Proyecto FICOS - XIII
Ávila Soto, Federico - lunes, 05 de mayo de 2025
La construcción oligárquica de la sociedad - (2)
(viene del miércoles pasado día 30 de abril)
Yo puedo preguntarme: ¿es posible que sigamos mucho tiempo con estas formas de administrarnos, de seguir y consentir que nada cambie? Pienso que sí, que todo seguirá igual, aunque cambien las formas o los métodos a seguir. No hay poder -organizado o en potencia consciente- que haga frente a eses poderes ya conformados, que tienen su base en las élites, y estas, en el legado generacional que se van traspasando, sin que cambie el modelo de relación entre las personas.
A diario leo artículos de opinión, busco en la prensa alternativa, veo algún programa de interés en televisiones internacionales, alguna de países que están bloqueados económicamente desde hace muchos años, observo muchos análisis que apuntan los puntos flojos de la economía, de la política y de toda relación entre pueblos, culturas y bloques de poder. No observo para nada, en tantos analistas, politólogos, premios nobel, afamados catedráticos del derecho o de lo torcido, que alguno tenga a bien, expresar algún pensamiento original, nuevo, revolucionario, de cómo encarar el futuro que sea solución a tanto disparate, a tanta incertidumbre, a tanto abuso y manipulación, a tanta desestabilización, a tanto banquero, empresario, ídolos, ejecutivos de grandes empresas, políticos y algún que otro administrador de la cosa pública, que se embolsan astronómicas sumas de dineros y bienes que sustraen de lo social al que se acogieron. Los análisis se centran siempre, en lo que hay, en lo que se vive, en lo que se construyó sobre los malos cimientos que padecemos, y tan solo, se le añaden parches -en esos análisis- para que el sistema siga a funcionar, ¡y eso es imposible!
De no crearse algo nuevo, original, revolucionario, el "enfermo demócrata" seguirá vivo mucho tiempo, aunque le tengamos que hacer trasplante de todos los miembros del cuerpo y lo utilicemos desde la sala de cuidados intensivos; esa es la pretensión de las élites oligárquicas, para seguir y perpetuarse en los poderes.
Para poder transmitir mi pensamiento, -germen- tengo la dificultad de la falta de profesionalidad en el arte de escribir y de formular un asunto tan complicado, como es un "proyecto de vida" que abarca a millones y millones de personas que, con su particular pensamiento, -el de cada una de esas personas- ya conforma de si, un poder físico, casi imposible de mover de las coordenadas en que se mueven. Pero sé también, que todos tenemos unos valores positivos y otros negativos que se traduce en la convivencia, en sentimientos afectivos o en la falta de este sentimiento, sustituido por un valor negativo que induce a ser egoísta y avaricioso. Sé también, que esos valores de egoísmo y avariciosos, nacen y se desenvuelven, en el ambiente social idóneo que conformamos todos los seres como consecuencia del caos en el que se vive, en sociedades en que las garantías alimentarias, de educación, formación, respeto, libertad, colaboración, entendimiento y otras necesidades imperiosas, son sistemáticamente negadas, destruidas, atacadas, prohibidas, perseguidas, y como mal menor, "concedidas" como respiro a la presión que ejercen las masas, en la ansia de esa seguridad, tan negada y sustraída por las élites del momento que imponen sus intereses, sus influencias, y el poder coercitivo del que hacen uso.
Sé que ante todo tenemos sentimientos, que tenemos una inteligencia que analiza todo lo que ocurre a nuestro alrededor, que somos conscientes que nuestros hijos y nosotros mismos, precisamos de la seguridad del alimento que procuramos mediante el trabajo, que esa misma inteligencia nos dice lo que es bueno y lo que es malo, y también nos dice que la dependencia de esas élites nos convierte en súbditos de ellas, no en seres libres que aportan su particular ser y estar en la vida, como miembros necesarios de esa gran construcción humana que conforma nuestra inteligencia. La dignidad de vivir, precisa del respeto, de la consideración, de la colaboración, del entendimiento, de la organización, de los análisis y renovaciones oportunas necesarias, de conformar instituciones y sociedades eminentemente administrativas, y no impositivas de estructuras que aseguren los intereses de esas élites y de toda la parafernalia que ponen en circulación, para la coacción y el sometimiento.
Todos los seres que venimos a la vida, que pasamos por ella, que gozamos y también padecemos en ella, que ya tenemos tiempo suficiente de recapacitar nuestro paso por la vida que, aunque muchos no tuvieron la suerte de poder plasmar su saber y su experiencia en un papel o en otra forma posible, sí hay muchos que expresan su sentir general desde una perspectiva particular, y ese sentir nos indica, que es necesario algo que cambie radicalmente las formas de vida que venimos heredando, y que no somos capaces -generación tras generación, que abarca a todos los miles de millones de seres que pasamos por esta vida- de cambiarla; a pesar de tantos y tantos pensadores, de tantos y tantos avances, de tantas y tantas guerras, destrucciones, aniquilación de pueblos, culturas, hablas, saberes y herencias, que se pierden en el olvido provocado, para que las masas se olviden del pasado, y miren solo a los nuevos ídolos, que se sometan a los nuevos poderes; y vuelta a empezar...
Sí, siempre es un volver a empezar, porque falta la idea "original excepcional" que, una vez expuesta, sea quién de ser deseada, asumida, analizada, estudiada, criticada, ampliada y puesta en práctica como instrumento necesario, beneficioso para la colectividad de los pueblos y para toda persona que la asume, para su mejora y disfrute. Y como se trata de una idea de carácter filosófico y no de un objeto, o de una fórmula química o biológica; trato de transmitir esta idea desde mi concreta posición para que esa idea llegue a las inteligencias de personas que tengan suficientes sensibilidades, para comprender y entender y, por lo tanto, para asumirlas y ampliar esa idea como un bien más, para disfrute de la sociedad humana.

Ávila Soto, Federico