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Ruta escultórica por los jardines y plazas de Lugo (1)

Espiño Meilán, José Manuel - domingo, 13 de julio de 2025
Dedicado a quienes ven en la curiosidad una fuente básica para lograr sabiduría.
A todos aquellos a quienes una escultura supone una ventana abierta al conocimiento, al mundo y a la belleza.

La ciudad de Lugo es, para mí, fuente continua de sorpresas, de encuentros arqueológicos, biológicos, etnográficos, artísticos..., patrimoniales en suma.
Y es así como me propuse hacer un seguimiento de la ciudad a través de las esculturas presentes en sus jardines, en sus calles y plazas, en sus parques. Ruta escultórica por los jardines y plazas de Lugo (1)
No es difícil realizar un periplo en el interior del recinto amurallado pues nos encontramos con una ciudad pequeña que, tal y como reconocía en los dos artículos "Lugo, veinticuatro horas", parece hecha a la medida de un ser humano de andar pausado.
Es cómoda en su tránsito, no existen desniveles notables, si acaso, tras abandonar la ciudad amurallada, y sólo si nos dirigimos a los ríos que la ciñen: Rato y Miño, encontraremos suaves pendientes.
Pero en este artículo no se trata de pasear junto a pastizales y frondosos árboles que dan lugar a pequeños bosquecillos periurbanos, sino de transitar por sus calles, observar detenidamente las esculturas y otros elementos artísticos que, presentes en ellas, provocan mi curiosidad y el interés por saber algo más sobre la razón de su existencia, sobre los personajes que representan y conocer a los artistas -escultores, pintores, artesanos del hierro, de la piedra, de la madera...- que las hicieron posible.
No serán pues los edificios, civiles o religiosos, quienes acaparen mi atención. En esta ocasión busco estatuas, restos arqueológicos depositados sobre el césped de los jardines, obras de arte ubicadas en calles peatonales o en plazas, voy tras la historia que esconde cada pieza, cada vestigio milenario o contemporáneo, todos ellos dispersos por la ciudad.
Esta vez la mirada no se elevará en busca de grandes obras del tipo Muralla Romana, iglesia catedral basílica de Santa María, Museo Provincial, Domus de Mitreo, iglesia de San Pedro..., sino que escrutará el suelo y pocas veces la mirada se elevará para rebasar la altura de un ser humano.
Debo alertarles de una condición inexcusable, una licencia que no admite discusión alguna. Muchos hitos escultóricos están dedicados a narradores y narradoras, poetas y poetisas gallegos. Todos ellos nos recibirán con sus versos grabados en piedra. Es tal la musicalidad que desprende cada palabra escrita, cada verso, que en este artículo permanecerán tal cual están escritos, en su lengua materna Si desean su traducción los lectores que me siguen desde la isla canaria donde vivo, si encuentran dificultad con algún término, discúlpenme, mas no les será difícil con un poco de interés, obtener el significado que buscan.
Para este periplo, cualquier lugar es bueno para iniciarlo. Yo, por utilizar un referente esencial en la urbe lucense, me sitúo en su Plaza Mayor delante del Pazo Consistorial -sede del ayuntamiento-. Desde su fachada principal, mirándola de frente, nos dirigimos hacia nuestra derecha y, tras caminar apenas una veintena de metros, rodeamos el edificio en busca de su fachada trasera. Justo ahí se encuentra, en la confluencia de la plaza del Campo Castelo con la plaza Ángel Fernández Gómez, una escultura de tamaño real realizada en bronce. Es una elaborada representación del escritor lucense Ánxel Fole, obra del escultor orensano Ramón Conde, fiel en esta obra al realismo expresionista. De Ramón Conde son también, en esta ciudad, las esculturas del emperador romano César Augusto y el legado imperial Paulo Fabio Máximo, conquistador y fundador de la ciudad, que veremos luego al recorrer la Plaza Mayor.
Continuamos el camino por nuestra derecha en busca de la puerta de la Muralla, llamada del obispo Izquierdo o Puerta de la Cárcel. Para ello pasamos junto a un parque infantil, zona de juegos muy frecuentada por niños y adultos, y nos llamará la atención, sobre el césped de los jardines de la plaza, vestigios pétreos de diferentes épocas. Es cuestión de acercarse y leer. Aquí se encuentran la base y una buena parte de un fuste romano hallados en la calle Armañá, más allá un escudo de armas de Los Gayoso, traído de la Rúa dos Clérigos; muy cerca un pináculo de corte clásico encontrado en la rúa de San Froilán y en el centro del jardín varios tramos pétreos utilizados para la canalización de las aguas en la ciudad, en tiempos del Imperio romano. En suma, estas alfombras de césped natural en los jardines del Campo Castelo suponen un verdadero mosaico de piezas originales históricas, al aire libre.
Tras cruzar bajo el arco de la muralla, frente a nosotros se ofertan los jardines de la Constitución y en ellos encontramos otros elementos escultóricos.
El primero es una escultura dedicada a un centinela romano. Sobre un columna prismática granítica de base cuadrangular, el metal se adapta a su forma para definir el casco, las hombreras de la coraza, el escudo y la lanza de un soldado romano. No hay duda que el diseño es muy original. Ruta escultórica por los jardines y plazas de Lugo (1)
A nuestra izquierda nos llama la atención un conjunto escultórico singular. Representa a Pelúdez y su familia, personajes de ficción periodística que fueron modelados por el escultor santiagués Fernando García Blanco, con especial maestría. Intenta plasmar un prototipo de familia aldeana lucense con estereotipos basados en el costumbrismo rural -me recuerdan los personajes populares Cho Juáa y Casildita, creados por el pintor, caricaturista y humorista Agustín Millares Sall-. A la obra no se le puede negar fuerza expresiva. Su originalidad le convierte en sugerente motivo para una rápida instantánea de los viajeros que hacia o desde la estación de autobuses abandonan o llegan a la ciudad.
