Dedicado a las/os compañera/os de viaje que en el mes de agosto del año 2011 compartimos
un singular periplo por la patria de este escritor. Mi memoria mantiene frescos vívidos recuerdos
de atrevidos baños en las gélidas aguas de elevados lagos glaciares, de arriesgadas e insensatas
travesías en piragua, de pateos en montaña para asomarnos al vacío de las verticales paredes
de sus fiordos, de adrenalina a tope practicando rafting en sus tumultuosas aguas o saltos al vacío
sobre aguas heladas. En suma, un disfrute incomparable de sus lagos y montañas, fiordos y glaciares.
Olga Tokarczuk inició mi osadía literaria de acercarles aquellos premios Nobel de Literatura que me emocionaron y siguen emocionando con la lectura de sus textos, a través de sus palabras. Tal atrevimiento me satisface en extremo pues, tras la lectura del artículo, fueron varios los amigos que buscaron con curiosidad alguna de sus obras, agradeciendo mi labor de acercamiento de una escritora de la que no sabían nada.
Traigo ahora uno muy reciente. Jon Olav Fosse, un noruego polifacético en el mundo de la escritura -novela, poesía, ensayo, teatro, cuentos, libros infantiles... Nació en Haugesund en 1959, una localidad situada entre Bergen y Stavanger, ciudades que visité en mi periplo noruego y que me permitieron hacerme una idea, aunque sólo sea imaginada, de su ciudad natal.
Me cautivó su obra "Mañana y tarde". Iniciar su lectura es comprender de sopetón el

proceso vital del ser humano, el vivir como un hecho simultáneo donde la vida y la muerte, el principio y el fin, el nacimiento y la senectud, no son más que las dos caras de una misma moneda y, aunque estadíos temporales y diferentes, el autor los solapa magistralmente, juega con ellos, los maneja y cruza una y otra vez a través del periplo existencial de sus personajes.
"¿Estás bien, Marta? dice Olai y piensa que algo tenía que decir, no podía quedarse ahí callado, titubeando, en un momento como este, piensa Olai, de pie junto a la cama en que descansa Marta con el pequeño Johannes al pecho y Marta no contesta y Olai ve a Marta abrir los ojos y mirarlo y Olai no entiende esos ojos, es como si lo miraran desde algún lugar remoto y parecen saber algo que él no sabe..."
Un título metafórico que te provoca una reflexión continua. Una lectura que, más allá de la explosión de la vida expresada a través de la maternidad y de la tristeza que se le supone en circunstancias complejas, al escenario de la muerte, trasmite paz, tal vez provocada por el uso de un ritmo sosegado.
Es la luz, la fuerza de cada instante, la amistad y la sorpresa de los pequeños detalles cotidianos, casi triviales, quienes permiten al lector comprender el sentido de la vida.
La obra es dura y hermosa a un tiempo. La prosa de Fosse en esta mi primera novela leída del autor me atrapó de tal manera que a ésta le siguieron otras que no viene a cuento reseñar. Me gusta dejar el campo abierto al deseo personal de cada lector, a su curiosidad, atributo que siempre consideré uno de los mayores estímulos a la hora de sentirme vivo.
"Bueno, ya estamos en camino, dice Peter y tanto Peter como él mismo son ellos mismos y a la vez no lo son, todo es uno y a la vez diferente, es uno y a la vez exactamente lo que es, todo está separado y sin separación y todo está tranquilo y Johannes se vuelve y allá abajo, muy muy abajo, ve que está Signe, su querida Signe..."
Al igual que la Nobel polaca que les he presentado hace unas semanas, su obra ha sido traducida a decenas de idiomas. De igual modo, son innumerables los Premios y galardones internacionales recibidos.
Es esta una información fácil de obtener, tan fácil para mí como para ustedes, pero intrascendente en general para los amantes de la lectura.
Son sus palabras quienes nos hablan de su grandeza como fenómemo literario y de magisterio para aquellos que, atrevidos, disfrutamos uniendo palabras y párrafos con la vana intención, lúdica al menos, de dar forma a un artículo o, pecando de más ambiciosos, la gestión y creación de una novela.

Es mi subjetividad quien define la otra obra que les quiero presentar. Su título: "Melancolía".
"Y alrededor de mi padre, el fiordo blanquea, también unas nubes se tornan blancas contra el sereno cielo azul. Y entonces mi padre grita qué bien que hayas vuelto a casa, Lars, porque pronto tendremos que salir a la mar. Y yo contesto que sí y sigo andando colina abajo".
¡Uf! Con Fosse visualizo no sólo el paisaje sino la escena y las emociones de los personajes que hay en ella.
Y de pronto aquel recuerdo. Allí estaba registrado, en el libro. Sucedía justo un siglo antes de mi nacimiento, en el sanatorio de Gaustad, en la Nochebuena de 1856. Se trataba de un vívido recuerdo del desdichado artista noruego Lars Hertervig cuando se encontraba ingresado en un sanatorio mental.
"Las gaviotas graznan. Y las gaviotas tienen que graznar, porque eso quiere decir que todo va bien. Cuando no puedo dormir, me gusta que las gaviotas graznen. Quiero que las gaviotas graznen. Y veo las gaviotas planear en el cielo, de pronto se dejan caer en picado, contra el espejo del agua, meten el pico en el agua y las gaviotas remontan el vuelo lentamente, subiendo hacia las nubes."
¿Porqué ha tenido tanto impacto en mí la lectura de dicho momento? ¿Acaso se trata de un recuerdo relativo a una vida anterior, una vida vivida justo un siglo antes? Permanece ahí la indecisión y la duda. ¿Acaso no puede ser probable? Es posible, por otra parte, que la literatura de Jon Foss me haya embrujado, envuelto en las malditas telas blancas y negras que acosaban al pintor, telas que van y vienen, asfixian tu rostro, se introducen en tu garganta hasta provocarte una agonía indecible, hasta el punto de dejar de ser.
Lars existió realmente y real fue la enfermedad mental que lo acompañó durante toda su vida. Lars sí sabía pintar y sus paisajes bañados de luz gozaban de una calidad y singularidad extraordinaria.
Y fue un compatriota suyo, escritor, quien consigue ahora, con su palabra escrita, que yo sea parte de Lars, que yo sienta en mis carnes la agonía del desdichado pintor, su pasión irracional por Helena, su abismal y desesperante locura llena de irracionales apariciones de viejos recuerdos y entrañables personajes envueltos en misteriosas telas en blanco y negro.
Llegado a este punto, sólo una consideración, si eres un amante de la lectura, si en verdad los libros te permiten vivir en la piel de otros personajes, recorrer sus mundos, sentir sus pasiones, euforias y, por qué no, sus vacíos existenciales, el Nobel Jon Foss pasa de ser una recomendable opción a ser un escritor de obligada lectura. Hay una frase de Jon: "Deja ya de refugiarte en tu propio mundo", que es muy clarividente.
Con ella doy por terminada la breve y modesta presentación de este excelente literato.
José Manuel Espiño Meilán, amante de los caminos y de la vida. Empedernido lector, escritor y educador ambiental.