proyectos que no terminaron de consolidarse y que, con el tiempo, se transformaron en simples aficiones o se apagaron por falta de interés.
Del mismo modo, es posible que la actual tendencia de los jóvenes hacia el mundo de los influencers pierda fuerza en el futuro. Cuando se afiancen otras expectativas profesionales o vitales, ese entusiasmo inicial por la fama digital puede desvanecerse, igual que ocurrió con nuestras propias pasiones juveniles.
José Manuel Suárez Sandomingo, Presidente de la Asociación Profesional de Pedagogos e Pedagogas de Galicia.

Suárez Sandomingo, José Manuel
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