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Náufragos

Rodríguez, Xerardo - lunes, 06 de octubre de 2025
Había naufragado. No sé cómo rayos había llegado a aquella isla, pero el caso es que era un náufrago. Atrás lo había dejado todo: mi único traje, los tres pantalones, las seis camisas, ocho gayumbos, dos pijamas, dos chándales, cinco camisetas, dos bañadores, una toalla... mis libros, mis discos... los "honores" que me brindaron por aquí... Y lo único que me preocupaba: en la City se habían quedado mi familia y mi gente. Estaba solo.

Náufragos La isla era pequeña, pero llegaba bien para los pájaros alborotadores y todos los animales de la selva, virgen, nunca explorada por el hombre. El mar era calmoso y las olas dulces, suaves, pequeñas, de las que cantan al deshacerse en la arena. La arena de la playa era fina y blanca como la de todas las islas y solo la interrumpía un río de agua limpia, cristalina, dulce. Abundaban las palmeras a su espalda, pero entre ellas asomaban jacarandás, lagestroemias, esas plantas a las que Gloria llama aves del paraíso, gladiolos de todos los colores... Por los árboles, las aves y el aspecto del mar, una mezcla intensa de verde y azul, supe que aquello no era Galicia, aunque quizá sí sus antípodas. Y no pude explicar que hacía yo allí.

Entonces... desperté. Le di la vuelta a la esfera del mapamundi que adorna mi mesa y me fijé en una isla llamada Restauration. Está al nordeste de Australia. Buscando datos en la red supe que medía tan solo 26 hectáreas y es un parque nacional desde 1989.

A ella arribara en un bote el capitán William Bligh. Él fue quien le puso el nombre. Lo habían dejado en medio del mar, a la deriva, los amotinados del HMS Bounty y tuvo la suerte de llegar a lo que definió como el paraíso, con suministros suficientes para vivir toda una vida, pero sería rescatado por la Real Marina Británica mucho antes de que le llegase su hora, en Londres, en 1817, después de haber sido ascendido a vicealmirante.

Esta isla aún existe y tiene dueño, Restauration Island Pty. Ltd., una empresa "tiburón" que se la alquiló en 1994 a un náufrago voluntario: el ex millonario David Glasheen quien anduvo a la deriva veinte años por Sydney, tras haberse arruinado.

Glasheen es irlandés, tiene 74 años y fue uno de los magnates de la minería del oro en Papúa Nueva Guinea. Su fortuna llegó a ser de 25 millones de euros, pero de la noche a la mañana lo perdió todo; incluso una esposa que, ante un futuro que presumía miserable, se divorció de él.

David naufragó por la urbe hasta que en 1993 descubrió Restauration Island y un año después se la alquiló a sus dueños "tiburones" que pretendían urbanizarla y convertirla en un centro turístico. Glasheen se comprometió con ellos a levantar instalaciones turísticas y para la pesca y le alquilaron por 14.000 euros al año 1’5 hectáreas. Náufragos Los especuladores sabían que al haber sido declarado parque nacional jamás nadie podría construir un hotel.

Desde 1997 el irlandés vive con su perro en Restauration Island. Sus modos son los de un náufrago y por ellos le abandonó su segunda mujer un año después de su llegada. David Glasheen recibe la visita ocasional de personas que navegan por esas aguas en sus yates privados. Sólo va a Sidney una vez al año para aprovisionarse. Hizo algunas mejoras en la isla a lo largo de estos 28 años que lleva viviendo como Robinson Crusoe. La más importante, unas placas solares que le permiten tener electricidad y conexión a internet.

Inició hace poco una campaña en redes para tratar de encontrar compañía femenina, una compañera con la que compartir el sol y las aguas turquesa de la isla. Como reclamo publicitario se hizo con un maniquí al que vistió con ropas de mujer. Pero no tuvo suerte por el momento y dudo que la tenga en el futuro. Porque ahora sus "caseros" quieren echarle al no haber cumplido el contrato: no construyó ningún complejo turístico. David Glasheen lucha para que eso no ocurra, pero lo más probable es que tenga que abandonar su paraíso... porque los "tiburones" le siguen atacando, ahora con abogados y en Londres, donde está escriturada la propiedad.

Lo mío solo fue un sueño como muchos otros que me sitúan en medio de una naturaleza diversa, esa que da vida a nuestro planeta. Ocurre que anoche, antes de dormir, estuve escuchando un S.O.S. por la Tierra enviado desde una radio que me llegó al alma. Hablaban del cambio climático y yo tenía frío después de seis días de calor intenso. Tuve que echarme una manta encima para entregarme a la calidez de una isla en la que nunca estuve.

Esta mañana encontré la historia de David Glasheen y me dije que aún estamos a tiempo de reparar el daño causado a nuestro entorno. Porque aún queda gente que ama este mundo. Aunque te parezcan náufragos.
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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