Olga Tokarczuk

Premio Nobel Literatura 2018
A Marlena Salapat, con gratitud y cariño, a quien debo la lectura de "Los errantes", obra excepcional de su compatriota Olga Tokarczuk. A su país, Polonia, bello y hermoso, acogedor y entrañable, fiel a sus tradiciones.
Muy a menudo, como el bálsamo necesario para descansar de caminos, veredas y escarceos literarios, razones existenciales que en mi caso no precisan de explicación alguna, leo.
Y las lecturas unas veces me sosiegan, otras me asombran y maravillan, otras encogen mi corazón, manteniéndome en vilo, pero todas me aportan nuevos conocimientos, nuevas experiencias que moldean mi espíritu. Lo cierto es que tras cada lectura, siempre encuentro la humildad necesaria para saberme eterno aprendiz de escritor.
Fue así como, de un tiempo a esta parte, mostré especial interés por la obra de los Premios Nobel de Literatura. A fin de cuentas, pensé yo en un principio y sus lecturas lo ratificaron momentos posteriores, se les presupone valores y virtudes que deberían poseer las buenas obras literarias y los grandes escritores.
Y, tras muchas y variadas lecturas no puedo negar que su calidad es indiscutible -admito a los críticos que siempre hay y reconozco que es ésta una afirmación puramente subjetiva, en la cual me ratifico-.
Disfruto con sus lecturas, viajo por sus mundos, me emociono con sus pasiones y, sintiéndolas poseedoras de reconfortante placer, quiero compartirlas. Para ello, de cuando en cuando, escribiré un artículo con el único deseo de acercarles un autor y su obra. En verdad que apenas aportaré unas breves pinceladas sobre su figura y los textos que habré leído pero espero sea suficiente para despertar su curiosidad.
De eso se trata, de acercarles al Premio Nobel ¡Quién soy yo para realizar la más mínima crítica! Ni siquiera pretendo justificar las razones personales que me inducen a situarlo en mi particular Olimpo literario! Si acaso me quedo con un par de ellas, su lectura supone para mí puro placer y la destreza manifiesta en el dominio de la expresión escrita, magistral. No necesito más.
Sólo pretendo mostrarles la belleza de sus textos y compartir la sincera impresión que a mí me han causado sus lecturas. Si luego alguno de ustedes, aguijoneado por la curiosidad, considera interesante acercarse al autor y su obra, miel sobre hojuelas. En caso contrario, le habrán dedicado al menos unos minutos a su lectura y habrán compartido el peculiar modo de disfrutar del tiempo en mi particular mundo literario.
Tras éste, tedioso tal vez, pero necesario prolegómeno, comienzo con una escritora polaca, de nombre Olga Tokarczuk, Premio Nobel de Literatura en el año 2018.
Esta poetisa nacida en 1968, ensayista, sicóloga de formación, es una de las grandes escritoras actuales del panorama internacional.
Tras sus comienzos con un poemario publicado: "La ciudad en los espejos", es la novela el género más recurrente en su obra. Es ella quien en una entrevista, expone su manera de interpretar su escritura: "escribir novelas es como contarse cuentos uno mismo en la madurez, como hacen los niños antes de dormir, que utilizan el lenguaje que se encuentra en la frontera entre el sueño y la conciencia, describiendo y creando"
Les traigo un par de fragmentos de "El alma perdida" que, con ilustraciones de Joanna Concejo, es una obra maestra, una profunda reflexión sobre la vida, disfrazada de cuento.
"Había una vez un hombre con una vida tan ajetreada y acelerada que, hacía ya mucho tiempo, había dejado atrás, muy lejos, su propia alma".
Así comienza la historia. Y en alguna parte del desarrollo de tan breve como ejemplar narrativa, la autora nos sigue sorprendiendo:
"Si alguien pudiera contemplarnos desde arriba, observaría que el mundo está lleno de personas apresuradas, sudorosas y exhaustas, y que sus almas tambien están perdidas, y siempre llegan tarde, incapaces de seguir el ritmo de sus dueños. Esto produce una gran confusión, las almas pierden la cabeza y las personas dejan de tener corazón".
No necesita la autora más que un par de páginas -el cuento no ocupa mayor espacio-, para poner la mano en la llaga del ser humano actual. El estrés mata, la prisa enloquece y la paciencia sana. Toca adentrarse en cada ilustración -tan soberbias en su ejecución como el texto narrado-, esperar, esperar y sanar. De no suceder así, al menos les garantizo el placer de gozar de su lectura.
De "Los errantes", novela publicada en el año 2007, Premio Literario Nike y Premio Nike de la Audiencia en el año 2008 y Premio Man Booker International Price en el año 2018, escribe Antonio Lozano, en La Vanguardia: "... tal vez estamos ante el mejor libro de viajes jamás escrito".
"Describir es como usar: desgasta. Los colores se difuminan, los bordes se desdibujan y, finalmente, lo descrito empieza a diluirse, a desvanecerse. Las guías de viaje han causado un daño enorme; han sido una invasión, una epidemia".
Nada comento ante tal aseveración pues la comparto hasta el punto final. Acuden a mi mente imágenes de espacios que han perdido su silencio, sus colores, su identidad, es posible que hasta su presencia si la valoración de su medida la realizamos a partir de la concepción que de la existencia de dicho lugar atesoramos en nuestros recuerdos, en nuestra memoria, tanto la vivida como la imaginada. Y en esta tesitura, se sucede una serie interminable de nombres referidos a espacios concretos, desdibujados por las hordas de turistas y consumidores de espacios: Teide, Nublo, dunas de Maspalomas, Aguayro, Guguy, El Cedro, Pico de la Zarza, Jandía, Cernícalos, Tindaya, La Graciosa, Lobos...
Cada vez considero más seriamente el hecho de callar nuevos lugares, y que sean otros los que cometan la imprudencia de describirlos, pues desde el preciso instante en que lo hacen, se inicia el desvanecimiento del lugar de antaño.
"... a lo mejor es posible asomarnos al pasado, echar una mirada como en un panóptico o, queridos amigos, tratar el pasado como si aún existiera, solo que transportado a otra dimensión. Quizá no haga falta más que cambiar la manera de mirar, contemplar todo al soslayo. Porque si el futuro y el pasado son infinitos, en realidad no existe ningún *tiempo ha*."
Amantes de los libros, viajeros o no, la obra de "Los errantes" es de lectura obligada. Más allá de la estética del relato, de la narración realizada desde la perspectiva que proporciona la figura de un observador del viajero y su viaje, el libro es en sí, una obra de arte. Sorprende la profundidad de los conocimientos expuestos, lo atrevido de sus reflexiones y, sobre todo, la enorme gratitud que aflora en el lector -reconocimiento expreso al placer literario recibido-, hacia su autora.

José Manuel Espiño Meilán, amante de los caminos y de la vida. Escritor y educador ambiental.