Qué olvidamos y qué recordamos y Leonardo Padura
Caminero, Jmm - viernes, 24 de octubre de 2025
Cada generación tiene que hacerse una pregunta, entre muchas, qué queremos recordar y qué queremos olvidar, pero nunca qué queremos cambiar o modificar o engañar o mentir.
Si alguien lee mis artículos o una parte de ellos, sabe que estoy haciendo una pequeña microhistoria del articulismo hispánico, algunas veces, también entro en América, como en este caso, y, entonces cito a otro articulista, primero, para recordarlos, segundo para homenajearlos, y, por lo general, recuerdo uno de sus artículos, así de alguna manera o forma, voy recordando a autores y autoras y, de alguna manera, se hace una especie de minidiálogo imaginario de hablar tres personas: este escribiente, el autor/a del artículo que menciono, y, por lo general, a su vez, ese artículo de ese columnista, cita a otro autor/persona/personaje/hecho...
En este caso, recordamos, no sé si usted lo conocerá o lo recordará, yo debo confesar que apenas a Virgilio Piñera (1912-1979) al que hace un homenaje y un recuerdo y conmemoración, Leonardo Padura, Leonardo de la Caridad Padura Fuentes (nacido en la Habana, en 1955), pues este autor lo cita en un artículo de opinión, titulado: Siempre la memoria mejor que el olvido, que publicó no sé en qué cabecera en abril del 2012. En el que nos narra y cuenta que Virgilio Piñera se pasó la última década de su vida, en una especie de ostracismo cultural interior, sin publicar apenas...
No voy a entrar en la política cultural de ninguna sociedad y ningún país y ningún Estado y ninguna ideología, ni de ayer, ni de hoy. Pero creo que este es el problema y uno de los problemas más graves de todos los escritores y escritoras de todos los tiempos, geografías, culturas y lenguas y sistemas sociopolíticos... Lo primero, es que se valora/evalúa/critica/pondera, y, enseguida se indica este producto cultural y, por consecuencia este escribiente, es de tercera o de quinta. Y, se le cierra el paso. O, éste es de tal ideología o de tal otra, y, se le cierra el paso. O, este polígrafo no es de los nuestros o al menos, no ataca a los adversarios nuestros, y, por tanto se le cierra el paso. O, mil otras razones, para cerrar puertas y ventanas a unos y a otros...
Este es el drama de la escritura, y, en la medida que conocemos del resto de las artes, dejamos por el camino, a cientos y a miles de autores y autoras, que pueden ser de quinta categoría, pero que han estado trabajando en este arte, sea el que sea, diez o cincuenta años de su vida. Que pueden ser de quinta categoría de calidad, pero qué también han intentado reflejar el mundo en el que han vivido. Que pueden estar equivocados en los contenidos y en los continentes, en lo que dicen y en cómo lo dicen o expresan, pero que también tienen derecho a que su voz permanezca, al menos, para el futuro, para futuros investigadores. Porque también, podemos pensar, que alguna vez se escribirá las culturas que surgen en comarcas o unidades territoriales más pequeñas, y, en esas geografías, quizás, tengan un pequeño lugar en el mundo cultural...
Nadie puede negar, qué sería un gran descubrimiento que detrás de una doble pared de una casona manchega o aragonesa o andaluza o extremeña se encontrarán quinientos libros y manuscritos de obras de varias decenas de autores del Siglo de Oro, aunque fuesen autores y autoras de quinta categoría. Sería un descubrimiento que sería una noticia cultural mundial. Pues esta es la cuestión. Si quieren encontrar dentro de tres siglos, obras de autores de cualquier lugar, de cualquier comarca, de cualquier provincia, de cualquier región de autores de hoy, que son de quinta categoría, tendrán que empezar a crear espacios, entidades, depósitos, archivos, bibliotecas que puedan conservar estas obras. Quién sabe, si dentro de tres siglos, algunas obras, de autores de hoy, considerados de quinta categoría se les eleva su valor cultural y su valor entitativo y su valor gnoseológico...
El análisis de los hechos culturales que no son ciencia, que no se rigen por el método científico, que no se puede aplicar la falsabilidad o veracidad de Popper, que no se pueden analizar según el doble o el triple ciego. Pues todos los fenómenos culturales, creación o producción cultural que no es ciencia, valorarlos y evaluarlos a mi parecer es un ejercicio enormemente complejo y difícil. Con lo cual, aunque admitamos que al final, sólo surgen tres o cinco o siete grandes genios en cada especialidad del saber por siglo y a nivel mundial.
También debemos pensar, que autores, en todos los saberes y artes, de quinta categoría, también tienen derecho a respirar, existen millones de especies vivas y vivientes, y, todas ocupan un pequeño lugar, aunque sean pequeño. Todas las especies son necesarias... Por tanto, aplíquenlo también a la cultura, a la creación o búsqueda de ideas y de interpretación de la realidad...
Creo que este es el drama de la cultura y Cultura, en cada generación se pierden cientos, miles de autores y autoras, en los distintos saberes. Sus obras, sean mejores o peores se van perdiendo, deteriorando, destruyendo, cuando pasan tres o cuatro generaciones apenas queda nada de ello y de ellos.
¡Porque cuánto alegría sería que no se perdiesen, decenas de autores de la generación del 27, en distintos saberes, aunque sean de tercera categoría, cuántos que están y estuvieron repartidos por las provincias de España y en provincias, y, no sólo que florecieron en Madrid...! ¡O, lo que queremos es que se olviden, para que sólo luzcan los que tienen establecidos...! ¡Qué nunca se puedan recuperar otras voces, otros tonos de voces...!

Caminero, Jmm