Asco, pena... des...esperanza
Timiraos, Ricardo - lunes, 16 de junio de 2025
A los chavales de mi pueblo a los que nunca di clase.
Siempre creí que había que luchar por un mundo mejor, y que por tanto había que lograr una sociedad más equilibrada, educada, culta, respetuosa... Así con ello podríamos corregir las situaciones anómalas, los privilegios, los abusos... para ir mejorando la distribución de la riqueza, y conseguir una sociedad más justa, donde todos tuviéramos cabida y donde el pobre no tuviera que sentirse marginado por su estatus. Hartos estamos muchos de la sociedad privilegiada y abusona en la que hemos vivido desde niños. Y para tal menester hemos trabajado y luchado, aunque me temo que sin mucho éxito.
Culpar a la democracia de truncar nuestros sueños no es justo, dado que ningún otro sistema la supera; ahora bien, corregir sus defectos con argumentos honestos debiera ser posible. El problema no es el sistema, sino la avaricia y... la calidad de la clase política de uno y otro lado. No es cuestión de siglas, sino de actitudes. Sin duda, creo que hay gente honesta, y hasta creo conocer alguna persona; ahora bien, toda esa caterva de impresentables corruptos pertenece a esa infumable estirpe de individuos que se consideran a si mismos inteligentes, capaces de llamarse salvapatrias cuando en realidad sólo son unos egótras que buscan satisfacer su rapiña y vanidad. Les encantan los aplausos, la admiración que despiertan y el mundo de confort en que se desenvuelven. Muchos no han trabajado nunca, porque todavía los genes otorgan privilegios y se hereda la actividad política igual que los cotos de caza. Venden su esfuerzo con aquello que llaman displicentemente servidumbres del cargo. Otros, de escalafón más bajo, no han estudiado apenas, pero siempre se pueden falsificar los títulos y echarle mucho cuento. Y jeta. Además hay universidades que amparan los favores menester.eemplos recientestenemos.¡Todo sea por la pasta!.Éstos y sus colegas aprendieron de Groucho su moralidad pública: Estos so mis principios, y si no te gustan, tengo otros.
El problema es que están ahí porque los hemos votado, aunque desconfiemos de ellos. Y es que a la política se presta poca gente por la mala fama que tiene. La gran cantidad de personas que merecerían nuestra confianza, no se presentan. Por consiguiente, quizás sería razonable olvidarnos de siglas para dotar a la política de más fiabilidad y elegirlas en función de la honestidad que nos merezcan. Las personas se conocen por sus actos.
Pero nuestra clase política es el reflejo de nuestra sociedad. No hay mejor espejo, aunque a mise me antoje triste. Y lo siento, pero siempre viví para sembrar esperanzas.
Veámos la política: Los insultos, las descalificaciones, las trampas, los bulos, los dossieres, verdaderos o difamatorios, los recovecos- inescrutables muchos y hasta tramposos-pueden poner de relieve la catadura moral de sus protagonistas.Y créanme que hay una fauna muy poco recomendable.Sin embargo, no dejan de ser el reflejo de una sociedad vacía, pobre, miserable, hipócrita... que pone de manifiesto que nuestros representanrtes, por lo general, no fueron ni son por gentes de gran valía. Evidentemente generalizar es un eror en el que no debemos caer.
Aquí se habla de mafia, decencia y valores como armas arrojadizas, sin pudor alguno. Hasta Dios les sirve a muchos de bandera. Y si Dios no juega con nosotros, tampoco los principios tienen propietarios. Quien los tiene, los usa sin alardes cuando es preciso. Y que la política pueda parecer la Camorra no es patrimonio nada más de quien usa sus métodos.¡ Cuán perverso fue Maquiavelo!
Una sociedad en la que se fomenta la avaricia y se aplaude el éxito económico sin importar cómo, cuando la permisividad se convierte en dejadez, cuando la grosería no se corrige, cuando se jalea la vulgaridad y el desprecio por la cultura, cuando se consiente el mal trato de palabra u obra con los otros, cuando nos inhibimos de nuestras obligaciones cívicas, cuando el perro sustituye al niño y el anciano pasa a ser una rémora, cuando vivimos obsesionados con la vanidad y el éxito...es que hemos perdido no el norte, sino la brújula entera. Evidente resulta la necesidad de reciclaje y recuperar virtudes como la justicia, valentía, templanza, prudencia, magnanimidad, humildad, paciencia...y, por supuesto, el equilibrio al que nos lleva la reflexión. Cuando utilizamos la cabeza para pensar y lo acompañamos de la posible formación, entonces recogemos la cosecha de nuestra labor.
