La importancia de la estrategia electoral

La legislación electoral española entiende por campaña electoral el conjunto de actividades llevadas a cabo por los candidatos, partidos, federaciones, coaliciones o agrupaciones en orden a la captación de sufragios. Desde una perspectiva más técnica las campañas electorales se pueden considerar como procesos de comunicación política estratégicos, con elementos que deben armonizarse en un tiempo definido y con un único objetivo: ganar las lecciones.
Uno de los aspectos más relevantes para los equipos de campaña es estudiar quién es el electorado al que se va a dirigir el mensaje político, definir qué necesita y conocer qué desea, para posteriormente elaborar una estrategia de lo que el candidato debe transmitir a los ciudadanos. Una vez fijadas estas directrices, el equipo de campaña establece cuáles son los elementos y los mensajes que se deben emplear para captar votantes.
Si la campaña electoral de las pasadas elecciones autonómicas llevada a cabo por el PPdeG y por su candidato Alberto Núñez Feijóo se hubiera producido en un ámbito geográfico más amplio, se valoraría en su justa medida la excelsa campaña electoral desarrollada por este partido y por su candidato.
Su éxito está acreditado por la victoria electoral, pero no es producto de la improvisación o de una situación económico-política coyuntural específica, sino de una impecable planificación estratégica y de una no menos brillante ejecución política en el tiempo.
Se argumenta con frecuencia que el éxito de las campañas electorales dependerá de la situación del partido y del territorio electoral en el momento de elaborar la estrategia, del balance de quien está en el gobierno, de la publicidad comercial que hagan los partidos políticos, de las relaciones que se tenga con los medios de comunicación, de los equipos de campaña, del dinero que se tenga..., pero lo cierto es que el éxito del PPdeG en las pasadas elecciones autonómicas, se debe más a una brillante planificación estratégica que a cualquier otra consideración política o electoral.
Emulando los populares gallegos, no sé si consciente o inconscientemente, la recomendación que en 1986 hizo Philip Gould al Partido Laborista británico: “menos publicidad y más estrategia", Alberto Núñez Feijóo y su equipo de campaña pusieron en marcha lo que podemos definir como equipos de desarrollo electoral estratégico, para analizar de forma permanente las motivaciones, los intereses, las preocupaciones y las percepciones de los electores. Sólo así los mensajes electorales directos y los inducidos pueden llegar a los electores con eficacia.
No se trataba de buscar el voto con cualquier medio o con cualquier mensaje. El propio asesor político británico señalaba la necesidad de estar en sintonía con las preocupaciones reales de los electores para hacer visibles los errores, proponer políticas alternativas y contarlas con mensajes atractivos y coherentes. Era necesario definir bien la estrategia y el programa político, coordinar de forma eficaz la comunicación y ser más creativos que el adversario, llegando a los ciudadanos con mensajes de calado, impactantes y en los que se sintieran involucrados, especialmente en momentos de crisis económica.
En realidad el triunfo de los populares gallegos fue el triunfo de la verdadera comunicación electoral, por cuanto se ponía de manifiesto que una campaña no es una reunión de impactantes promesas a última hora, sino un proceso continuado a lo largo de la legislatura y que debe culminar en 15 días de campaña electoral con mensajes creíbles, perceptibles y que puedan ser interiorizados por el elector. Lo que se necesitaba era lo que se dio: una buena combinación de proyecto político, comunicación, liderazgo y credibilidad.
Los resultados del 1 de marzo demuestran que las recomendaciones de Gould son acertadas y quizá hubiera sonrojado a los partidos perdedores, si ante las vallas electorales hubiera preguntado ¿quién es el candidato? ¿Qué tipo de gobierno quieres construir? ¿Qué proyecto político tienes? ¿Cuál es tu estrategia?
Menos publicidad y más estrategia ha sido el éxito de la campaña del PPdeG. Si a ello unimos percepciones no favorables de la experiencia de gobierno de los adversarios, un partido unido y un liderazgo sólido y solvente, la victoria del PPdeG parece electoralmente explicable.