Frente a ella, al borde de la zona ajardinanda. otra estructura pétrea reproduce una estela romana. Los caracteres grabados en ella nos recuerdan los de tantas estelas funerarias que se exhiben en el Museo Provincial y que sí son originales. Recorremos el jardín. Tras la emblemática fuente de las Ranas, al fondo, en el lateral del colegio de los Maristas que delimita el parque, un busto sobre un pedestal. La figura corresponde a la escritora nacida en Ferrol, periodista, dramaturga, experta en derecho penitenciario y medicina hospitalaria y pionera del feminismo español, doña Concepción Arenal. Bajo el busto un libro y una pluma tallados en la columna granítica. Más abajo, grabado en piedra: "La ciudad de Lugo a Concepción Arenal". Le siguen un ramo de laureles tallados en la piedra y al pie de la columna, justo sobre la peana final, una placa que, con letras degastadas por las inclemencias climáticas y el paso del tiempo, muestra escrito: "A Concepción Arenal en el LXXV aniversario de su muerte. El Ilustre Colegio de Abogados de Lugo. 4-2-68.
Volvemos a la Muralla y nuestros pasos se dirigen ahora a la derecha con la intención de bordearla para efectuar la reentrada en la ciudad amurallada por la puerta de San Pedro.
Pasado el reducto de María Cristina, los jardines de la muralla presentan un cilindro pétreo donde se reconoce la Muralla Romana de Lugo como Patrimonio de la Humanidad con este texto: "Muralla romana de Lugo. Luz da Humanidad. Outubro MMII".
Cruzando la zona peatonal encontraremos, frente al emblemático cubo de la muralla que aún conserva dos arcos, vestigios de la torre que se elevaba sobre él, con dos pisos de altura, un reconocido homenaje a las polbeiras -mujeres que preparaban y vendían pulpo precisamente en esta zona denominada Mosqueira. Les dejo a ustedes curiosear en el porqué de dicho nombre y su relación con el pulpo. El escultor lucense, artífice de esta obra en bronce, es Honorio y el artista Jorge Espiral. Seguimos calle abajo en busca de los jardines de San Roque. Antes de regresar y entrar de nuevo en el recinto amurallado, dos hitos escultóricos nos recuerdan el mundo romano y la figura de un extraordinario compositor lucense. Una columna cilíndrica, a modo de miliario nos anuncia que por esta puerta de San Pedro discurría la Vía Romana XIX, vía que unía Bracara Augusta (Braga) con Asturica Augusta (Astorga). En el interior de los jardines, sobre una grande e irregular plancha de granito, hincada en vertical y ubicada al abrigo de varios árboles, aparece escrito sobre una placa metálica: O pobo de Lugo, convocado pola peña "Amigos de San Roque", homenaxean a Xoan Montes os 15º anos do seu nacemento. Abril 1990.
De vuelta al interior de la muralla, un llamativo bloque granítico a la izquierda de la puerta de San Pedro recibe a los peregrinos procedentes del Camino Primitivo. En él encontramos labrado un texto de difícil lectura por el paso del tiempo y la erosión que la lluvia, líquenes y musgos ejercen sobre él: "Por aquí pasou o rey Alfonso II O Casto, inaugurando o primeiro Camiño de Santiago".
Si bajamos la vista hasta el suelo, tanto la concha de peregrino en bronce que aparece incrustada en las piedras del suelo y que nos acompañará por la calle de San Pedro orientándonos en el trazado del Camino Primitivo y llevándonos hacia la plaza Mayor, como la otra incrustación en bronce que observamos, justo bajo la puerta, indicándonos que nuestro paso discurre sobre la antigua vía romana XIX nos recuerdan que estamos caminando sobre una senda que tiene dos mil años de antiguedad, un recorrido que es Patrominio de la Humanidad.
En esta plaza, llamada con anterioridad Plaza de España, encontraremos la mayor cantidad de hitos escultóricos reunidos en un lugar.
Es la Plaza Mayor el corazón de la ciudad y en uno de sus jardines, rodeada de vistosas flores multicolores, se eleva una peana realizada en granito. Sobre ella luce el busto de Juan Montes. Bajo él, grabado en piedra leemos: "Al insigne e ilustre compositor D. Juan Montes. Hijo de Lugo". Y en la base de la misma, escrito sobre una placa de bronce: "1899-1949. El Centro Lucense de Buenos Aires a Juan Montes en el cincuenta aniversario de su paso a la inmortalidad".
Fue Juan Montes un compositor lucense, autor de obras de gran raigambre popular y de música eclesiástica. Composiciones como Negra Sombra en la que Juan Montes puso música a la magistral poesía de su coetánea poetisa Rosalía de Castro, han hecho de él un músico entrañable y popular. Creador y director de la banda Municipal de Música del Lugo fue también el primer director del Orfeón Lucense, nadie pone en duda que es uno de los compositores españoles más relevantes del siglo XIX.
Dentro de la plaza, al fondo de la misma recorreremos tres elementos escultóricos de gran interés. De derecha a izquierda, la primera justo al lado del paseo peatonal, en parte aportalado y en parte con agradables terrazas, nos encontramos con una escultura dedicada al doctor y poeta Luis Benigno Vázquez Fernández-Pimentel, más conocido como Luis Pimentel. La obra se estructura en una especie de prisma cuadrangular, independientes sus caras e irregulares sus formas.
La cara que ofrece al paseo con soportales presenta la silueta del poeta definida con un vaciado en el metal. Como texto en relieve leemos: DR. PIMENTEL a un lado del hueco de la silueta y al otro lado: POETA. En su cara opuesta, presenta similar vacío, pero en este caso no existe un texto que lo acompañe.
De cara al fondo de la plaza Mayor, mirando de frente a su casa natal, su figura se desvanece o acrecienta, dependiendo del punto de vista del observador, gracias al uso de una serie de siluetas concéntricas que se desdibujan o realzan en la profundidad de la escultura -ver foto adjunta-. Alrededor de ellas, escrito en relieve, unos versos de su poema "Nocturno":
Sei que estou no xardín,
erentes da casa,
esluída no aire escuro.

