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El apagón

Silva, Manuel - lunes, 02 de junio de 2025
Mi amigo y compañero de Seminario durante siete años Farruco Folladiz y yo celebramos recientemente un almuerzo en un restaurante gallego en Madrid, en el que el plato estrella fue el Pulpo á Feira, acompañado de buenos vinos Albariño y de la Ribeira Sacra.

Nada más sentarnos, Folladiz se interesó por saber cuál era mi opinión sobre el apagón que afectó el pasado 28 de abril a toda la península ibérica. Y, desde mi absoluta ignorancia sobre esta materia, le dije que a lo largo de las nueve horas en las que no hubo luz eléctrica en mi casa (de las 12:30 a las 21:30) tuve varias sensaciones.

La primera sensación fue de tranquilidad absoluta, como cuando 'saltan los plomos' y rápidamente se arregla el problema. Además, pensé en cómo nos arreglábamos en parroquias del rural gallego allá por los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, como era el caso de mi pequeña aldea: No había luz eléctrica (usábamos velas y candiles), no había agua corriente (íbamos a una fuente cercana a buscarla con una sella). Tampoco había retretes en la mayoría de las casas. Y, cuando teníamos que salir de casa por las noches, para no encharcarnos en los carreiros y corredoiras utilizábamos los famosos fachucos de palla encendidos.

Pero, al pasar una hora sin luz, la sensación se fue convirtiendo en cierta preocupación. Por ello, puse pilas nuevas a un viejo aparato de radio que tengo en casa. Y, por lo que iban diciendo en las distintas emisoras, la preocupación aumentó considerablemente, convirtiéndose casi en pesadilla, porque decían que el apagón podría durar entre seis y ocho horas más. Y, lo peor de todo..., que eran muchas las personas que estaban encerradas en ascensores y que muchísimos pasajeros estaban atrapados en los trenes.

Seis horas después del apagón -a las 18:30 h. de la tarde- el presidente del Gobierno compareció para informar de que había estado reunido con los técnicos y responsables del sector eléctrico y que, de momento, se desconocían las causas del apagón, pero se esforzó en tranquilizar a la población asegurando que, de la información que le habían transmitido los expertos, se deducía que en pocas horas el servicio quedaría restablecido, como así ocurrió.

Al día siguiente, 29 de abril, y tal como era de esperar, aparecieron en escena políticos de diversos partidos dando su opinión de lo ocurrido, abogando, unos por la energía de las 'renovables', mientras otros subrayaban la importancia de las 'nucleares'. Y también..., por ambas a la vez. Y, sobre todos, los de la oposición coincidían en criticar que el presidente del Gobierno tardara seis horas en comparecer.

En ese momento, un comensal que estaba en una mesa muy próxima a la nuestra, tras pedir perdón por interrumpirnos, dijo que nos habíamos olvidado de citar que ese mismo día había intervenido también el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, "quien salió -dijo- a dar lecciones sobre lo que se debía haber hecho y lo que se tenía que hacer, cuando él -con descaro, sin vergüenza y sin pudor- lleva, no seis horas, sino siete meses sin decirnos donde estuvo toda la tarde del 29 de octubre de 2024 sin dar señales de vida, mientras la DANA causaba grandes destrozos materiales y, con la guadaña de la muerte, segaba la vida a 228 valencianos".

Ese comensal -vecino de mesa, pulpo y mantel- subrayó que, a su juicio, "hay algunos políticos que, más que estar en Política, deberían estar calladicos en su casa y en sus trabajos..., si es que los tienen".

Entonces Farruco Folladiz tomó la palabra para decirnos que esa noche había tenido un sueño en el que "en una playa con chapapote había una docena de políticos de distinto signo ideológico vestidos con bañadores de basura en actitud de bañarse en un mar de mierda".

Por mi parte -¡mira por donde!- me sentí obligado a confesarles que también yo había tenido un sueño, en el que se me aparecía el pasaje bíblico del Libro de los Proverbios (c.26 v.11) que dice así:

"Sicut canis qui revertitur ad vomitum suum,
sic imprudens qui iterat stultitiam suam".

(Como perro que vuelve a su vómito,
así es el necio que repite sus necedades)
Silva, Manuel
Silva, Manuel


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