Los bomberos en el Círculo por un sobrecalentamiento del generador, y el leve choque de la Ronda.
Vivir en Lugo es un privilegio.
Vivir en Lugo normalmente es maravilloso, y en días como el de ayer es, además, una tranquilidad y un privilegio.
No sólo tenemos la enorme ventaja de poder ir andando prácticamente a cualquier sitio a diario, con lo que nos evitamos los terribles desplazamientos que sufren en las ciudades grandes, sino que en caso de una incidencia como la del apagón no nos quedamos tirados en medio de un túnel de metro o a saber dónde en un cercanías que ya roba un tiempo precioso en condiciones normales.
Tenemos una estupenda plaza de abastos donde poder comprar productos de primera necesidad que, aunque condicionada por las básculas electrónicas y el pago por tarjeta, pueden tirar perfectamente sin esos recursos. Hasta, como nos conocemos todos, te fían y apuntan en una libreta la deuda para restaurarla cuando vuelva la luz.
Hay que mencionar el caso de Norvento, empresa lucense que no sólo trabajó con normalidad sino que incluso acumuló energía sobrante ya que funciona autónomamente con aerogeneradores y placas solares. Hay que tomar nota, porque tal vez por ahí vayan los tiros del futuro.
En Lugo hubo incidencias, por supuesto. Gente encerrada en ascensores, las gasolineras que no funcionaban, los comercios y locales cerrados por no poder atender en muchos casos... pero aunque son temas razonablemente importantes no son críticos, al menos si los comparamos con quedarte a tres o cuatro horas andando de tu casa, estar metido en un atasco terrorífico por el caos...
Si en nuestra ciudad es más fácil tirar adelante en una situación como la de ayer, no les cuento nada del rural. No sólo lo tienen mejor, sino que están más que acostumbrados a cortes de luz con lo que muchos ya cuentan con generadores, cocinas de leña, faroles y demás elementos que los imbéciles consideran atrasos pero que son una real fuente de independencia. Una casa en el campo con unas gallinas, un pozo, un huertito y poco más es la garantía de poder tirar adelante indefinidamente, mientras que los que vivimos en pisos estamos atados por esa tecnología que nos iba a liberar y que nos ha convertido en dependientes.
Quizás esta sea la gran lección: no confiar en la infalibilidad de un sistema que no es infalible. Si no fuera por las radios de pilas, desde que cayó la red móvil y de internet la información no habría llegado a ninguna parte. También es cierto que en estos casos hay que tener mucho cuidado con las fuentes, porque los bulos corren como conejos así que siempre hay que tomar la información de fuentes que se consideren fiables (medios de comunicación contrastables y esas cosas).
En Lugo ayer fue una tarde razonablemente tranquila. Un pequeño golpe de dos vehículos en la Ronda porque uno se saltó un ceda y no había semáforos, un sustito en el Círculo porque se calentó el generador, un rato de agobio en un ascensor... pero nada grave. El Hospital funcionó con bastante normalidad y la ciudadanía tuvo que sustituir el café con leche por un refresco en las terrazas, que estaban llenas hasta la bandera porque el día acompañaba.
Ahora a algunos les tocará abastecerse de velas, pilas, linternas, radios... de todas esas cosas que muchos despreciaban y que se ha demostrado que siguen siendo importantes llegado el caso. Pero nada es más importante que la tranquilidad de vivir en una ciudad como la nuestra, donde te puedes llevar un pequeño susto en estos casos, pero no hay grandes problemas sino incomodidades.
¡Qué bueno es vivir en Lugo!