De espaldas a esta cara, revelándose al fondo la fachada del Consistorio, destaca la silueta del poeta, esta vez perfilada en relieve sobre el bronce. El texto en esta cara es sencillo y breve: O Pobo de Lugo. 1990.
Siempre admiré la ejecución de esta escultura y la creatividad de su autor, el escultor lucense, natural de O Corgo, Francisco Otero Besteiro.
Próximo a ella, dentro de la Plaza Mayor, observamos la reproducción en metal de un carruaje romano tirado por dos caballos. Hay movimiento en los animales, idealizados en sus formas. Para mí se trata de una especie de alegoría al viento, una innvitación a montar en el carruaje -una biga romana-, o directamente sobre el lomo de los excitados corceles. Estos presentan, en dorado metal, unas sillas de montar diseñadas sobre robustos muelles con la finalidad del disfrute de los jinetes sin dañarse. En las cinchas de sus cabezas, justo el lugar en donde se enlazan las carrilleras y la muserola, un sello que no una anilla las recoge y une. En él leemos las siguientes palabras: "Asociación de herreros. Consejo del Hierro". Al pie, sobre pequeña peana de granito, una placa metálica tiene escrito: "Concello de Lugo. A biga. Arde Lucus MMXII. José Ortiz".
Es ésta una de las obras que el escultor y herrero gallego José Manuel Ortiz Pereira tiene distribuidas por los jardines de Lugo. El mirmillón en la Plaza del Ferrol, el homenaje al Arde Lucus de la Plaza Horta do Seminario y la columna de granito e hierro que recrea un centinela romano en la plaza de La Constitución.
Seguimos nuestro periplo hacia la izquierda, acercándonos a la entrada del Círculo de las Artes. En nuestro camino encontramos las esculturas de dos ciudadanos romanos que sostienen en alto el plano de la ciudad Lucus Augusti. Ambas figuras están elevadas sobre sendos cubos graníticos de piedra pulimentada. ¿Quiénes son estos personajes ornados con tan especiales vestimentas?. El de la derecha, mostrando fuerte musculatura en pecho, brazos y piernas, define el espíritu y valor de un militar romano. Se trata del emperador Cayo Julio César Augusto, hijo del divino Julio. El de la izquierda con la vestimenta propia de su rango es un civil muy especial, el magistrado romano, legado imperial de Roma para la construcción de Lucus Augusti, Paulo Fabio Máximo. Las dos placas de bronce que se muestran en ambas peanas así lo manifiestan, al igual que el reconocimiento de un pueblo, el lucense y su corporación municipal a su legado.
Bajamos las escaleras que nos dirigen al Círculo para tomar esta calle, nominada como Plaza Mayor por pertenecer al conjunto de la Plaza. Ascendemos por ella para realizar un recorrido a través de una serie de figuras relevantes en el mundo de la literatura gallega. Partimos para ello de la más próxima al Pazo Consistorial. A esta calle le añado otro nombre de cuño personal -¡qué placer produce nominar una calle a tu antojo!-, pero tan idóneo como el de Plaza Mayor, el Paseo de los Poetas y Escritores.
Una serie de bancos de granito permiten a la vez proteger las esculturas y procurar el descanso necesario, la observación y lectura pausada de cada una de las poesías escritas, de los textos narrativos a cada visitante curioso.
Con orden y, descendiendo por esta calle, al encuentro con el Círculo de las Artes, nos acercamos a cada escritor. Todos ellos están inmortalizados en grandes planchas de granito, donde encontramos el rostro de cada uno de ellos tallado en mármol blanco. Tan bellos semblantes, mancillados algunos por el torpe cincel de la ignorancia que todo lo destroza, parecen gozar de una luz irreal, una especie de halo que los reconoce inmortales. Junto a cada rostro, los versos de la poetisa, del poeta, las palabras del narrador, de la narradora:

