Un sin parar de festejos varios
Alén, Pilar - miércoles, 21 de mayo de 2025
Cantareiras, pandereteiras y demás mujeres, cuyos saberes se pierden en la nebulosa de los tiempos, han sido profusa y debidamente homenajeadas. Ellas, sin alardes, han posibilitado que, de manera más o menos ininterrumpida, se haya transmitido un legado patrimonial que forma parte de la riqueza cultural de esta tierra.
Reconozco que siento cierta perplejidad al ver en los medios de comunicación a veinteañeros que se lanzan a recoger ahora cantigas seculares, pandeiras e pandeiros y pasos de bailes de manos de las que han sobrevivido a la invasión de melodÃas y ritmos igualmente populares e importantes, propagadas en fechas más recientes ¿Sabrán los nombres y pesares de quienes les precedieron? ¿El Padre Sarmiento les sonará de algo? En este punto no me resisto a mencionar la labor llevada a cabo por otro -en aquel entonces- joven universitario que me resulta cercano: Ramom Pinheiro Almuinha (‘ChitoÂ’). Historiador de sólida y amplia erudición e investigador nato (con fino olfato) que en las últimas décadas ha renovado la formación y divulgación de la música tradicional gallega con iniciativas propias o con las desarrolladas en ‘aCentral FolqueÂ’, proyecto del que es alma mater. Precisamente, dentro de las actividades que desde esa escuela se promueven, está prevista para hoy la actuación de Xosé Lois Rivas ‘MiniÂ’, un histórico que no necesita presentación. Espero que esos tiktokers, orgullosos de sus entrevistas y sesudos aprendizajes, sepan de quién se trata. Visualizando sus vÃdeos pienso que podrÃan currárselos algo más, pues es difÃcil ponerse en situación viéndolos ataviados con prendas de Hugo Boss o Michael Kors, entre hórreos parcheados de hormigón.
Vuelven ya también las romerÃas y verbenas de aquà y acullá. Estamos en las fechas. Se ha abierto la veda y hasta otoño será un sin parar. Dicen que mucho cambiaron respecto a las de pocas décadas atrás, aunque creo que no es para tanto. No me detengo en subrayar lo abundantemente comentado sobre esta cuestión. Solo comparto apuntes de extranjeros que, hace un siglo y medio, reflejaron en sus diarios lo que más les llamó la atención.
“Las mujeres van vestidas de lino blanco o rayado, que se echan sobre la cabeza a modo de mantillas, exhibiendo sus sayas oscuras. Los hombres llevan una singular ‘monteraÂ’ en forma de casco (la ‘mitra CristataÂ’ de sus antepasados), que es trabajada en paños de muchos colores por sus ‘queridasÂ’. El domingo, como es habitual en Galicia, es el gran dÃa de mercado, entonces, después de misa, los campesinos disfrutan de sus bailes y gaitas, la gaita gallega, se ponen sus mejores galas y juegan a la esgrima de bastón” (Widdrington, 1844). En concreto, aquà se describe el ambiente de Santiago, una ciudad que se movÃa entre modernidad y tradición.
“¡Con ese orgullo, que es el derecho de nacimiento de los pueblos pequeños, el gallego no conoce tierra mejor que la suya, ni lengua comparable con la suya, ni literatura con tales felicidades de expresión! Tiene una pequeña literatura rezagada, y sus poetas desconocidos hablan con fervor del paisaje, la edad, la dignidad y lo que no de su pequeña y húmeda media hectárea” (Huntington, 1898). Es la visión más generalizada de una Galicia decimonónica más escondida que conocida.
¿Quién se acuerda en Compostela estos dÃas de la Batalla de Clavijo? Otra historia que se remonta a los albores de la época medieval y que solo es discretamente recordada en la catedral. No me da la cabeza para narrarla tras tanta danza de punta-tacón. Además, hay que reservar energÃas para preparar el Banquete de Conxo, preparar la Ascensión y buscar momentos para digerir tan dispar información.

Alén, Pilar
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