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Quo vadis, Miguel?

Latorre Real, Luís - jueves, 17 de julio de 2025
Cuando comienza el curso escolar hay cierta ilusión con ver a los amigos, estrenar los libros que, cuando éramos niños, forrábamos para que durasen más (¿se sigue haciendo eso o es muy vintage?), empezar a usar esos lápices nuevecitos con olor a madera colocados en el estuche (esto sí estoy seguro que es muy viejuno)…
Quo vadis, Miguel?
Esas ganas de hacer las cosas bien se mantenían todo el año en el caso de los más aplicados pero en el común de los demás se iban apagando lentamente porque la rutina es lo que tiene, que te apetece cada vez menos repetir todos los días las mismas cosas.

Si se trata de cursos posteriores en el mismo centro esa ilusión es menor. No es igual empezar en un cole o un instituto nuevo que volver al que ya conocías de años anteriores.

Pues en Lugo tenemos alcalde nuevo y se nota que tiene ganas de hacer las cosas bien… lo que también les pasaba a sus antecesores. Otra cosa es que pueda mantener esa ilusión y las buenas intenciones durante todo su mandato, porque la experiencia nos dice que no siempre ha sido así.

Miguel Fernández parece un buen tipo. Es amable, tranquilo, educado, sabe escuchar y parece fiable. La semana pasada tuvimos una reunión con él desde la asociación Lugo Monumental, que tengo el honor de presidir, y, aunque este blog es mío y no de la asociación, comprenderán que tampoco pasa nada por comentar lo que me pareció su actitud en ese tiempo que estuvimos con él.

La maldición de Miguel es la misma que sufrieron Lara y Paula: heredaron una administración complicada, con unos problemas tremendos y encima no se podían quejar porque los antecesores eran “de los suyos”. Bien es cierto que si Lara recibió un municipio económicamente saneado y con desafíos razonables, Paula se comió el marrón de lidiar con unas obras que era imposible ejecutar bien, con la caja vacía, y con bobadas anunciadas como lo de la fábrica de la luz, que no hay por dónde cogerlo.

A Miguel le ha tocado lidiar con menos problemas. Llegó con las obras prácticamente finalizadas, la subida de impuestos a los lucenses ya aprobadas por sus antecesores, y aunque tiene marrones que comerse (como aprobar la ordenanza de la ZBE y la de terrazas, solucionar la puñetera playa fluvial o seguir con la estupidez de proyecto de la fábrica de la luz) lo tiene más o menos sencillo en comparación a lo que se enfrentó Paula Alvarellos.

Me da la impresión de que es consciente de las muchas cosas que se han hecho mal durante estos años y que las quiere cambiar. Algunas no puede, claro, porque por ejemplo las horrorosas obras del casco histórico no se pueden volver a levantar aunque creo que sí tiene la intención de darles “retoques”. También se ve que quiere hacer cambios en las relaciones con colectivos como el Colegio de Arquitectos o asociaciones críticas como pueda ser la nuestra. Eso es bueno. Escuchar a quien no está de acuerdo con uno es el camino, no sólo para abrirse a nuevas posibilidades, sino para matizar nuestras posturas porque casi nadie tiene razón siempre.

Evidentemente Miguel tampoco es que sea nuevo. Lleva de concejal muchos años y de portavoz de su partido muchos de ellos. Las críticas a lo hecho no dejan de ser autocríticas, porque él también votó a favor de los disparates que se han hecho, y eso hay que recordarlo. No parece razonable usar la defensa de "yo estaba allí y a puerta cerrada ya les dije que eran locuras pero nadie me hacía caso", porque no deja quedar a nadie muy bien.

Tampoco podemos olvidar que está bastante solo. Tiene siete concejales de su partido, de los cuales al menos tres, quizá cuatro, no están operativos o no cuentan con su confianza (por razones de enfermedad o por enemistades personales manifiestas y profundas) y tampoco es que cuente con un gran apoyo de “la otra parte” del Gobierno, aunque intenten vender la moto de que las relaciones van estupendamente. No es cierto.

Así que ahora veremos qué hace Miguel. Si la corrección de rumbo se queda en intenciones o si realmente va a llevar a cabo una enmienda a la totalidad de la herencia de Lara, algo que ya empezó a hacer Paula aunque las desgraciadas circunstancias no le permitieron continuar.
Latorre Real, Luís
Latorre Real, Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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