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A pesar de todo... sigo soñando

Silva, Manuel - lunes, 29 de septiembre de 2025
En el mes de septiembre de 2025 tuve varios sueños muy -pero que muy, muy- raros:

En el primero de ellos vi al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, llorando de arrepentimiento por el genocidio que está llevando a cabo en Gaza. Convoca a los rabinos de Jerusalén para pedirles que intercedan por él ante Yahweh y presenta la dimisión de todas sus responsabilidades políticas. Ahora, según el sueño, se pasa los días rezando ante el Muro de las Lamentaciones.

En el siguiente sueño aparecía Vladímir Putin dándole un fuerte abrazo al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y pidiéndole perdón por lo mucho que hizo sufrir a su país. Y, tras dimitir también como presidente de Rusia, Putin comienza a realizar los estudios y otros requisitos necesarios para poder convertirse en Patriarca ortodoxo de Moscú.

En un tercer sueño apareció Donald Trump anulando todos los descomunales aranceles que impuso a medio mundo. También pedía perdón a todos aquellos países a los que amenazó con que terminarían "besándole el culo". Y lo más asombroso: reconocía que era hijo de emigrantes (a los que tanto él persigue violentamente ahora): su abuelo era alemán y su madre escocesa.

En mi alocado sueño, Trump pedía perdón a los periodistas críticos con su gestión y que, con sus amenazas, consiguió que las empresas los dejaran sin empleo. Esto produjo gran estupor en el mundo porque un país, como los Estados Unidos de América, considerado un modelo de libertad de expresión, haya tolerado este atropello.

El nieto de emigrante alemán y de madre escocesa también reconocía en este sueño que era un "ultra" y un "facha" empedernido y que no tenía cura, pues había acudido a la consulta de varios psiquiatras y todos coincidieron en que su enfermedad era incurable.

Seguidamente irrumpe en este sueño George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos, quien me aseguraba que él tenía poderes sobrenaturales para expulsar a Trump de este país, pero que no sabía exactamente si debía mandarlo para Alemania -de donde era su abuelo- o a Escocia, patria de su madre. Y yo le aconsejaba que lo echara a suertes, tirando una moneda al aire: si salía 'cara'..., para Alemania y, si salía 'cruz'..., para Escocia.

En el cuarto sueño, un grupo de católicos le pregunta al Papa León XIV si cree que estos sueños pueden convertirse en realidad, a lo que el Sumo Pontífice, con cara muy triste, responde: "Tengo que verlo para creerlo. Pienso que sería necesario un milagro".

Acto seguido, y dentro del mismo sueño, surge de repente la figura de Pedro Calderón de la Barca, quien, sonriente y con gran dosis de ironía, me recuerda que "la vida es sueño" y que "los sueños... sueños son".
Silva, Manuel
Silva, Manuel


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