El Cardenal Müller y los homosexuales
Silva, Manuel - lunes, 01 de diciembre de 2025
El pasado día 4 de este mes de noviembre el periódico RELIGIÓN DIGITAL publicó una información en la que recogía unas declaraciones del cardenal alemán Gerhard Müller asegurando que decir la misa en latín (de lo que él es firme defensor) no es lo que divide a la Iglesia, sino "las bendiciones pastorales' a parejas homosexuales, recogida y autorizada en 2023 por 'Fiduccia supplicans', una Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe, un organismo del Vaticano similar, en términos laicos, a un Ministerio del Gobierno de un país.
El cardenal Müller que, precisamente, fue Prefecto de este Dicasterio entre 2012 y 2017, está en contra de esta Declaración porque, a su juicio, "relativiza el sacramento del matrimonio".
Con todos mis respetos, no exentos de cierta osadía, me atrevo a recordarle a Su Eminencia Reverendísima que Jesús, al instituir la Eucaristía -la primera misa en el transcurso de La Última Cena- no lo hizo en latín. Según tengo entendido, lo hizo en arameo, idioma en el que hablaba habitualmente. Por lo tanto, y de acuerdo con la doctrina del Concilio Vaticano II, lo más oportuno es celebrar la misa en el idioma de cada país, para que los participantes se enteren bien de lo que allí se hace y se dice.
También me atrevo a decirle que la Declaración Fiduccia Supplicans distingue entre "bendición pastoral", que es la que autoriza que impartan los sacerdotes a los homosexuales, y la "bendición litúrgica". Y yo estoy plenamente convencido de que si Jesucristo, en sus recorridos por tierras de Palestina, se encontrara con una pareja de homosexuales que le pidiera su bendición, lo haría encantado.
Y pienso que es oportuno traer a colación los pasajes del Evangelio (Mateo, 8 20 y Lucas, 9 -58) en los que Cristo, al señalar los requisitos para seguirle, subrayó que las aves del cielo tienen sus nidos y las zorras sus madrigueras, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza.
Y es aquí, señor cardenal, donde a mi pobre entender, está algo que SÍ divide a la Iglesia: Mientras unos obran según las enseñanzas de Jesús, ayudando a los más necesitados, a los heridos o hambrientos en los caminos de la vida, otros dedican su tiempo, no a ayudar, sino a gritar "Señor, Señor", pero luego hacen lo que les viene en gana y a su santa conveniencia. Los que sólo se acuerdan de los pobres cuando ven a uno pidiendo limosna a la puerta de la iglesia en la que ellos acaban de comulgar y les dan un euro como gran aportación fraternal y 'ahí te quedas... y ahí te pudras'. Irán luego al confesonario y el sacerdote les absolverá y les dará 'la bendición'.
Los que sí dividen a la Iglesia son también quienes caminan orgullosos bajo palio con largas capas y báculos, anillos pastorales y solideos y mitras en la cabeza, sin tener en cuenta que Cristo, en vez de báculo, caminó hacia el Calvario con la Cruz a cuestas y, en vez de solideo y mitra en la cabeza, lució una dolorosa corona de espinas. Mientras el Hijo de Dios no tenía donde reclinar su cabeza, otros, a lo largo de los siglos en la historia de la Iglesia -asegurando que lo imitaban- vivían comían y dormían en suntuosos palacios. Aún hoy vemos muchos casos. Éstos, Eminencia Reverendísima, SÍ que dividen a la Iglesia.

Silva, Manuel