El Señor de las procesiones
Timiraos, Ricardo - martes, 05 de agosto de 2025
A José Luis Martínez Chao, "El Madono", in memoriam.
Debieran de llorar las campanas de Viveiro. Debieran esconder los sollozos los capirotes de su Semana Santa. Debieran lamentarlo sus imagenes, no sólo "el Nazareno dos de Fóra", sino todas. Porque "El Madono" a todas amó y sirvió con auténtica pasión. Sé que su pérdida la sentimos muchos de sus compañeros de las diversas cofradías, a los que vino a despedir días pasados con la entereza de quien asume su destino con fe. Una fe que me consta que cultivaba en la Capilla de la Virgen de los Remedios de Colmenar Viejo (Madrid) donde ambos compartimos residencia muchos años. Fueron tiempos en los que convivimos mucho y hablabamos sobre las inquietudes sobre Viveiro y sobretodo las vicisitudes de la Cofradía.
Sí, sí. Murió aquel "Señor de las procesiones" como sin querer me lo describió una señora. Murió aquel niño que nació con una borla en la mano, con un estandarte en la adolescencia, con cuarenta años al menos de llevador donde fuese preciso y el resto en la presidencia de la Cofradía del "Nazareno dos de Fóra" a la que se dedicó en cuerpo y alma desde que la iniciamos allá por los años ochenta.
Se va aquel muchacho ingenuo y juguetón del que me hablaba ayer un profesor suyo. Se va el chaval al que todo el mundo aprreciaba. Se va el trabajador incondicional siempre rentable en cualquier empresa. Se va aquel antiguo técnico de la Nasa en Maspalomas. Se va aquel muchacho que emigró a Canarias donde se eneamoró y formó familia. Se va el amor de Viki y padre de Ismael y Bea. ¡Qué buenos hijos te salieron, amigo!
Y ahora una vez más aprieta la soledad y se escapa el amigo. Se marchita la vida y la nostalgia es sólo un triste recuerdo de aquellas cenas compartidas, de aquellos puros que te hacían sonreir, de aquel día que me llamaste con la noticia del triste accidente de nuestro querido compañero Casal... Son tántas las vivencias que, aun viviendo en dos mundos paralelos, siempre estabas ahí, tú con tu mundo y tu bondad y yo con mi realismo y tristeza. No, Madono, no quiero llorar, ya no pude terminar la conversación con tu amada Viki.
Y cuando veas a esos santos con los que tanta amistad tienes, pídeles para mí piedad.
En San Roque, cuando empieces a volar, te daré otro imposible abrazo.
Viveiro, 2 de agosto de 2025.

Timiraos, Ricardo
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