Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Soy rebelde y no dimito

Timiraos, Ricardo - miércoles, 01 de octubre de 2025
A mi bienquerido profesor D. Uxio García Amor, quien cariñosamente me llamaba "revello".

Nos llaman soñadores, idealistas, ingenuos, utópicos, tontos, inadaptados... y con ello tratan de negarnos nuestra capacidad de pensar, de que podamos ver la realidad, de que sean factibles nuestras ideas... y acaban por desistir, dejándonos por imposibles, sin ser capaces de darle la oportunidad a su mente de reflexionar para al menos respetar los argumentos ajenos. La huida no suele ser gratuita y es que de determinados temas no se quiere hablar.¿ Qué será?. Se cierran en banda y se escudan en el inmovilista mantra de "es lo que hay".
Y lo que hay muchas veces es desidia, pasotismo, indiferencia, ideología, intereses creados, amiguismo, comodidad, cobardía... Esta "buena" gente, por no molestar a nadie- en su vieja zorrería saben muy bien que molestan a otros-, son capaces de aguantar las mayores injusticias, no con estoicismo, ni la falsa resignación cristiana, sino con la indiferencia de quien sería capaz de ser esclavo. Escribí muchas veces que los caciques son el fruto de la miseria ajena.
No, no son tontos tampoco, sino seres inertes. Alguien grabó en su ADN la abulia, la dejadez, y quizás- perdonen la osadía- la sociopatía. Porque estos personajes, no sólo no se inmutan ante el dolor y el sudor de la lucha social, sino que son capaces de reírse de los que día a día se esfuerzan por mejorar la vida luchando por sus derechos. Y me van a permitir que mi medida de la bondad no se adapte a ellos. Lo de buenas personas que se lo cuenten al cura.
Nunca pensé que viniendo de donde venimos, una sociedad pobre, solidaria, trabajadora , luchadora sacrificada y emigrante, pudiera evolucionar a una tan vanidosa de riqueza, egoísta, insolidaria, cómoda y frívola hasta caer en la estupidez más absurda. Nunca creí que pudiéramos ser tan cretinos que sólo usemos el dinero como medida de las cosas. Nunca creí que perdiésemos la solidaridad con los nuestros y los ajenos. Avergonzado estoy de que las instituciones, sobre todo religiosas, estén tan calladas y vivan ajenas a los abusos de Gaza, Ucrania o cualquier otro país. Nunca esperé que los que antaño emigraron sean tan intolerantes con los que vienen de otros países a buscarse la vida Me resulta incomprensible que quien fue trabajador y luchador no haya explicado a sus hijos no sólo la responsabilidad, sino también el derecho a ser dignamente tratados. Nunca esperé que los padres no inculcaran en sus hijos unos principios tan esenciales para la vida. No esperaba la decepción que llevé al ver a las generaciones posteriores a la mía, tan ansiosas y hasta desalmadas, con una voracidad desmedida por el dinero y la fama. ¡Qué miseria mental padecen las gentes de mi generación! ¿ Dónde aprendieron a ser tan altivos y displicentes? ¿ A dónde hay que ir a buscar ahora la humildad, la diligencia, la generosidad, la paciencia, la caridad, la mesura, el esfuerzo, la constancia...?
Cada día que pasa me asusta más la estupidez humana. Percibo el peligro de que entre tanto postureo, elfies, redes sociales, y demás gilipolleces y pienso que podemos acabar con alguien que sea un híbrido de tonto e inteligencia artificial. ¡Lo que no haga un cretino con dinero!.
Vivo en una sociedad en la que esos comodones insolidarios no quieren ver las dificultades que atraviesan sus nietos, donde el egoísmo niega la realidad del cambio climático, donde se buscan mil disculpas para no asistir a las luchas por recuperar el servicio público de los hospitales, escuelas y demás servicios sociales. Vivo con gente de cuarenta o cincuenta años que en su mayoría no son conscientes de que están dejando caer lo bueno bueno que teníamos. Nada es gratis en la vida y alguien debiera de decírselo. Vivo en una sociedad anodina. Y duele que tanto desinterés por defender lo nuestro sólo sean declaraciones de amor en el faceboock.
Cuando uno es ese iluso que comentaba al principio usa sus herramientas para combatir ese abandono colectivo, esa irresponsabilidad social, esa filosofía negacionista y cómoda que usan los comodones y que son los que gozan de más medios para cambiar las cosas. Y lo duro es que siendo estos inmovilistas los que ostentan el poder, nuestros sueños, con toda la carga que le podamos dar, sólo pueden decir lo que escribía Antoine de Saint Exupéry en el Principito: "NINGÚN SOÑADOR ES PEQUEÑO, NI NINGÚN SUEÑO DEMASIADO GRANDE".
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
HOMENAXES EGERIA
PUBLICACIONES