En torno a Santiago*
Alén, Pilar - jueves, 24 de julio de 2025
«¡Bueno, bueno! ¡Vaya, vaya!» No sé si han escuchado esta expresión. A mí me resulta familiar. Sirve para todo: para cuando se quiere crear expectación, dilatar dar una noticia, o cuando, en un encuentro, no hay mucho que contar. Es el comodín que tomo yo hoy, pues no sé por dónde arrancar ni cómo enfocar tanta variada información semanal.
Casi en el ecuador de las fiestas del Apóstol es momento propicio para hablar de ritos y costumbres, de política y vida social, de inicio de vacaciones y de su término para quienes las gozaron ya. Pero también es tiempo, mal que pese, de recordar a los que no están.
Es de obligada justicia citar a una persona excepcional, a la que todos, sin exagerar, calificábamos de 'entrañable', además de ser riguroso y gran profesional: D. Nemesio García Carril (Sobrado dos Monxes, 1943), compositor, director de coros, investigador y docente que fue, entre otras muchas cosas y durante una docena de años, Maestro de Capilla de la catedral. Además, dirigió la Escolanía 'Anxos de Compostela', dejando profunda huella en esta ciudad, en una época de notables cambios estéticos y de relevo generacional. Como preámbulo del 25 de julio, cada año en la novena en honor a Santiago el Mayor, que culmina mañana, escuchar sus «Vísperas en castellano para la Novena del Apóstol Santiago» (1977) era lo habitual. Este jueves, queriendo honrar su memoria, volverán a sonar. Una aproximación a quien tanto hizo por la música en este país en las últimas décadas la hallarán en un estudio de J. Pérez Berná: «Semblanza do compositor Nemesio García Carril: versatilidade e galeguismo» (2009). Incluye la catalogación de una obra que abarca desde pequeños villancicos a cantatas de carácter orquestal. Muy valorada es su música incidental; buen ejemplo son las de las series de RTVE 'La Hija del Mar', sobre obra homónima de Rosalía de Castro y 'Los gozos y las sombras', basada en la trilogía de Torrente Ballester. No obstante, por lo que muchos le recordarán es por sus «Harmonías corais». Yo lo conocí en su labor de profesor de primaria; me hizo cantar y disfrutar de la música en una pequeña agrupación coral. Lamento no haberlo tratado más.
Con quien sí tuve mucha relación fue con D. José María Díaz Fernández (Mondoñedo, 1929). Fui una de las muchas beneficiadas de su disponibilidad, sabiduría y generosidad. Aquellas intensas jornadas entre legajos en el archivo de la catedral fueron para mí fundamentales, pudiendo decir que, si algo puedo hablar y escribir de la historia de ese templo lo debo, casi por entero a él, a sus ponderadas indicaciones, sutiles observaciones y provechosas conversaciones. D. José María no defraudaba jamás. Sabía dónde buscar y siempre acertaba. Por ello, más que escribir, prefiero ahora cederle el testigo y callar, apropiándome de unas palabras que hago mías: «(
) hay páginas que examino ahora gozosamente, con vana complacencia tal vez; otras las ojeo de corrido viendo que ya es tarde para mejorarlas. Creo bastante observable algún trabajo de lima, huidizo de la vulgaridad; y observo finalmente, y con gozo químicamente puro, que el conjunto resulta un exponente claro de la dicha de haber envejecido a la sombra del Apóstol Santiago» (2008). Así fue su vida: siempre en torno a Santiago y a su catedral, contándonos mil historias con su pronta y proverbial memoria, erudición y locuacidad, hasta que decidió regresar a su ciudad natal en busca de una tranquilidad que aquí, en un momento dado, no le supimos dar. Ojalá esté, por fin, en cabal remanso de paz.
Dos grandes se han ido para siempre. Parece como si Santiago los echara en falta llevándoselos para que gozaran con él de la eternidad. ¡Bueno... Vaya!
*In memoriam Nemesio García Carril y José María Díaz Fernández.

Alén, Pilar