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Quisicosas (II)

jueves, 17 de septiembre de 2009
Leía en el Progreso del día 13 de Agosto, una noticia acompañada de breve entrevista con una sheriff con sangre lucense que, al parecer es la primera mujer hispana que llegó a sargento del alguacil en Nueva Jersey.

La proximidad con Nueva York la sitúa en cierta lejanía del sheriff del Condado de Maricopa en el Estado de Arizona, Joe Arpaio que supera con éxito las sucesivas elecciones a las que se va presentando.

Estoy seguro que la simpática paisana oriunda de Baleira, en la mayor democracia del mundo y gobernando el blandito Obama, conoce o, al menos, tiene noticia de su colega Joe Arpaio porque este personaje, elegido democráticamente, tiene en su curriculum un historial ejemplar en cuanto a su dedicación a sus electores, conducta que justifica su repetida reelección.

Y la fama y aceptación del citado sheriff deviene especialmente, entre otras razones, según los datos que han llegado a mi poder, en que ha creado una “cárcel-ciudad campamento” para ahorrarle al Estado de Arizona el gasto de millones de dólares en un nuevo complejo carcelario.

Ha logrado bajar el coste de las comidas de la cárcel que él dirige a 20 centavos de dólar por ración pero, sobre todo, les hace pagar a los presos el precio de sus comidas.

Su política penitenciaria incluye la prohibición de fumar, así como las revistas pornográficas en la cárcel. Retiró todas las máquinas para hacer pesas y suprimió todas las películas excepto las clasificadas “para todos los públicos”. Justifica la supresión de las pesas porque él entiende que los presos están en la cárcel para pagar su deuda a la sociedad, no para hacer músculos con los que puedan asaltar a gente inocente, cuando salgan libres.

Empezó las cuadrillas de encadenadas obligando a los presos a hacer trabajos no remunerados en proyectos de la Ciudad y del Condado, para ahorrar así dinero a los contribuyentes. Luego creó las mismas cuadrillas pero de mujeres para que no lo demandasen por discriminación sexual.

Suprimió el café porque al tener un valor nutricional nulo, su consumo supone un gasto superfluo del dinero de los contribuyentes. Cuando los presos se quejaron les dijo: Esto no es el Ritz. Si no estás a gusto, no vuelvas.

Retiró de la cárcel la televisión por cable hasta que supo de la existencia de una orden judicial federal que requiere que haya TV por cable en las cárceles. Entonces volvió a conectar el servicio pero sólo permitió la visión de dos canales: el canal Disney y el del tiempo.

Cuando se le preguntó por que el Canal del Tiempo, contesto: “Para que esos desgraciados sepan el calor que va ha hacer al día siguiente mientras estén trabajando en mis cuadrillas de encadenados”.

Con temperaturas incluso más altas de lo corriente, en Phoenix (Arizona) la Asociación de Prensa informó que existen unos 2000 presos viviendo en un campamento de tiendas de campaña, rodeado de alambradas de pinchos en la cárcel del Condado de MARICOPA y se les ha dado permiso para quedarse sólo en calzones rosas pagados por el Gobierno.

Ese mismo día, cientos de hombres llevando solo calzoncillos tipo boxeador de color rosa pudieron esconderse en las tiendas de campaña donde las temperaturas alcanzaban los cincuenta grados centígrados, expresiones como la del preso Ernesto González que llevaba allí dos años y al que todavía le quedaban diez más para cumplir su condena: “Esto es un infierno. Es igual que si estuviéramos dentro de un horno. Es inhumano”

Pero Joe Arpaio, el sheriff que hace que los presos vayan de rosa y coman sándwiches de mortadela, no se compadece. Pero sus decisiones las razona:
“A los criminales se les debe castigar por sus crímenes; no dejar que vivan con toda clase de lujos, hasta que les llegue la hora de la libertad condicional, solo para que salgan a cometer más crímenes, para volver a vivir del dinero de los contribuyentes y a disfrutar de cosas que muchos de los mismos no se pueden permitir. Y respecto al calor agobiante de que se quejaban los reclusos manifestó: Hace entre 48 y 55 grados en Irak y nuestros soldados están viviendo también en tiendas de campaña; además ellos caminan todo el día bajo el sol, llevando el equipo completo de batalla y recibiendo balazos y ellos no han cometido ningún crimen así que callad vuestras malditas bocas”.

Y lo corean sus convecinos: ¡Así se hace sheriff!. Si todas las prisiones funcionasen como la suya, habría muchos menos crímenes y no nos veríamos en la situación actual, en la que nos estamos quedando sin sitio en las cárceles.

Goás Chao, Domingo
Goás Chao, Domingo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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