El Capitalismo mata (Gracias, Papa Francisco)
Timiraos, Ricardo - miércoles, 07 de mayo de 2025
Para mi amigo Perfecto Otero Hermida, ejemplo de coherencia y bonhomia.
El añorado papa Francisco fue para muchos un gran referente moral y nos recordó, atajando muchos problemas, el verdadero espíritu evangélico; pero lo que para mí resultó un aldabonazo moral fue poner en solfa el despiadado Capitalismo, destapando, por si acaso había dudas, que es el escudo de la avaricia, la explotación más inhumana, de la alocada carrera del egoísmo más insolidario...
En una sociedad, donde el triunfo empresarial se mide por el el balance económico, conviene situar a la economía en su justo lugar y, sin despreciarla, recordarle que el esfuerzo laboral debe abarcar a todos los estamentos productivos, sin olvidar tampoco que el mejor fin, no es el enriquecimiento de unas élites, sino combatir la desigualdad social para lograr ese utópico equilibrio. Los hombres señores capitalistas, también estamos hechos de sueños que nada tienen que ver con su desaforada avaricia. Recuerden lo que el mismo Papa dijo: "El dinero es el excremento del diablo" y, si bien es cierto que ustedes lo han entronizado en las conciencias de los modernos esclavos, algunos pensamos como el Papa y olemos su podredumbre.
Ya Moisés abatió el becerro de oro, pero muchos hombres, víctimas del gusano de la codicia, han utilizado todos los recursos a su alcance, desde las armas hasta la corrupción, para enriquecerse desaforadamente. Ellos debieran reflexionar en los medios utilizados para ello (esclavitud, explotación, trampas, mentiras...) y también en lo absurdo que resulta acumular ingentes fortunas, que sólo pueden proporcionar bienestar físico y quizás malestar moral. Y aquí conviene recordar que todos precisamos vivir con la conciencia lo más aseada posible porque, al final de la vida, conviene "ir ligero de equipaje" como dijo el maestro Machado y refrendó propio papa Francisco con aquello de que "Nunca he visto un carro de mudanzas detrás de un cortejo fúnebre..." y también nos dijo: "No sirve de mucho la riqueza en el bolsillo cuando hay pobreza en le corazón".
Con tan sublimes razones algunos construimos alas para volar tras unos sueños de mayor igualdad y así fortalecemos nuestras convicciones para tratar de que no sea el fin de la empresa la cuenta de resultados sino, sin descartar el licito beneficio, que sea esa amalgama de empresarios, trabajadores y medios para el fin. La empresa debe ser un lugar apacible donde la gente conviva aportando su esfuerzo y desarrollando toda su potencialidad tras un objetivo común que debe ser el bienestar colectivo. La empresa no puede ser una nueva galera de esclavitud donde el moderno negrero explote al personal, ni tampoco el refugio donde el vago se alimente. La empresa precisa una regulación para que cada cual, acorde a su aportación, reciba la retribución correspondiente y no puede ocurrir que todas las directrices vayan enfocadas a buscar exclusivamente la mayor rentabilidad del empresario. Esta utópica visión mía está enfocada a evitar desmanes y a corregir la desigualdad. Soy consciente de que en muchos países la mano de obra y las condiciones de trabajo son inhumanas, y ello dificulta la competitividad de las empresas allí donde las condiciones son distintas, pero la misión de los diversos gobiernos consiste en que debe buscar soluciones para que esa desleal competencia no se produzca. Mientras, es preciso no retroceder para que que no se menosprecien los derechos laborales, ni tampoco pueden ser las empresas la garantías del ocio. Concretamente, y lo afirmo sin rubor alguno, las empresas en algunos ámbitos, necesitan reformas que eviten la baja productividad y eso pasa por ponerle las pilas a los vagos, que los hay en demasía. Los obreros tienen, igual que una serie de derechos, una cuota de responsabilidad en la empresa y que es esencial asumir. Todos deben implicarse y es preciso respetar las vidas y su dignidad así como lógicamente, descansar y ser retribuido acorde a las responsabilidades.
El Capitalismo no es un invento muy ingenioso, sino un viejo abuso del poderoso sobre el necesitado. Grandes fortunas de "ilustres" (repárese en el entrecomillado) prohombres se han conseguido con desalmados métodos inhumanos. La esclavitud no está abolida por más que lo diga la teoría. Millones de personas viven trabajando para explotadores en la mayor penuria y son víctimas de regímenes totalitarios donde corrupción y mafia van de la mano para controlar la producción. Miles de despabilados desalmados conocen esa realidad y se adaptan a ella con tal de beneficiarse con pingües negocios. En nuestro entorno, la filosofía es la misma, aunque varíe el método. Lo que prima es la cuenta de resultados de la empresa en cuestión, llámese, banco, eléctrica, aseguradora...
Y ahí está el meollo de la cuestión. La avaricia rompe el saco y genera todos los problemas. Detectado el fallo, que no es otro que el desmesurado enriquecimiento, quizás legal, pero inmoral, de los propietarios.
También utópicamente, es preciso decirles a los mismos que esas desorbitadas ganancias, a base de recortes y mala praxis, donde lo que sólo importa es la facturación mientras engorda la cuenta de resultados, genera malestar entre empleados y usuarios y terminará por pasar otra factura. Están muy desprestigiados ustedes y es posible que sufran las consecuencias. Más que empresarios, parecen ustedes unos golfos. Y quizás lo sean, aunque se disfracen con los hábitos de la decencia y el amor a Dios.
Pero, por encima de empresarios, son ustedes personas, me imagino con familias, a las que no basta con llenarlas de riquezas, sino que es preciso dar ejemplaridad para que se sientan orgullosas de los esfuerzos. Las pantallas de apariencia han de ser corroboradas con comportamientos acordes a los principios que se intentan inculcar en los hijos y en el entorno.
El papa Francisco decía que el Capitalismo mata y lo hace cuando no tiene reparo en explotar a los demás y vive sólo para la avaricia.

Timiraos, Ricardo