A todos los sacerdotes, consagrados y fieles laicos de la diócesis de Astorga:
Con la toma de posesión de D. Jesús como Obispo de Córdoba, que tuvo lugar el pasado sábado, día 24 de mayo, nuestra diócesis ha entrado en lo que se denomina periodo de "Sede Vacante". Es un tiempo especial y singular en el que la diócesis permanece orante en la espera de un nuevo pastor.
Siguiendo lo establecido para este tiempo, el Colegio de Consultores se reunió el domingo, día 25 de mayo, y procedió a la elección del Administrador Diocesano a quien compete la misión de regir temporalmente la diócesis hasta la toma de posesión de un nuevo obispo. En este caso, esta elección ha recaído en mí. Agradezco sinceramente a

los miembros del Colegio de Consultores su confianza y a ellos los primeros les he pedido su oración y su ayuda en esta tarea. Ahora me encomiendo también a vuestra oración. Mi único objetivo en este tiempo será servir a toda la comunidad diocesana pidiendo a Dios el don de realizar este servicio con humildad y entrega sincera.
En este tiempo especial que nos toca vivir quiero, en primer lugar, invitaros a todos a la oración ferviente y constante para que pronto haya en nuestra diócesis un nuevo obispo. No es posible saber el tiempo que estaremos en Sede Vacante, pero durante este tiempo nuestra oración pidiendo a Dios el nuevo pastor debe ser una petición permanente y confiada. Os ruego a todos los sacerdotes que esta intención no falte en ninguna Eucaristía y que podáis celebrar con relativa frecuencia la Misa para elegir al Obispo.
Durante este periodo cesan en sus cargos, los Vicarios episcopales y los Consejos Presbiteral y de Pastoral. He decidido confirmar al Vicario de Pastoral, como delegado mío, para que continúe coordinando todos los aspectos relativos a la pastoral como hasta ahora venía haciendo. Si los Consejos antes mencionados han cesado en su labor, el Colegio de Consultores adquiere especial importancia y relevancia en este tiempo. Sus miembros, elegidos de entre los componentes del Consejo Presbiteral, son ahora, más allá de las competencias específicas que le son asignadas por Derecho, la principal ayuda y apoyo para que la diócesis sea regida tomando en consideración a toda la comunidad diocesana representada a través de todos ellos.
Los arciprestes, delegados episcopales, párrocos y todos los demás cargos diocesanos, siguen plenamente vigentes, mostrando y haciendo efectivo que el periodo de Sede Vacante no es un periodo de inactividad, sino un tiempo de espera confiada en el que nuestra iglesia diocesana continúa realizando su actividad evangelizadora, sacramental y caritativa con toda la intensidad.
Hasta la toma de posesión de un nuevo obispo rige en la diócesis el principio sede vacante nihil innovetur. Este principio básico del Derecho nos indica que, durante este tiempo, mientras todas las actividades ordinarias continúan con normalidad, no debemos introducir novedades que puedan condicionar la labor del futuro pastor. Por tanto, evitaremos iniciativas extraordinarias que no deben ser acometidas en este momento. Pero, hemos de esforzarnos en que el ritmo pastoral de la diócesis evite toda tentación de restringirse sólo a las tareas imprescindibles. No ha de ser así, nuestras parroquias y nuestras unidades pastorales deben continuar esforzándose en ser comunidades vivas y evangelizadoras y realizar para ello todas las actividades pastorales que sean necesarias. De modo especial, proseguiremos con el desarrollo de nuestro Plan de Pastoral, "Se volvieron a Jerusalén", y con la progresiva implantación y puesta en marcha de las Unidades Pastorales, objetivos principales en la pastoral diocesana.
Finalmente, os invito a vivir este periodo, con mirada esperanzada. En verdad experimentamos la tristeza provocada por la ausencia del pastor, sin embargo, hemos de elevar nuestra mirada y descubrir que para Dios todo tiempo es tiempo de gracia. Por ello, aprovechemos este momento que nos toca vivir para crecer en madurez cristiana, en vitalidad espiritual, en capacidad evangelizadora, en servicio caritativo. No dejemos que este sea sólo un tiempo de espera, cuidemos más bien nuestra vida cristiana con todo esmero, de tal modo que cuando llegue el nuevo pastor nos encuentre todavía mejor preparados de lo que lo estamos actualmente. Si así lo hacemos experimentaremos que Dios, que nunca nos deja solos, ha sacado de este tiempo los mejores frutos.
Con mis mejores deseos de que nuestra vida crezca cada día en el Señor, recibid mi abrazo de hermano entre vosotros.
Francisco Javier Gay Alcain, Administrador Diocesano (Sede Vacante)