Volviendo a la política, las diversas opciones políticas, a mi parecer unas más honestas que otras, han dado cabida a una serie de personajes que no sólo muestran su verdadera calaña moral, sino que desacreditan y aumentan las desconfianzas en todas las formaciones. Poca gente cree ya en la clase política cuando día tras día aparece un escándalo, una mordida... o un líder carismático que pasa de repente a ser condenado a la cárcel por la justicia. Asco dan las maniobras mezquinas del acoso y derribo del adversario y la impunidad con la que se escapan los verdaderos delincuentes. Sabemos que la corrupción hace muchos estragos y que la mordida, cuanto mayor, más garantías de éxito tiene. También somos conscientes de como empresarios honestos han perdido sus empresas por no entrar en este juego de ladrones. Vergüenza de País que a todos debiera de sonrojar. ¿ Quousque, Catilina...?
A nadie se nos oculta que nuestros políticos se erigen en representantes de los lobys; como cambian de opinión para renunciar a sus principios; como legislan contra los pobres y se someten a los dictados de los ricos; como permiten las desigualdades entre regiones, fragantes e insultantes; como navegan entre las aguas, aunque ello signifique renunciar a sus ideas. No, así no representáis a vuestros electores.
¿ Acaso sólo a los ingenuos-sería opinable la descripción- se nos ocurre que esas cosas hay que cambiarlas para ser más decentes? Harto estamos de la cantidad de conseguidores y depredadores de las arcas públicas que, con la anuencia de los políticos de turno, se enriquecen a manos llenas con el erario público de todos los ciudadanos. La Historia de este País hastiada está de pícaros, tahúres y mordidas y siempre escasa de verdadera moralidad pública. Por eso, estamos HARTOS de los padres de la Patria. Y de los patriotas, que a su vera, se enriquecen a costa de robar el pan a millones de pobres. Y, visto ya lo que da de si el poder legislativo, siendo cierto lo que ocurre con el poder ejecutivo, también resulta poco creible el poder judicial. Creer que la Justicia es un poder independiente, pudiera estar bien; sin embargo, mi impresión personal es que siempre estuvo y está politizada y que, sin presentarse a las elecciones, no deja de ser un partido más que casi siempre rema para el mismo lado. Y lo digo sin acusar a nadie, simplemente utilizando mi humilde capacidad de análisis y mi libertad de pensamiento y expresión.
Decía al principio que buscábamos una sociedad más equilibrada y cada día observo la realidad opuesta: Cada día hay mayor pobreza y más exhibición de riqueza; cada día observo más brutalidad en las relaciones sociales; más violencia, sobretodo contra mujeres y niños; cada día observo más vocingleros ignorantes, dando clases de una Historia que desconocen, con los argunmentos más absurdos; veo con frecuencia a títeres demagogos falseando la vida y que recuerdan el nacimiento del Nazismo; observo que brutos, sin más ideas que sus gritos y descalificaciones, hacen campaña entre las turbas de taberna ¿ Quo vadis?.
No hay como mirar a nuestro entorno y fijarnos en la vida y la ausencia de filosofía, la irreflexión que tanto abunda para perderse en la tontería, las conversaciones vacias, la impúdica exhibición de riqueza, la estúpida vanidad, la trampas que acompañan a la avaricia, la superficialidad tan inconsistente, las modas tan absurdas como efímeras, lo poco que se lee y la ostentación como camino del éxito...el exhibicionismo más insultante.
Mientras ahí están Gaza y su desolación, la ira que nace ante el abuso, la comodidad de nuestra sociedad, el inefable Trump con su juego de la ruleta de la fortuna, el asesino Netanyahu, la réplica de Irán...El genocidio como el pan nuestro de cada día. ¡Y nuestra indiferencia más insolidaria!.
Mi sensación es ya de vivir en el bunker de la soledad, soportando como puedo mi desasosiego, observando que todos los esfuerzos parecen vanos, percibiendo que las palabras, por más que tratemos de llenarlas de corazón y amor por los que sufren y la justicia, son sólo lágrimas en el desierto de la vida. Y si el dolor todavía fuese poco, alguien se atreverá a decir que no tengo derecho a hablar de asco, pena y desesperanza.
Es Cierto: el dolor, como la verdad, no se escucha, sólo lastima.

Timiraos, Ricardo