Niños pobres... ¡Pobres niños!
Timiraos, Ricardo - miércoles, 04 de junio de 2025
A medida que me hago más viejo huyo de todos aquellos que niegan la pobreza. Lo siento, no soporto tanta soberbia. Negarse a ver la evidencia no es otra cosa que colocarse las gafas de la opulencia para despreciar al pobre. Me asquean los que con su displicencia huyen de los necesitados y buscan filosofías vacías para justificar su modo de vivir. A veces es tal la desfachatez que reniegan de sus orígenes y no quieren recordar las calamidades con que se criaron. Sólo se auto-engañan.
Pero, si observan algo de la vida, pueden reparar que en algún supermercado, a la hora de pagar, hay una opción para donar. Y si preguntan para qué, la cajera les contestará: Para la pobreza infantil.
Las cifras asustan cuando organismos tan prestigiosos como Cáritas o Save the Children dicen que el 29% de los niños españoles están en riesgo de pobreza, ¡menos de uno de cada cuatro!. Pero si nos ceñimos a Galicia el dato es de 25. Y, si aún nos circunscribimos más a nuestra Mariña Lucense, la cifra es de 2.700 menores en una población de 80.000 habitantes.
Como no podía ser de otra forma, los gobiernos, tanto Central como Autonómico invierten, pero las arcas públicas, siempre opinables, dedican lo que vemos. Ahora en Galicia afirman haber bajado la cifra al 18'8%, sin embargo el problema subsiste y las colas ante las organizaciones solidarias aumentan (los negacionistas sólo tienen que mirar).
Decía la gran poetisa Gabriela Mistral: "Muchas de las cosas que nosotros necesitamos pueden esperar, los niños no". Y Antoine de Saint-Exupéry, el autor del Principito afirmaba: "Todo los mayores han sido primero niños, aunque pocos los recuerden".
Si le hacemos caso al pintor Monet cuando afirma que "es a fuerza de obserevación y reflexión que uno encuentra el camino", entonces quizás sería posible ver a la cantidad de niños que pasan necesidad en nuestro entorno; ahora bien, si nos encerramos en la casa de la comodidad y el bienestar personal, seguramente vivamos en el País de Alicia, que está muy lejos de la vida real. A la vida le sobran decorados, superficialidad, estupices varias y le falta la ternura de un plato de comida, una mano generosa que comparta, una ayuda silenciosa que se haga pan para esos niños.
Y permitanme terminar con algún comentario de la realidad que me tocó vivir: En mis años laborables en un humilde barrio madrileño, mientras la joya de la Corona de los patriotas, Esperanza Aguirre, estrenaba a base del suntuoso gasto con la Pantoja una estación de Metro, una niña llloraba en el patio del colegio. ¿ Qué te pasa ?. Tengo hambre. No, no he desayunado ni cenado. Desde entonces le llamo Esperanza Horrible. Porque tal despilfarro, cuando la necesidad es tan perentoria, no lo soporto.
No, no es un caso aislado, ¿verdad Cristian? Que toda la semana a base de garbanzos se cansa uno. No, no tiene misterio alguno contarlo. Sólo hay que mirar y buscar esa justicia social, que no aparece por ningún lado.
Decía la Madre Teresa: "Los niños son como las estrellas, nunca hay suficientes", pero quizás no sabía que ya hay muchos perros mejor tratados. ¿A dónde va a llegar nuestra estulticia? ¡Pobres niños! Si viéramos su vida diaria...

Timiraos, Ricardo
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