La educación es mucho más que memorizar datos o preparar exámenes, y esto es algo que los colegios privados tienen completamente interiorizado. Especialmente en las primeras etapas de formación escolar, hay que buscar que cada niño aprenda a expresarse,

a desarrollar su capacidad de análisis y a encontrar soluciones originales a los retos que se le presentan. Si se observa la
Educación Primaria en Asturias, se aprecia cómo la modalidad formativa privada ofrece propuestas cada vez más variadas, entre ellas la creciente presencia de colegios privados británicos que despiertan el interés de muchas familias. Cada vez más padres buscan para sus hijos una enseñanza donde la creatividad y el pensamiento crítico tengan un papel central en su desarrollo personal y académico.
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Un modelo que rompe con la enseñanza repetitiva
La gran diferencia de los colegios británicos está en su manera de plantear las clases. Lejos de un sistema rígido en el que el profesor dicta y el estudiante escucha, se apuesta por dinámicas que fomentan la participación activa. Se organizan debates, proyectos prácticos y actividades colaborativas en las que el alumno siente que su voz cuenta. Esto transforma por completo la percepción que un niño tiene de la escuela: deja de ser un espacio donde acumular datos para convertirse en un lugar donde se construye conocimiento a partir de la experiencia. Esta metodología despierta la curiosidad, porque cada jornada ofrece un reto nuevo. Y al enfrentarse a preguntas abiertas, sin una única respuesta, los estudiantes aprenden a razonar, a argumentar sus opiniones y a comprender que existen distintas formas de abordar un mismo desafío.
Por ejemplo, en lugar de limitarse a resolver ejercicios de un libro, se organizan proyectos de investigación en grupo sobre temas actuales como el cambio climático o la inteligencia artificial. Los alumnos presentan sus conclusiones en formato exposición oral o incluso en pequeños documentales grabados por ellos mismos. Además, es habitual que se organicen debates semanales sobre temas sociales o científicos, donde cada estudiante defiende una postura asignada, aunque no coincida con su opinión personal. Esto les obliga a buscar información, estructurar argumentos y exponerlos con claridad. Otra actividad muy característica son los "mock parliaments", sesiones que simulan debates parlamentarios en las que los niños aprenden cómo funciona una democracia mientras desarrollan habilidades de oratoria y trabajo en equipo.
El arte y la creatividad como parte central del aprendizaje
La creatividad no queda reducida a una clase aislada de música o plástica: en estos centros se entiende como una herramienta transversal que atraviesa todo el currículo. El arte se utiliza para reforzar asignaturas como literatura, historia o incluso ciencias, logrando que conceptos abstractos cobren vida a través de experiencias concretas. En estos colegios se realizan proyectos teatrales que mezclan literatura e historia, por ejemplo, representar escenas de Shakespeare en inglés mientras estudian el contexto histórico de la Inglaterra isabelina. En ciencias, se proponen experimentos que terminan en una exposición artística, como crear maquetas o murales que expliquen procesos biológicos o químicos.
También se hacen concursos de poesía y escritura creativa, donde los alumnos inventan relatos relacionados con lo que están estudiando en clase, reforzando la comprensión desde la imaginación. Incluso la música entra en juego de manera práctica: algunos colegios proponen componer canciones para explicar fórmulas matemáticas o leyes físicas, de modo que los contenidos se recuerdan de forma más lúdica y original. Esta forma de trabajar estimula la imaginación, potencia la innovación y desarrolla habilidades que resultan esenciales en la vida adulta. El alumno no solo aprende la materia, también gana confianza en sí mismo al ver que su creatividad tiene un valor real dentro del aula.
Pensamiento crítico: aprender a cuestionar y a argumentar
El pensamiento crítico ocupa un lugar fundamental en los colegios británicos de España. No se enseña únicamente a memorizar datos, se anima a los estudiantes a cuestionar la información que reciben, a plantearse el porqué de las cosas y a contrastar fuentes. Este hábito fortalece la capacidad de análisis y evita que los alumnos se queden en la superficie de los temas. En las clases se fomenta la discusión constructiva, en la que cada estudiante debe sostener su postura con argumentos sólidos y respetar las ideas de los demás. De esta manera, los niños entienden desde pequeños que opinar no es lanzar frases al aire, sino razonar con fundamento. Además, aprender a defender sus puntos de vista en un entorno seguro les prepara para expresarse con soltura en su vida futura, tanto en la universidad como en su carrera profesional.
Un entorno que motiva y refuerza la autonomía
Otro aspecto que favorece la creatividad y el pensamiento crítico es el ambiente que rodea al alumnado. En estos colegios se da mucha importancia a la autonomía: se anima a los estudiantes a organizar sus tareas, gestionar proyectos en grupo y buscar soluciones por sí mismos antes de acudir al profesor. Esta dinámica refuerza la confianza personal y les ayuda a asumir responsabilidades desde una edad temprana. El profesor actúa como guía, ofreciendo apoyo cuando es necesario, pero sin restar protagonismo a la iniciativa de cada niño. Así, los estudiantes aprenden a valorar sus ideas, a mejorar a través del ensayo y el error y a enfrentarse con más seguridad a los desafíos que la vida académica y personal les planteará en el futuro.