Dejar la caca en una bolsa en la Muralla no te hace más limpio, nos hace la puñeta a todos.
Foto: La Voz de Galicia
Una de las obligaciones menos glamourosas de tener perro es recoger sus cacas. No es agradable, pero menos aún lo es encontrártelas por la calle y ya no hablemos de pisarlas o, para gente que va en silla de ruedas, manchar tu medio de movilidad con ellas.
No sé si es percepción mía, pero últimamente cada vez me encuentro más, y lo que es más llamativo, en las últimas semanas o meses me tropiezo con más gente que, con todo el rostro del mundo, mira cómo su perro hace caca y la deja ahí tirada. Después pagamos justos por pecadores.
Está claro que es una fracción minoritaria. Con la cantidad enorme de perros que hay en Lugo, si tan sólo el 10% hiciera eso no habría dónde poner un pie en nuestra ciudad. Probablemente hablemos de un porcentaje bajísimo, ya que si hace seis o siete años hablábamos de más de 16.000 perros censados (probablemente han aumentado), con que el 1% deje de recoger las cacas de sus mascotas serían 160 perros dejando sus huellas por ahí. A dos o tres diarias, echen cuentas. En unos días esto parecería un vertedero.
Ahora ya no me corto, cuando veo estas situaciones les llamo la atención a los humanos, que los perros no tienen la culpa. No he tenido ninguna incidencia, y si hacen como que no llevan bolsas (táctica habitual, como si eso justificase la falta de civismo) saco la que siempre llevo encima para emergencias y se la doy. No rechistan y si encima voy con Spock, nuestro loco y gamberro labrador, ven que soy colega de perro y entonces ni siquiera hacen el ademán de responder.
Pero si cuela, cuela, sin pensar que por no agacharse a recoger la deposición de su mascota contribuyen a que la gente, en general, piense que todos somos unos cerdos que dejamos tirada la mierda por la ciudad.
Ayer mismo subí a la Muralla con Spock y, no me pregunten por qué motivo, da igual cuándo haya defecado por última vez, es subir y hacer otra. Es matemático. Pues nada, bolsa y a cargar con ella hasta la siguiente bajada para buscar una papelera
pero también veo que hay gente que recoge las deposiciones y deja la bolsita en nuestro principal monumento, Patrimonio de la Humanidad, y seña de la ciudad. Y luego se quejan cuando alguna organización dice que hay que prohibir la subida de mascotas a la Muralla, un debate absurdo que cada poco sale a relucir en Lugo y que sólo se justifica por algunos puercos que nos dejan mal a todos.
Esto es una cuestión de empatía, civismo e incluso sentido común. Si quieren hasta de egoísmo. Cuanto peor hagamos las cosas los que tenemos perro, más limitaciones se nos impondrán. No se imaginan la de plastas que he tenido que recoger de otros perros, sólo porque se me cae la cara de vergüenza al verlas.
En época del alcalde Orozco se habló de hacer pruebas genéticas en las cacas callejeras para identificar al perro y responsabilizar a su propietario. Totalmente de acuerdo, pero como tantas iniciativas interesantes en Lugo esto se quedó en una nota de prensa, una foto, y a otra cosa mariposa. Incluso podrían matar dos pájaros de un tiro (por favor, que la Protectora no se me enfade por el uso de esa frase hecha, que estamos todos muy sensibles últimamente) y colaborar con el Campus de Lugo para hacer los perfiles de ADN y tener una base de datos de la que tirar. Vale que no vas a fichar a los perros de turistas, pero eso es el chocolate del loro. Por lógica la más problemática es la fauna local (de nuevo hablo de propietarios, no de perros).
Hasta vería razonable una tasa municipal para hacer esa base de datos, aunque algo me dice que se financiaría sola con las multas que se pondrían después a los incívicos. Si dependiera de mí, las multas iban a ser importantes...
En fin, que tenemos que recurrir al autocontrol una vez más e intentar entre todos no convertir la ciudad en un vertedero.