Selfie en el desfile central
Va otro Arde Lucus, otro año de fiestas y desfiles, de togas y corazas, de castreños y romanos. Ha sido una gran edición en lo que a mí me ha afectado, que es el Senatus Lucus Augusti, el Senado de la ciudad, y la magnífica sensación de compañerismo, amistad y confianza que ha regresado un año más a nuestra carpa.
Para mí ha sido una edición diferente. En los años que llevo en el Senado nunca había estado en la directiva de la asociación, pero ahora me ha tocado ejercer de secretario y, si bien ya colaboraba antes en todo lo que podía, como todos los compañeros porque somos un grupo de amigos, no es lo mismo tener la responsabilidad de estar en la dirección que no tenerla. La presión y la sensación de preocupación es diferente. De hecho me tuve que pedir una semana en el trabajo para poder atender a todo y por eso estos días no hubo blog, porque no daba para más. Hasta ayer, que ya era día "normal" no publiqué porque el martes estaba rendido (suelo escribir de un día para otro, aunque a veces lo hago con el café del desayuno).
Sin embargo, todo ha salido bien. El montaje, las comidas, el avituallamiento, las actuaciones, los desfiles, el desmontaje... todo ha ido como debía y el espectáculo ha continuado.
En general creo que ha habido menos gente que otros años, aunque ese soniquete lo decimos muchos desde la Pandemia porque tal vez la fiesta no haya remontado aquella crisis. También influye la coincidencia del Son do Camiño, que quita mucha gente, sobre todo de ciertos tramos de edad.
La percepción de menos cantidad de público es compartida por los locales de la zona, que en general han hecho la misma valoración, e incluso puestos del mercado de la Plaza de España (el llamado Macellum) que también apreciaron menos afluencia... pero más ventas, igual que muchos establecimientos del centro. Abarrote y ventas no siempre son sinónimos, incluso a veces es al revés, y parece que en este caso ha pasado algo así.
En el desfile central, el del sábado por la tarde, desde la puerta de San Pedro había mucha menos gente, y a partir de la Avenida de la Coruña casi nadie. Desde Montevideo literalmente no había nadie viéndonos. Tal vez sea hora de reducir el paseo y acortarlo para entrar por Rúanova y así minimizar un esfuerzo inútil. Tampoco sería malo que vayamos todos más juntos porque no es normal que haya medio kilómetro entre un grupo y el siguiente, que la cosa se eterniza y no tiene sentido.
En todo caso, a pesar de los que podríamos considerar errores reiterados, la cosa no ha ido mal y aunque la fiesta pueda dar muestras de fatiga, el año que viene es el 25 aniversario del inicio oficial y habrá que darles una vuelta a algunas cosas.
Ha habido mucho cansancio, pero sarna con gusto no pica.
El año que viene, más, y seguro que mejor.