Proyecto FICOS - XIII
Ávila Soto, Federico - miércoles, 07 de mayo de 2025
La construcción oligárquica de la sociedad - (3)
(viene del lunes día 5 de mayo)
La "idea original excepcional" a la que me refiero, está expuesta en el apartado que título: Teoría de la vida y de la inteligencia. Es necesario, repasar meticulosamente lo que allí expongo; aunque se puedan encontrar algunos errores o ignorancias en algún tema, que, tratado científicamente, yo poco podría decir; pero también afirmo, que científicos de la materia, poco podrían decir, de una afirmación que hago sin esa base científica porque, tanto yo como esos científicos, estamos a años luz de demostrar verdaderamente, la afirmación o negación de: La vida existe, no hay principio, no hay fin. Que contrapone lo difundido por las élites teológico religiosas, y pueda que también la teoría de la evolución, que tengo leído en algún artículo que trataba del tema existencial, y de "Dios"; a no ser que esa evolución reconozca, la existencia de vida en todas sus variantes, y que esa "vida", es la que evoluciona en un cosmos sin límites ni fronteras, ni de tiempos, de principios y fines.
Acudiendo al apartado donde escribo: La inteligencia es el ser fundamental de la persona..., etc., y lo siguiente: Cuando en la persona, brillan con más intensidad las luces de la inteligencia positiva..., etc., me estoy a referir a la idea base, de que solo es posible esa idealización del ser humano del futuro, desde una administración, que prime el desenvolvimiento "consciente, asumido, organizado, estudiado y difundido" de los valores positivos de la inteligencia, en lo particular, coordenado en lo común y social.
Y digo que tiene que ser desde la administración porque, de otra forma es imposible conseguir esa finalidad. Para que se pueda entender y comprender lo que estoy a decir, paso a exponer un ejemplo:
La vida que nos toca vivir en todo tiempo y lugar, está llena de ejemplos sangrantes. Se desenvuelve la inteligencia, y esta da paso al poder. Ese poder, se nutre de energías negativas en lucha constante para mantenerlo, que lo arrastra -a quién tuviera ese poder- a consolidarlo mediante la destrucción del otro; se impone la dictadura bajo todas las formas posibles, que la inteligencia y las capacidades propias puedan imponer. Esto crea la guerra en todas las formas imaginables, y las guerras precisan de los soldados, y de enemigo concreto.
Como el poder ya está consolidado, y es quién de mover muchos hilos, las personas físicas que no están en los mundos de las luchas, pero que precisan de asegurar el alimento, se verán sometidos, a la presión que ejerce ese poder para que, como soldados, pasen a formar parte de los ejércitos que estos poderes precisan para mantenerse, consolidarse y expandirse; es el concepto del imperio, del que tantos soldaditos presumen y pierden la vida, y la inteligencia que pudiera haber sido humana.
Las dictaduras, las monarquías, los imperios, los zares, caudillos y otras muchas formas de entender el poder, lo que quieren, es solo soldados que no piensen por sí mismos, que no desenvuelvan su inteligencia, en contraposición de su poder; lo que quieren, es que el soldado obedezca, que mate cuando se le indica que lo haga, ¡no que juzgue lo que le indican que haga!
Como los ejércitos, -toda clase de ejércitos, religiosos incluidos- precisan de mandos, y estos mandos, gozan de muchas ventajas comparativas de cara al soldado; estos, para subsistir con una mínima esperanza de futuro, aceptan las normas impuestas; primero, porque no se tiene desenvuelto la personalidad y las capacidades críticas o analíticas, y segundo, porque viendo las ventajas que aporta el convertirse en mando de los ejércitos, se reprime la posibilidad de desenvolver, una inteligencia de carácter positivo que contraríe, los objetivos de los estamentos más altos de las élites, del poder o poderes.
Y de ahí, se pasa a la infinidad de guerras, que buscan la destrucción del otro, del otro inteligente y, sistemáticamente, se va por una parte, eliminando todo lo que suponga crítica o cuestionamiento, y por la otra, sumando soldados y mandos que no pongan en cuestión el liderazgo que ese poder tiene establecido, que es quién les garantiza, el alimento, aunque sea a cambio de no pensar, de no juzgar; a fin de cuentas, de ser los que ejecuten, lo más feo y peor, del origen animal de los humanos.
Las sociedades están regidas y administradas por poderes; fue siempre así, y por el momento, sigue de la misma manera, a pesar de rimbombantes nombres que ocultan eses poderes: democracia, república, monarquía, aristocracia
Los intereses de eses poderes o élites, son muy avariciosos en todos los campos, y hacen uso de todas las formas administrativas que hubiera, para obtener lo que deseen. Y así, veremos la subida y bajada en la escalera de la fama, a tantos personajes que buscan tocar el cielo con sus manos. En el camino, nos encontraremos con millones de desplazados, descalzos, sedientos, con el hambre y el miedo en el cuerpo, con la muerte pisando los talones de cada uno, en las cunetas o mares de lo desconocido.
La codicia de los diamantes, del oro, de la plata, del cobre, del petróleo, del uranio, del cobalto, del carbón, del estaño, del litio del coltán
, y de tantos minerales que sirven para que nuestra inteligencia dé, en descubrir grandes ingenios materiales que, a través de su explotación por esas élites y poderes, se puedan afianzar más, mucho más
, ¡de lo que ya están y disfrutan!
¿A cuántos millones y millones de personas nos afectan todas estas codicias y avaricias de los poderosos, de las élites? ¡A TODOS! Miles de millones de personas que, por no tener una administración que garantice la vida, su alimento, su formación y educación, incita y promueve instintivamente, a convertirse en soldado, como forma válida para la subsistencia, en un mundo de inseguridades.
Y esta actitud instintiva, degenera en la lucha particular que el subconsciente inteligente posee, en el que la gran mayoría, opta por los valores negativos de la inteligencia como forma o medio de vida, en la que se sabe, que el otro camino es bien difícil, y más que nada
, ¡ignorado!

Ávila Soto, Federico