Escrito del obispo diocesano en el 26º aniversario de Diario de Ferrol.
Hoy más que nunca se hace necesaria la presencia de la prensa escrita. Frente a la inmediatez y la avalancha de datos urge animar y acompañar en la reflexión, la mirada atenta y detenida... La doctrina social de la Iglesia siempre ha reivindicado el periodismo como un instrumento para edificar una sociedad más justa, más libre y más humana. En este sentido, el periodismo honesto y el diario local en particular, puede ser una herramienta importante para esta ansiada libertad que solo se edifica sobre una verdad buscada que se convierte en camino y meta.
La Iglesia, a lo largo de los siglos, ha insistido en la necesidad de una información que no solo sea veraz y completa, sino también responsable y constructiva. Creo que esta invitación es importante hacerla en estos tiempos de polarización. Los logaritmos desde los que funcionan nuestras redes sociales que están siendo hoy los instrumentos para acercarnos al mundo, han de ser corregidos con un periodismo que se redescubra como vocación ética y servicio social. En efecto, la complejidad de nuestro mundo y de nuestra realidad, no pueden ser simplificadas en un titular sensacionalista. Requiere un discernimiento crítico, comunitario, que nos permita profundizar en el vértigo de la propia realidad. Por eso, el periodismo nos ayuda a comprender el mundo en el que vivimos y, sobre todo, a reconocer la dignidad inherente a cada persona, sin excepciones ni condiciones.
Un periódico local como Diario de Ferrol, creo que tendría que ayudarnos a tres tareas:
En primer lugar, como he señalado, a conocernos mejor: solo lo que se conoce se valora, solo lo que se desvela se percibe en su inagotable sorpresa y hermosura. Conocernos es siempre una tarea permanente, porque nunca lo hacemos del todo, porque siempre tendemos a mirar parcialmente y quedarnos en los ámbitos más cercanos. Cuando nos conocemos nos abrimos, nos comprendemos mejor y nos amamos más.
Junto a ello, el periódico local ha de ayudarnos a enraizarnos en un territorio y, como conciudadanos de Ferrol, a proyectarnos hacia el futuro desde un proyecto común y compartido. La fragmentación, la indiferencia y la falta de visión colectiva nos empobrecen y nos restan futuro. Necesitamos foros de diálogo auténtico y sereno, abiertos a todos, que nos permitan construir y soñar unidos. Nos urge descubrir y fortalecer los puntos que realmente nos unen, aquellos valores esenciales y aquellas aspiraciones compartidas que, más allá de las legítimas diferencias, nos permitan remar juntos hacia un futuro más próspero, más justo y más esperanzador para todos.
Por último, el papel de un diario ha de ayudarnos a integrarnos y cohesionarnos socialmente. Sus páginas se convierten en un espejo fiel que refleja las alegrías y las penas, las inquietudes y las historias de nuestros barrios, de nuestras familias, de nuestras empresas y de nuestras instituciones. Al dar voz a la pluralidad de pensamientos, a la diversidad de experiencias y a las distintas sensibilidades que conforman nuestro tejido social, el diario se transforma en un nexo poderoso que nos abre caminos para derribar muros y construir puentes de diálogo. El otro no es un extraño o un rival, sino parte consustancial de la misma comunidad humana, con sus talentos y sus necesidades.
Mi felicitación a Diario de Ferrol, mi enhorabuena en su aniversario y mi invitación a que siga trabajando por el bien de esta ciudad y comarca.
+ Fernando García, obispo de Mondoñedo-Ferrol