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Una Medalla de Galicia que no es mérito sino peloteo

Latorre Real, Luís - martes, 22 de julio de 2025
Una Medalla de Galicia que no es mrito sino peloteo
No comprendo los méritos para recibir esta medalla... Foto: El Correo Gallego

El peloteo es algo que no sólo no me gusta, sino que me resulta directamente molesto, quizá porque mi manía de decir lo que pienso hace que sea incompatible conmigo. Eso hace que algunas personas "importantes" se sientan incómodas cuando hablamos de temas en los que no estamos de acuerdo, aunque con honrosas excepciones que no voy a mencionar aquí para no caer en ese enjabonamiento que estoy criticando.

Las Medallas de Galicia son el más alto honor que nuestra comunidad autónoma puede otorgar a alguien, en reconocimiento a sus méritos al servicio de Galicia. Da igual que se trate de un tema social, económico o cultural (aunque esto último tiene su propia distinción, la medalla Castelao), se valora y premia un servicio a esta tierra.

Antes había varias categorías: oro, plata y bronce, y mi abuela Emilia recibió la de bronce en 1998 en reconocimiento a su trabajo levantando de la nada un pequeño restaurante, el Verruga, que se convirtió en un icono de la ciudad de Lugo y aún me atrevería a decir que de Galicia. Décadas batallando como una leona y esforzándose como titular de un negocio en una época en que las mujeres normalmente no eran empresarias acreditan sus méritos como representante de una generación de luchadoras que abrieron camino para las demás.

Ante este panorama uno ha de preguntarse: ¿qué méritos tiene la Princesa Leonor para recibir esta distinción? ¿Qué ha hecho que sea tan importante para Galicia como para que se le otorgue nuestro principal reconocimiento? ¿Empezamos una nueva carrera de peloteo preventivo para que, cuando herede la Corona, se acuerde de lo majos que somos por aquí?

No soy republicano, ni de lejos. Tampoco es que sea un monárquico acérrimo, pero no tengo nada contra nuestro sistema político en ese sentido. Si yo pudiera cambiar la Constitución no barrería a la Familia Real, ya que me parece más práctico tenerlos ahí que a un presidente de república (conociéndonos a los españoles, principalmente). Cambiaría las circunscripciones electorales y las reduciría por debajo de la provincia, pero dejaría la monarquía parlamentaria ahí como algo histórico que puede ser beneficioso en este país.

Así que mi extrañeza e incluso oposición a la concesión de la Medalla de Galicia a la Princesa no se debe a una ideología republicana, sino simplemente a valorar la distinción como lo que se supone que es: el reconocimiento a las personas que han hecho algo meritorio por Galicia.

La medalla se ha dado a la Princesa tal vez como una esperanza de futuro, pero francamente me parece insultante para todas aquellas personas que sí han hecho mucho por Galicia y que no la han recibido. Si bien casi siempre hay gente que merece más las distinciones que aquellos a los que se le otorgan, al menos la comparación debería ser mínimamente sostenible. En este caso no lo es.

Las carreras para poner a institutos, calles, barcos y cualquier otra cosa nombres de personas que no han hecho otra cosa que nacer en el lugar adecuado me parecen un disparate. Otra cosa es que hagan cosas buenas y luego te salgan rana, como pasó con el emérito, al que este país le perdonaba que fuera un picha brava porque lo veíamos como un rasgo campechano de quien colaboró activamente con la Transición, pero que perdió toda credibilidad cuando nos enteramos de que se dedicaba a matar elefantes y a meter mano a la caja (hay que decir que presuntamente, que como no se le puede juzgar no hay sentencia que le condene).

El peloteo es malo. Ahora todos los ayuntamientos, diputaciones, fundaciones y clubes de todo pelaje se empeñan en ocultar que le habían dado sus máximas distinciones a Franco, o insisten en que "les obligaban". No se lo creen ni ellos. No les digo que no hubiera algún caso suelto pero este país es muy de ensalzar a la gente para después disfrutar viendo cómo se despeña. En aquel momento tocaba peloteo, aunque ahora queda feo, y podemos destacar casos tan sangrantes como el del F.C. Barcelona que no sólo le dio una medalla a Franco, sino tres: en 1951, en 1971 y en 1974, y aunque en 2019 "se la quitaron" la historia está ahí para vergüenza de los que van de alternativos por el mundo.

Oscar Puente recibió la V de vecino en Lugo, hecho que se comenta por sí mismo porque sus únicos méritos hasta el momento han sido... ninguno. Pero hay que hacer la pelota al partido que paga las subvenciones de la asociación, que en la calle hace mucho frío.

Es el peligro de las distinciones prematuras (bueno, en el caso del Barcelona y Franco no tan prematuras). A Obama se le dio el premio Nobel de la paz a los pocos meses de llegar a la Casa Blanca y ya ven, ostenta el triste récord de ser el único presidente de la historia de Estados Unidos que pasó sus ocho años de mandato en guerra y que no sólo mantuvo las que heredó, sino que atacó a otros países como Libia, Pakistán, Somalia y Yemen. No sé, a mí algo no me encaja.

Cuidado con las medallas y distinciones, porque se te pueden volver en contra con una facilidad pasmosa y lo importante cuando las das es, si se demuestra que el premiado no es quien parecía, que al menos tuvieras argumentos para otorgarla más allá de hacer la rosca. En el caso de la Princesa Leonor, no se me ocurre ni uno.

Si fuera yo, sólo otorgaría las Medallas de Galicia por acuerdo mayoritario del Parlamento de Galicia, con la participación de todos los grupos y voto favorable de una mayoría muy reforzada (más que la absoluta). Así sí serían "de Galicia", y si no se da todos los años, tampoco pasa nada.
Latorre Real, Luís
Latorre Real, Luís


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