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Feliz Feliz abrazo con la humildad de Dios

Agrelo, Santiago - domingo, 31 de agosto de 2025
Esto es lo que, en la asamblea eucarística de este domingo, vamos a escuchar como palabra de Dios: "procede con humildad", "hazte pequeño en las grandezas humanas".

Las palabras del sabio traen a la memoria de la fe el misterio de la encarnación del Hijo de Dios, el cual, "siendo de condición divina, no hizo alarde de su categoría divina; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos".

Del ese misterio, que es revelación plena de la humilde pequeñez de Dios, fue representación y figura la "cuaresma" que Jesús de Nazaret vivió en el desierto: la Palabra de Dios, encarnada para llevarnos a la libertad de los hijos de Dios, nos liberó haciéndose esclavo, haciéndose último entre los esclavos, último entre los pequeños, último entre los últimos… La Palabra de Dios encarnada, el hombre Cristo Jesús, entró en nuestro desierto… allí, como uno de nosotros, él fue tentado, y allí él fue vencedor, donde nosotros acostumbramos a sucumbir seducidos por las razones del poder…

Las palabras que hoy escuchamos: "procede con humildad", "hazte pequeño en las grandezas humanas", suenan absurdas en el mundo en que vivimos.

Hombres y mujeres de nuestra sociedad, puede que bautizados en Cristo, veneran al tentador, que los seduce ofreciéndoles un pan que no han trabajado, una protección que cubre los riesgos de la condición humana, un poder que se extiende a todo lo que podemos alcanzar con la mirada.

El hecho es que, sin que suenen las alarmas, nuestra razón práctica ha conseguido que conjuguemos fe en Dios y afán de poder, fe en Dios y violencia para dominar, fe en Dios y crueldad para oprimir a los pobres…

He dicho, nuestra razón práctica; podría haber dicho el tentador, la serpiente antigua; podría haber dicho el cierra paraísos, el engaña adanes, el seduce evas…

Cada uno de nosotros habrá de darle un nombre que sea el adecuado a la experiencia personal, pues es una evidencia: hemos llenado el mundo de víctimas de nuestro afán de poder, de dominio, de grandeza… Lo fácil sería nombrar poderosos que están llenando de víctimas los caminos de la humanidad.

Pero de nada nos sirve que los nombremos a ellos, si no nos miramos a nosotros mismos, para discernir qué hemos hecho de la palabra de Dios que hoy escuchamos: "procede con humildad", "hazte pequeño en las grandezas humanas".

Hemos de mirarnos a nosotros mismos, y preguntarnos qué hemos hecho de la Palabra de Dios hecha carne, qué hemos hecho de Jesús de Nazaret, qué hemos hecho del hombre que vino a nuestro desierto para caminar a nuestro lado, para dejar al descubierto los engaños del tentador, para decirnos cuál es el camino de la humanidad nueva… una humanidad libre en la casa que Dios ha preparado para los pobres…

Nos toca escoger mundo.

El mundo del poder, seductor, engañador, sólo genera esclavitud y tristeza, sufrimiento y muerte.

En el mundo de la Palabra hecha carne, austero como la vida en un desierto, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría…

En el mundo de la palabra hecha carne, nos hacemos presencia viva de Cristo Jesús, imágenes de Dios, que es padre de huérfanos, protector de viudas, que prepara casa a los desvalidos, que libera a los cautivos y los enriquece…

Feliz domingo para quienes hoy escojan la comunión con Cristo Jesús: feliz abrazo con la humildad de Dios…abrazo con la humildad de Dios.

(Fr. Santiago Agrelo es Arzobispo emérito de Tánger)
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