Manuel María 1929-2004
Sen metafísica poética digo o meu mensaxe:
vivide.
Sen berros que cheguen ás entrañas:
vivide. Vivir sempre.
Vivir agora, denantes e despois.

Castelao 1886-1950
Os homes non queren ser burros;
quixeren en troques seren leóns,
tigres, lobos...

Ramón María del Valle Inclán. 1866-1930
El molinero cuenta un cuento,
en la espadela cuentan ciento,
y atrujan los mozos haciendo el comento.
Fun unha noite ao muiño
cun fato de nenas novas...

Rosalía de Castro. 1835-1885
Cando penso que te fuches
negra sombra que me asombras,
ó pé dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.

Al fondo de la calle Plaza Mayor, doblamos hacia la rúa Bispo Aguirre y seguimos con nuestro Paseo de los Poetas y Escritores, pues continúa en piedra el homenaje a ellos:

Eduardo Pondal (1835-1917)
Os tempos son chegados
dos bardos das edades
que as vosas vaguedades
cumprido fin terán.

Ramón Otero Pedrayo. (1888-1976)
Foi Lugo,
e segue sendo,
na Galiza céltiga,
o trunfo da xeometría.

Manuel Curros Enríquez. (1851-1908)
Do mar pola orela
mireina pasar,
na frente unha estrela,
no bico un cantar.

Álvaro Cunqueiro. (1911-1981)
Díxenlle a rula: Pase, miña señora!
E foise polo medio e medio do outono
por entre as bidueiras, sobre o río.

Uxío Novoneira. (1930-1999)
Courel dos tesos cumes que ollan de lonxe!
Eiquí síntese ben o pouco que é un home.

Y seguiremos caminando por esta calle del Obispo Aguirre. Pero ese periplo forma parte del relato que les aguarda el próximo domingo.

José Manuel Espiño Meilán, amante de los caminos y la vida. Escritor y educador ambiental.
Espiño Meilán, José Manuel
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