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Dignidad

Mosquera Mata, Pablo A. - lunes, 14 de julio de 2025
La cultura no sólo engendra malestar, promueve la dignidad para ser crítico hasta con uno mismo y saber hasta qué punto no se debe aspirar y ocupar cargos de responsabilidad para los que no se está preparado. El día que en las escuelas los maestros sean capaces de enseñar tal virtud el mundo de la política será más próximo a las actitudes y aptitudes que deben estar presentes en la conducta del político.

Forjar una conciencia desde la familia y la escuela de tal suerte que los nuevos ciudadanos sean capaces de enfrentarse hasta en minoría con aquellas conductas individuales o colectivas que vulneran la ética. En la filosofía clásica, la ética y la dignidad están intrínsecamente ligadas a la búsqueda de una vida virtuosa y a la realización del potencial humano. Los filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles entendían la ética no como un conjunto de normas externas, sino como un camino para desarrollar el carácter y alcanzar la felicidad a través de la práctica de virtudes. La dignidad, por su parte, se entendía como inherente a la naturaleza racional del ser humano y se manifestaba en la capacidad de actuar conforme a la razón y la virtud.

No concibo políticos y/o sindicalistas liberados. Con unos méritos consistentes en ser de la confianza para la "cúpula" organizativa en el partido o en la organización sindical. El premio. No trabajar y cobrar. El precio obediencia debida a los mandarines. Todo ello sin los escrúpulos que deberían tener las conductas de los poderes económicos siempre prestos a comprar voluntades y así evitar las protestas encauzadas procedentes de la sociedad civil. Y es que la perversión de la dignidad consiste en cobrar la nómina de los presupuestos públicos o los favores del empresario al que siempre le va a resultar más barato este trato que acceder al derecho que los ciudadanos o los trabajadores exigen.

Ser español en el país de los vascos era y es un menoscabo para el ejercicio integral de la ciudadanía. El Euskera resulta mayor mérito que el historial profesional para optar a una plaza de médico. No se atreven los gestores de la ineficiente política lingüística de evaluar el uso social de tal idioma al que han dedicado ingentes recursos económicos convirtiéndolo en una maldición por su dificultad en el aprendizaje. Cada vez hay menos gente que se atreva a decir lo mismo que escribo. Hay miedo a ser señalado como enemigo de Euskal Herría, dónde os discursos en euskara por parte de los padres de la patria son como los anuncios del turrón por Navidades.

Defender en público y privado que ser político era un servicio coyuntural al que se aportaba tiempo y conocimientos de la vida civil, atender a la circunscripción electoral por la que uno había sido elegido, una vez concurrido un tiempo se debía regresar al lugar de procedencia pues tal espacio existía, pero tal consideración chocaba con esa nueva y creciente clase social que constituían los denominados o autodenominados políticos profesionales, que ponen más entusiasmo en ser adeptos a la organización que los colocó en las listas electorales, que a esa sociedad a la que se dirigen con promesas y compromisos escritos durante el rito macabro de las campañas electorales. Nadie repara en que la palabra dada no sólo es un contrato con la sociedad es el calidoscopio que define y mide la dignidad del sistema democrático.

La dignidad humana es un concepto clave en la Biblia y en la sociedad en general. Se trata de algo sustancial e inalienable que implica que un individuo se siente respetado y valorado a sí mismo y que es respetado y valorado por los demás. La dignidad es la fuente de todos los derechos humanos y es importante que todos los seres humanos sean tratados en un pie de igualdad y puedan gozar de los derechos fundamentales que de ellos derivan. El reconocimiento legal de la dignidad de la persona humana es muy importante. Esta idea aparece en importantes documentos internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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