Cuando el talento se va, y tiene nombre de mujer

Hace tiempo que en España nos lamentamos por la fuga de talento, pero seguimos sin afrontar la realidad que hay detrás de todo esto. Lo más preocupante no es que sólo que se vayan las personas jóvenes mejor preparadas, sino que la mayoría de las que se marchan son mujeres. Según Eurostat, más del 55 % de las personas con estudios superiores que emigran desde nuestro país, son mujeres.

En muchas ocasiones, aunque nuestras mujeres estén bien formadas, se siguen tropezando aquí en España, con barreras invisibles (el techo de cristal): sueldos más bajos, dificultades para crecer en sus carreras profesionales, y una conciliación familiar que sigue recayendo sobre sus hombros. Al final acaban encontrando fuera del país lo que aquí no se les ofrece: oportunidades reales, respeto profesional y un espacio para avanzar, sin tener que justificar su valía constantemente.

Lo triste es que las formamos aquí, en nuestra tierra, en universidades públicas y privadas del país, y luego las dejamos escapar. Hablar de igualdad sin actuar sobre estas realidades no sirve de mucho. Que el talento femenino tenga que abandonar su país es un fracaso colectivo. Ojalá esta fuga de ingenio no se convierta en una costumbre asumida, sino en un reto que seamos capaces de revertir entre todos.