La Filosofía y la Teología están de luto en Lugo

(In memoriam del profesor José Fernández)

El profesor de Filosofía y Teología y canónigo penitenciario de la catedral de Lugo, José Fernández Fernández, ha fallecido el sábado, 17 de mayo, a los 92 años.

Nacido en Cadrón (Lalín) en agosto de 1932, ingresó en el Seminario de Lugo en 1944 y en 1958 fue ordenado sacerdote. En la Universidad Pontificia de Salamanca obtuvo las licenciaturas en Filosofía y Teología. Y, en 1976, convalidó civilmente la licenciatura de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Mediante oposición, consiguió la canonjía de Penitenciario en la catedral de Lugo, de cuyo Cabildo fue Deán durante varios años.

A partir de ahí, José Fernández dedicó toda su actividad a la docencia en Lugo: las clases de Filosofía las impartió a muchos jóvenes lucenses en varios centros de enseñanza civiles, mientras que la Teología Dogmática la enseñó a centenares de alumnos del Seminario Diocesano. Y ahí fue donde el que suscribe esta necrológica se encontró con él durante los cursos de 1964-65 y 1965-66.

A lo largo de esos cursos he comprobado como don José Fernández nos enseñó a ir rompiendo amarras con los temibles y fríos 'anatemas' de Trento y nos abrió de par en par las ventanas de la Iglesia y el Evangelio para respirar el aire fresco del Vaticano II.

En el año 2013 viajó de Lugo a Madrid para presidir la ceremonia del enlace matrimonial de mi hija Patricia, lo que mucho agradecí y jamás olvidaré.

José Fernández fue para mí un brillante profesor, a la vez que fue un magnífico, generoso y fiel amigo. No me cabe la menor duda de que Dios le está agradeciendo lo mucho y bien que explicó, en las clases de Filosofía y Teología, su misterio y sus objetivos en la Historia de la Salvación.

Querido don José: sabes lo mucho que te he querido y te quiero. Y también sabes que te deseo todo lo mejor en tu nueva dimensión. Pero, como estoy seguro de que ya estás gozando de la presencia de Dios, no necesitas de mi ayuda. Al revés, soy yo el que necesito que me hagas un favor: que intercedas por mí para que cuando yo cruce el puente que me llevará al Más Allá me encuentre contigo para recordar ahí, en el cielo, los muchos y muy agradables momentos que hemos pasado juntos aquí, en este valle de lágrimas.