El historiador leonés, José María Manuel Garcia-Osuna, acaba de publicar el libro número trece titulado: "La Guerra de las Comunidades de Castilla y León. Nuevo estudio", bajo el sello editorial "Alderabán".
En el mismo pretende demostrar y, la existencia indubitable de Comuneros en el Reino de León, sin negar por supuesto los de los Reinos de Toledo y de Castilla, que tuvieron una prístina diferenciación identitaria, pero de intereses comunes. Lo que se demuestra en los textos utilizados, en los que se utiliza las palabras 'destos reinos', siendo obvio que se refieren, cuanto menos, a los de Castilla y de León, e inclusive al de Toledo.

Como siempre, en todos mis múltiples libros anteriores, he utilizado multitud de textos, sin el más mínimo sesgo dirigido, para subrayar lo que defiendo. Lo mismo he utilizado en la bibliografía, y todos y cada uno de cuyos libros ha sido consultado, y son de mi posesión y pertenencia.
Y es lógico pensar que las gentes de todo linaje y condición, que se enfrentaron el Jueves Santo de Sangre en la Catedral de León, gritaron algo alusivo al Reino de León, al que pertenecían, y como habrían hecho, unos años antes en la proclamación de la Reina Juana I como soberana de la Corona de León. "¡Por León, por León, por León, y por todo su reino, por la reina Juana!".
Se trata de la rebelión o, porque no decirlo, de la revolución que conllevó lo que se define como 'La Guerra de las Comunidades, que finalizó con la pena de muerte por decapitación, por sentencia regia de Alta Traición, de los Comuneros de los Reinos de Castilla y de León y de Toledo, en la batalla de Villalar, en un lluvioso, desapacible y tormentoso 23 de Abril de 1521.
Las tropas realistas estaban comandadas por el Condestable de los Reinos de Castilla y de León, Íñigo Fernández de Velasco y Mendoza, que era el gobernador de dichos reinos, por estar en ese momento el soberano en Europa, para ser coronado como emperador en Aquisgrán/Aachen.
Los capitanes comuneros ajusticiados más significativos fueron: el capitán de Toledo, Juan de Padilla (su esposa era María Pacheco. "La leona de Castilla". Hija del II conde de Tendilla, Íñigo López de Mendoza y Quiñones), el castellano de Segovia, Juan Bravo (su mujer/1519 era María Coronel. Nieta de Abraham Senior/Senneor/Seneor. Converso al cristianismo como Fernando Pérez Coronel, y previamente Rabino Mayor de España), y el de Salamanca/Reino de León, Francisco Maldonado (su esposa fue Ana Abarca. Hija del doctor Fernando/Gabriel Álvarez Abarca, catedrático de Medicina en Salamanca, y médico de cámara de las Reinas de Castilla y de León, Isabel I y Juana I).
Concretamente, el licenciado Martín de la Villa, denunciante en el juicio contra los comuneros de Salamanca, indicará que: "Los diputados por los linajes Francisco Maldonado y San Miguel merecen mil muertes por alborotadores y malos". (Archivo General de Simancas, 139/309. 4 de mayo de 1521. Medina del Campo).
Desde siempre, y de forma inexplicable, aunque comprensible, se ha intentado manipular este hecho, que yo considero esencial para el devenir ulterior de las Españas. Quizás hubiese sido positivo una victoria o, cuanto menos, un empate, para poder negociar a satisfacción de ambos bandos, y de esta forma aquella novedad sociopolítica, encarnada en los comuneros hubiese podido modernizar a los Reinos de Castilla y de León y de Toledo.